Este artículo forma parte de la serie Cómo orar publicada originalmente en Crossway.
Ora con esperanza, paciencia y amor
Cuando un amigo o un miembro de la familia padece una enfermedad mental, a menudo puede ser un tiempo de gran confusión. «¿Qué está ocurriendo? ¿Qué debo hacer o decir? ¿Por qué cosas debo orar?».
Quiero darte algunas peticiones específicas para llevar a Dios en oración, pero nuestra actitud en oración es tan importante como nuestras palabras, por lo que quiero animarte a orar con esperanza, paciencia y amor.
Ora con esperanza porque estamos orando al Dios de la esperanza (Ro 15:13), el Dios que nos anima a creer en su poder cuando nosotros y quien sufre nos sentimos impotentes. Dios puede sanar completamente la enfermedad mental, puede dar grados diversos de mejora o puede dar ayuda para llevar mejor la condición. Como Jesús dijo: «Lo imposible para los hombres es posible para Dios» (Lc 18:27).
Ora con paciencia porque los cambios para mejor pueden tomar un largo tiempo y fácilmente podemos dejar de orar cuando tan poco cambio es evidente. Orar por alguien que padece de una enfermedad mental se parece más a una maratón que a un esprint. Desarrollará tus músculos de la paciencia más que la mayoría de los otros ejercicios espirituales.
Ora con amor por quien sufre en lugar de hacerlo con enojo y frustración. Orar con amor y por amor se reflejará en tu relación con la persona, lo que no sólo será bueno para ti, sino para quien amas también.
Cuando Dios nos da el espíritu correcto en oración: el de esperanza, paciencia y amor, normalmente dará como resultado peticiones correctas. Algunos ejemplos son:
«Dale aceptación de su necesidad, especialmente de su necesidad de ayuda»
A pocas personas les gusta aceptar o admitir que tienen una enfermedad mental. Ya sea por el estigma supuesto, el orgullo personal, una comprensión equivocada de lo que significa una enfermedad mental o el temor de las consecuencias de admitirlo, la mayoría de las personas, y en especial la mayoría de los hombres, son reacios a siquiera considerar que tienen una enfermedad mental. Incluso cuando superan esta barrera, aceptar buscar ayuda externa es un obstáculo adicional. Por tanto, queremos orar para que un amigo o un miembro de la familia que está sufriendo vea su necesidad y acepte especialmente que su necesidad es tan grande que deben buscar ayuda.
«Dale la voluntad para hablar abierta y honestamente»
Otra dificultad en el camino de la sanidad de nuestros seres amados es su falta de voluntad o incapacidad de conversar sobre lo que están pensando y sintiendo. De nuevo, en general, esto es más difícil para hombres que para mujeres, pero casi todos nosotros luchamos en cierto grado. Podríamos estar tan confundidos, estresados y decaídos que ni siquiera podemos pensar bien, ni pensar en hablar con claridad. O podríamos tener miedo de compartir tan abierta y honestamente. O quizás nunca ha sido una práctica en nuestra cultura o crianza hablar de nuestra vida interior, nuestros sentimientos, etc. Sin embargo, estar dispuestos y ser capaces de conversar de lo que nos estamos pasando es esencial y un paso enorme en el camino hacia la sanidad.
«Dale un equipo holístico de ayudadores»
Una vez que una persona haya admitido su necesidad y especialmente que necesita ayuda, ¿adónde deben ir? ¿Al doctor? ¿Al pastor? ¿A un consejero cristiano? ¿A un psicólogo o psiquiatra? ¿A un coach de vida? Según la gravedad de la condición, la respuesta podría ser «todas las anteriores». Ninguna de ellas vendrá al mismo tiempo rápidamente, pero en el tiempo debemos orar por un equipo de ayudadores que aborden las necesidades de quien sufre de una manera holística. Idealmente, nuestro pastor ya tendrá un equipo de contactos cristianos con habilidades profesionales diferentes que puede recomendarle a la persona. Parte de esto podría implicar un poco de ensayo y error hasta que las personas correctas con las habilidades correctas lleguen al lugar. Pero recomendaría encarecidamente un equipo compuesto por un pastor, un doctor y un consejero con fe cristiana. Esto resultará en un paquete holístico de cuidado que abordará los aspectos espirituales, físicos, mentales, emocionales y relacionales del sufrimiento de la persona.
«Dale un sentido cada vez mayor de responsabilidad personal»
Ya sea que quien sufre haya traído sobres sí mismo la enfermedad mental por tomar malas decisiones o que haya sido algo más genético o circunstancial, la recuperación siempre va a involucrar que la persona tome una responsabilidad cada vez mayor en cuanto a las decisiones y acciones que permitirán su recuperación. A menudo esto es extremadamente difícil para una persona con una enfermedad mental, porque se siente inútil, pasivo, débil e incluso podría tener cierto grado de incapacidad. Es por eso que queremos orar por un sentido cada vez mayor de responsabilidad personal. Esto incluye tomar buenas decisiones diarias sobre su estilo de vida como el descanso, el ejercicio, la dieta, el consumo de redes sociales, los devocionales diarios, la asistencia a la iglesia, la comunidad, etc.
