Durante todo este mes, compartiremos contigo una serie de devocionales llamada Treintaiún días de pureza. Treintaiún días de reflexión sobre la pureza sexual y de oración en esta área. Cada día, compartiremos un pequeño pasaje de la Escritura, una reflexión sobre ella y una breve oración. Este es el día ocho:
«Espántense, oh cielos, por esto, y tiemblen, queden en extremo desolados», declara el Señor. Porque dos males ha hecho mi pueblo: me han abandonado a mí, Fuente de aguas vivas, y han cavado para sí cisternas, cisternas agrietadas que no retienen el agua» (Jeremías 2:13-13).
Existe una gran diferencia entre tomar agua de una fuente de agua viva y beber agua rancia y turbia de cisternas rotas. Ningún hombre sediento en su sano juicio rechazaría el agua fría y refrescante de un fluente arroyo para beber de una cisterna turbia y mugrosa. Una cisterna rota nunca satisfará su sed. Él podría tomar un pequeño y tentador sorbo de una cisterna rota si es que es todo lo que hay disponible. Pero no es así. El hombre en Jeremías 2:12-13 está rechazando el agua viva con el fin de ir a cisternas de agua sin vida.
Esta es la necia elección que hacemos cuando buscamos satisfacción en la cisterna rota de la impureza sexual. Si es que vamos a buscar libertad del pecado y vivir en pureza, debemos aprender nuevamente donde podemos encontrar verdadera satisfacción y verdadero refresco. El Señor debe transformar nuestros necios corazones para que así en vez de ansiar agua de cisternas, busquemos satisfacción profunda y perdurable en Cristo.
Padre, gracias porque un día, «…en justicia contemplaré tu rostro». Y gracias porque en ese día «al despertar, me saciaré cuando contemple tu semblante» (Sal 17:15). Oro para que mientras espere a que ese día llegue pueda crecer en mi satisfacción en Cristo. Cambia mi corazón de tal manera que busque encontrar satisfacción en él. Renueva mi mente para que vea las cisternas rotas por lo que son. Crea en mí un corazón que busque satisfacción en Cristo.