«Pero Jesús le respondió: “Escrito está: ‘No solo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios’”» (Mt 4:4).
«Permanezcan en mí, y Yo en ustedes. Como el sarmiento no puede dar fruto por sí mismo si no permanece en la vid, así tampoco ustedes si no permanecen en mí» (Jn 15:4).
El primer par de semanas con un nuevo bebé es irónico. El bebé básicamente duerme todo el tiempo y por alguna razón tú no duermes en lo más mínimo. Hay tan poca energía mental y tanto cambio. Estamos en modo supervivencia. Sin embargo, es una mentira que estás demasiado ocupada, demasiado cansada o que tu horario es demasiado impredecible como para cumplir con patrones de descanso, leer la Palabra de Dios y orar en los primeros días de vida de tu hijo. Podrías creer que no puedes permitirte practicar las disciplinas espirituales debido a la intensidad de esta etapa… la verdad es que no puedes no permitírtelo. Permanecer en Cristo y que su Palabra permanezca en nosotras es crucial durante el tiempo cuando nuestra fatiga y nuestras hormonas probablemente traicionan nuestras mentes y acciones. Pero, ¿cómo? ¿Cómo te adaptas a tu experiencia y hábitos normales cuando este pequeño humano está causando estragos en todo el orden y la previsibilidad de tu mundo?
1. Ve tu necesidad de la Palabra de Dios
A medida que nos preparábamos para dejar el hospital, nuestra dulce enfermera empacó literalmente TODAS las cosas que estaban en nuestra habitación. Todos los pañales que quedaban en el pequeño cochecito de Will, las pequeñas fuentes para bañarlo, la esponja que por un lado tiene cerdas para la costra láctea (oigan, no se olviden de eso. ¡Es mágica!), las almohadillas hemorroidales, las mamaderas de plástico, los pañales de tela y la ropa interior y apósitos postparto extra. Pero lo que más me preocupaba NO olvidar era ese gigantesco jarro de agua con la pajilla en forma de acordeón. Una y otra vez la asesora de lactancia me dijo que si iba a amamantar a este bebé, tenía que hidratarme para tener y mantener reservas. Llevaba este jarro para todas partes en casa. Cada vez que me sentaba a amamantar lo vaciaba y levantaba mi dolorido trasero para llenarlo con agua nuevamente. No era difícil de recordar. ¿Por qué? Porque estaba completamente convencida de mi necesidad de agua. Vi una correlación directa entre la cantidad que tomaba y mi capacidad de producir leche para mi bebé. Así que tomaba agua. La clave para practicar disciplinas espirituales con un recién nacido es estar convencida de tu necesidad. En una reciente discusión sobre este tema, una dulce amiga que también es mamá usó la frase: «la necesidad es la madre de la invención». Si estamos verdaderamente convencidas de nuestra necesidad de tiempo en la Palabra de Dios y de tener momentos de comunión con Él, adaptaremos nuestra práctica a nuestras circunstancias, recordando que Él mismo las ordenó.
2. Suelta tus expectativas de «un tiempo de tranquilidad» perfecto
Todas hemos visto esta imagen: la toma desde arriba de una Biblia de cuero abierta y un diario estampado con un hermoso lettering en la más hermosa mesa de madera desgastada junto a una humeante y floreada taza de café con un lápiz Micron destapado listo para escribir la revelación que la chica hípster súper espiritual está lista para recibir. Podrías sentarte ahí por horas con tu música de adoración a un volumen bajo mientras tomamos un sorbo y saboreamos… Nop, no va a ocurrir ahora. No es el momento ni el tiempo. Si estás buscando esta «experiencia» de Dios, tu hijo terminará molestándote y perderás la belleza de aprender a ver a Dios obrar en cualquier lugar con cualquier cosa que tengas. Si estás desanimada porque tu bebé arruinó tu tiempo de tranquilidad, revisa tu corazón: ¿estás anhelando una experiencia o a Dios mismo? Estas primeras semanas ofrecen una oportunidad única para disfrutarlo a Él de una nueva forma en una dependencia momento a momento, escabulléndote cada vez para encontrarte con Él intencionalmente y ver su mano en las interrupciones.
