Durante todo este mes, compartiremos contigo una serie de devocionales llamada Treintaiún días de pureza. Treintaiún días de reflexión sobre la pureza sexual y de oración en esta área. Cada día, compartiremos un pequeño pasaje de la Escritura, una reflexión sobre ella y una breve oración. El día once es cortesía de: David Murray.
…Este día es santo para nuestro Señor. No se entristezcan, porque la alegría del Señor es la fortaleza de ustedes (Nehemías 8:10).
La santidad y la felicidad son inseparables. No puedes tener una sin la otra. La santidad produce verdadera felicidad, y la verdadera felicidad fortalece la santidad. ¿La prueba?
En Nehemías 8, el pueblo de Dios había llorado tristemente por sus pecados y con mucha razón. Sin embargo, en el momento en que su llanto fue demasiado largo y profundo, Dios dijo a través de Nehemías, «este es un día santo; por lo tanto, dejen que sea un día feliz». La lógica es ineludible. La felicidad no es solo compatible con la santidad, es una parte esencial de ella. Sin felicidad, la santidad es incompleta. De hecho, ya no es santidad.
Pero, ¿de qué tipo de felicidad estamos hablando? Nehemías la define como «la alegría del Señor». Es una alegría que viene de Dios y se centra en él. Dios la da y Dios es la felicidad.
Y como si necesitáramos otra razón para buscar, aceptar y disfrutar la felicidad de la santidad, Nehemías agrega la motivación: «¡…porque la alegría del Señor es nuestra fortaleza!». La santa alegría, la alegría centrada en Cristo, nos fortalece. Produce fortaleza defensiva y ofensiva. Nos protege poderosamente del mal y nos da poder para pelear por el bien. Santidad, felicidad y resistencia. ¡Una bendita trinidad de parte de una Santísima Trinidad!
Bendito Dios, eres tan santo y tan feliz. Ayúdame a creer que mi mayor felicidad se encuentra en la santidad, y que la felicidad, la felicidad verdadera centrada en Cristo, es mi más grande ayuda para la santidad. Aumenta mi gozo en Jesús para que pueda aumentar mi fortaleza para resistir el pecado y pelear por la pureza. Amén.