El mes pasado, terminé de educar en casa a dos de mis nietas, quienes comenzarán a asistir a nuevas escuelas para cursar tercer grado. Como me gusta hacer al comienzo de cada cambio de etapa en mi vida, me tomo un tiempo de mucha oración para planear lo que viene. ¿Qué sigue ahora? ¿Cómo puedo servir mejor a mis hijas y a mis nietos este año? Inspirada por dos abuelas piadosas, decidí comenzar con dos de las áreas más importantes de todas: la Escritura y la oración.
A veces, complicamos en exceso esto de ser abuelita. Nos preocupa demasiado lo que nuestros nietos piensen de nosotras y cómo podemos hacerlos felices. Luchamos para descubrir cómo llevar a cabo nuestro rol de una manera que no provoque tensión con nuestros hijos. Adoramos a nuestros nietos y, luego, nos preocupa que los mimemos demasiado. Sin embargo, aun cuando las expectativas culturales cambian a lo largo de los años, los ideales bíblicos para una abuela están establecidos y son claros. Además de ser un ejemplo de piedad, no podemos hacer nada mejor que orar por ellos y, a medida que tengamos la oportunidad, fomentar su amor por la Palabra de Dios.
La Escritura
La abuelita Loida, la abuela materna del hijo de Pablo en la fe, Timoteo, le enseñó la Santa Escritura a Timoteo desde que era tan solo un bebé (2Ti 1:5; 2Ti 3:14-15). Loida no le dejó toda la enseñanza y el entrenamiento bíblico a su hija, Eunice. Ella se involucró activamente en la enseñanza de la Escritura de su nieto. Quiero imitar a la abuela Loida y ser una parte activa de la enseñanza de mis doce nietos para que conozcan y amen la Palabra de Dios.
Me pregunté a mí misma: ¿cuál sería una forma simple en la que puedo enseñarle la Escritura a mis nietos este verano? Se me ocurrió una idea para fomentar la memorización de la Escritura. Lo llamé «10por$10». Hice una lista de versículos para memorizar y desafíe a cada uno de mis nietos (de los 4 a los 17 años) a memorizar la mayor cantidad de versículos que pudieran. A los nietos mayores, les daría $10 por cada 10 versículos que se memorizaran. A los más pequeñitos, el objetivo es más manejable (4 versículos por $4 y 6 por $6, según la edad). Para que sea posible, el desafío «10por$10» se llevará a cabo desde el 1 de diciembre al 28 de febrero.
Mi esperanza es que, para el final del verano, cada uno de mis nietos haya memorizado muchos versículos y así guardarlos en sus corazones para el resto de sus vidas. Sí, me va a costar un poco de dinero, pero no puedo pensar en una mejor inversión que animar a mis nietos a que atesoren la Palabra de Dios. Creo y oro para que a medida que ellos siguen memorizando la Escritura, Dios obre en sus corazones para atraerlos más a su Hijo.
La oración
La abuela Katie, mi abuela paterna, ¡asombrosamente, tuvo cincuenta y seis nietos! Más sorprendente aún es el hecho de que ella oraba por cada uno de nosotros nombre por nombre, todos los días hasta que se fue a casa para estar con el Señor. Ahora que yo soy abuela, trato de seguir su ejemplo. Por supuesto, es más fácil (solo tengo doce nietos, ¡no parece que fueran tantos en comparación con la abuela Katie!). Aun cuando sí oro por cada uno de ellos, nombre por nombre, últimamente, comencé a sentir como si mis oraciones se hubieran transformado en algo muy general. Así que decidí crear un cuaderno de oración en el que podía catalogar peticiones de oración específicas por mis nietos y anotar las respuestas a esas oraciones.
No puedo pensar en otra mejor forma para animar a mis hijas que orar por la salvación y el crecimiento espiritual de cada uno de sus hijos. Además, no puedo pensar en otra mejor forma de animar a mis nietos que decirles que su abuelita está llevando sus cargas: al orar por sus ansiedades y sus sufrimientos, por sus pruebas y sus trabajos y por cualquier otra preocupación que sea una carga pesada en el difícil camino a la adultez.
Nunca estaré a la altura de la abuela Loida o de la abuela Katie, pero sí quiero seguir sus maravillosos ejemplos. Oro para que, al menos, mis nietos puedan decir que su abuela fue una mujer que les enseñó a amar la Palabra de Dios y que oró por ellos fielmente. Es simple, quizás, pero también es difícil pensar en un mejor legado para dejarles a mis nietos. Oro a Dios para que bendiga mis débiles esfuerzos tal como lo hizo con la abuela Loida y la abuela Katie.