3. Haz lo que puedas con lo que tienes
Las expectativas irreales sobre el tiempo de oración o la conexión con la Palabra de Dios puede dejarnos desanimadas y desilusionadas. Sin embargo, nuestra interacción con la Escritura debe animarnos, recordándonos que Dios está obrando, que Él es bueno y que Él está con nosotras. Sé realista sobre la cantidad de tiempo, de energía mental y de la resistencia física que tienes. Dios es el autor de tu circunstancia actual. Él es soberano sobre tu experiencia como nueva mamá (cuánto está durmiendo tu bebé, etc.). Él te ha dado exactamente lo que necesitas para aprender a confiar en Él. Él obra todo para tu bien. Esto es especialmente importante de recordar en el primer par de semanas con un nuevo bebé. En su Palabra, una y otra vez lo vemos encontrando a personas exactamente donde ellas están. Él te encontrará donde tú estás. Por tanto, no intentes estar en otro lugar: en un lugar donde no estés cansada; en un lugar donde tengas más tiempo; en un lugar donde no tengas un bebé. Podrías quedarte dormida antes de que termines de leer un párrafo. Podrías, quizás, olvidar que estás orando, pues tu mente se consume con los horarios de comida, los registros de deposiciones y los pañales mojados. Solo sé fiel con el tiempo, la energía y el lapso de atención que sí tienes y confía en Él para obrar en ti y a través de ti. Podrías tener más de lo que piensas. Si tienes tiempo para leer con detenimiento un sitio web de anuncios clasificados, las preguntas sobre bebés en Google y ver Netflix, tienes tiempo para interactuar con la Palabra de Dios, aun cuando sea un minuto y medio.
4. Crea recordatorios visibles
Cómprate una linda cinta adhesiva y un montón de tarjetas de notas. Escribe buenas promesas y versículos importantes en ellas y ponlas alrededor de toda tu casa. Pégalas en el inodoro, en tu espejo, en el lavaplatos de la cocina, sobre el mudador, en tu velador y en tu computadora. Esta es una manera simple y fácil de poner siempre frente a ti la Palabra de Dios y su verdad cuando estás ocupada, distraída y tiendes a poner tu esperanza en otro lugar. Estas tarjetas actúan como salvavidas para tu mente para protegerla de seguir a tu corazón mientras estás en la montaña rusa de emociones, hormonas y falta de sueño que plagan estos primeros días. ¿No sabes qué escribir? Pregúntale a tus amigas qué versículos las animaron y ayudaron más cuando tenían a su recién nacido y estaban extremadamente agotadas. ¿Mis versículos?: Efesios 4:2 e Isaías 26:3.
5. Usa tu teléfono
Todas las personas con las que conversé sobre horarios y lactancia me sugirieron que descargara una aplicación de lactancia materna o que usara «apuntes» para registrar la alimentación de mi bebé. Por consiguiente, siempre supe donde estaba mi teléfono cuando tenía a mi recién nacido. Existe una millonada de aplicaciones para ayudar con la memorización de la Escritura, para encontrar sermones, para estudios bíblicos, artículos y leer libros en un teléfono inteligente. La aplicación Hoopla que mi biblioteca local me ofreció resultó ser una herramienta formidable para mí, así podía «leer» mientras preparaba la cena, planchaba o hacía otros quehaceres pequeños sin tener que comprar audiolibros. Puedes usar los recordatorios de tu celular como avisos para orar a lo largo del día. Tu teléfono es una herramienta poderosa. Úsalo para la gloria de Dios y la renovación de tu mente. Pregúntales a las personas que te rodean de qué maneras el teléfono ha sido útil para practicar disciplinas espirituales.
6. Haz que el uso de lo que es predecible sea un «hábito»
Seguro, no existe tal cosa como un horario para esos primeros días y semanas, pero hay un ritmo de cosas que estás segura que debes hacer todos los días. Anda y toma un lápiz y un papel o usa una nota adhesiva en tu escritorio y haz una lista de estas cosas muy rápido. Síp, ahora mismo. Alimentar al bebé, cambiar su pañal, preparar el café, tomar agua, revisar las redes sociales. Ahora, ora por esta lista para que Dios te dé sabiduría y piensa cómo puedes usar lo que ya estás haciendo para poner en práctica la renovación de tu mente.
Ejemplos:
- ALIMENTAR A TU BEBÉ: designa una alimentación «libre de teléfonos» al día donde puedas orar. Haz una guía de oración y pégala junto a la mecedora en la habitación del bebé o donde sea que alimentes a tu bebé con más frecuencia para dedicar ese espacio de 20 minutos (o 45 si tu bebé lacta lento) para la oración y la meditación. Esta guía puede tener 2 a 3 oraciones o un monólogo interior. Si te atascas, pídele al Espíritu que simplemente interceda por ti, recuesta tu cabeza y descansa. Si ves que tu mente se precipita para todos lados, toma cada pensamiento que venga a tu mente y mándalo al cielo. ¿Te distraes por el rostro y los sonidos de tu bebe? Gracias Dios por esta bendición; ¿piensas en tu esposo? Dios, bendícelo con fortaleza en su lugar de trabajo, puesto que él también está cansado; cuida y protege nuestro matrimonio a medida que pasamos por la transición a nuestro nuevo rol de padres; ¿comienzas a deprimirte? Padre, perdóname por poner mi identidad y valor en lo que las personas dicen o en el estándar de maternidad que adoro, por favor, dame la gracia para descansar en la obra consumada de Jesús.
- CAMBIO DE PAÑALES: usa esto como un momento para memorizar la Escritura. Normalmente, esto es algo que se hace sistemáticamente en el mismo lugar donde están los recién nacidos, porque ¿quién va a traer la cajita de pañales desde otro lado? Escribe en una tarjeta de notas un versículo al que te aferres o que quieres enseñarle a tu corazón y léelo diariamente hasta que puedas decirlo sin mirar.
- REVISIÓN DE LAS REDES SOCIALES: leer un capítulo de la Biblia normalmente toma menos de 5 minutos. Aunque Instagram definitivamente puede ser un lugar para encontrar ánimo, también puede ser un bloque gigante de tropiezo para ti en estos primeros días debido a la tentación de compararte. Descarga una aplicación de la Biblia y usa una porción de ese tiempo de revisión para leer solo un capítulo al día. O leer el mismo capítulo cada día una y otra vez si estás teniendo problemas para concentrarte o para retener lo que lees. Amiga, este podría no ser el momento para leer Levítico; ten gracia contigo. Cuando estás pudiendo dormir solo 2 a 3 horas a la vez, está bien darse un tiempo de cualquier plan que hayas estado siguiendo para leer una epístola o los Evangelios.
7. Ora
Al igual que en el caso de la fe, no podemos hacer que el deseo por la Palabra de Dios aparezca. Es un regalo que se nos da por lo que debemos pedírselo al Dador. Ora para que Dios te acerque a su Palabra diariamente. Ora para que Él te convenza de tu necesidad. Ora para que Él reciba gloria durante este tiempo en el que estás distraída y simplemente sobreviviendo. Ora para que su Palabra se enraíce en tu corazón y te haga más como Jesús. Pídele a otros que oren por ti.
¿Y tú?
¿Cómo has sido transformada por la renovación de tu mente en los primeros días de la maternidad? ¿Qué consejos tienes para ajustar las expectativas o aprovechar tu tiempo al máximo? ¿Cómo le enseñas la verdad a tu mente cansada y agotada?