«Dale paciencia»
Aunque a veces la enfermedad mental leve a moderada puede reducirse significativamente en un par de semanas con la ayuda adecuada, la mayoría de las veces toma muchas semanas (incluso meses) para que lo «normal» se materialice. Vivimos en un tiempo y cultura que espera resultados inmediatos y, por lo tanto, la idea de esperar días, semanas o meses por una mejora mayor es dolorosamente difícil para la mayoría de nosotros. Así que queremos orar para que Dios le dé paciencia a la persona en la espera de que Dios bendiga las varias medidas que se están tomando. Una manera de hacer esto es ayudar al que sufre, y a otros como él, a buscar e identificar las pequeñas mejoras en varias áreas de la vida como dormir mejor, más risas, menos ataques de pánico, desánimos menos intensos, mejor manejo de las desilusiones, etc.
«Dale sumisión a tu voluntad, Señor»
Como todas las enfermedades y desórdenes, la enfermedad mental, en cierto grado, puede ser parte de nuestras vidas por un largo tiempo e incluso por el resto de nuestros días. Tal vez podría ser la voluntad de Dios para nosotros sufrir periódicamente con ataques de ansiedad o depresión. Podría ser nuestra espina en la carne, un área de debilidad personal por medio de la cual Dios nos muestra su fortaleza (2Co 12:7-10). Si es así, tu ser querido y otros como él necesitan ayuda para inclinarse a la soberanía de Dios y aceptar su derecho a hacer lo que esté en su voluntad con los suyos (Mt 29:15). Queremos luchar por salud y fuerza, pero también queremos pelear por humildad y sumisión a la voluntad de Dios.
«Dale alguien a quien servir»
Cuando la enfermedad mental nos golpea, a menudo podemos llegar a centrarnos en nosotros mismos, pensando y hablando sólo sobre nosotros. Nos estancamos dentro de nuestras cabezas y no podemos ver las necesidades de otros a nuestro alrededor. Este es un círculo vicioso que sólo nos desanima más. Por tanto, queremos orar para que Dios abra los ojos de quien sufre para servir a otra persona, lo que no sólo ayudará a la persona, sino que también ayudará a nuestro ser amado a sacar su mirada de su ombligo y pensar en otra persona, al menos por un tiempo. También le dará un sentido de valía y utilidad nuevamente.
«Dale nuevas herramientas»
Como Pablo resume en 2 Corintios 1:3-7, una de las razones por la que Dios trae dolor y sufrimiento a nuestras vidas es para entrenarnos para ayudar a otros con aflicciones similares. Aprendemos más en la escuela del sufrimiento que en cualquier otra escuela, y estas lecciones no fueron diseñadas para que las guardáramos, sino que para que las transmitamos a otros. Por lo tanto, queremos pedirle a Dios que le enseñe a nuestro ser querido cómo aconsejar y animar a otros que sufren con la enfermedad mental y así puedan consolar a otros con el mismo consuelo con el cual Dios lo ha consolado a él.
«Dale una visión profunda de su pecado y de su Salvador»
No habría enfermedades mentales si no hubiera pecado. Eso no es lo mismo que decir que la enfermedad mental de una persona es el resultado de su propio pecado. Lo que sí estamos diciendo es que el pecado de nuestros primeros antepasados es, en última instancia, causa de todas las enfermedades mentales en el mundo. Como las enfermedades físicas, las enfermedades mentales son parte de la maldición de Dios para la humanidad, una maldición para la cual Dios no tenía el propósito de que fuera sólo un castigo para ese primer pecado, sino como una educación continua de la seriedad y horrorosidad del pecado. Por lo tanto, las enfermedades mentales pueden ser un tiempo de aprendizaje sobre cómo el pecado ha causado estragos en nosotros, desordenando nuestros cuerpos, mentes, emociones y almas. Sin embargo, así como las enfermedades mentales también nos enseñan del pecado, asimismo nos enseñan sobre nuestro Salvador, quien tomó una humanidad frágil y rota como la nuestra (aunque sin pecado) y experimentó sufrimientos, como la oscuridad de la depresión y el temor de la ansiedad (Mt 27:46; Heb 5:7), para que al final Él pudiera remover tanto el castigo como las consecuencias del pecado. Nunca escogeríamos la oscuridad y el terror mental o emocional, pero Él lo hizo para que pudiera compadecerse de nosotros y salvarnos. Entonces, queremos orar para que Dios use la enfermedad mental en las vidas de su pueblo para mostrarles a su maravilloso Salvador.
«Dale una esperanza del cielo»
Para el creyente, las enfermedades mentales pueden ser un bocado del infierno o del cielo. Como tal, puede ayudarnos a ver los horrores del infierno del cual hemos sido salvados, así como a anhelar la salud y santidad del cielo, el lugar donde todas nuestras enfermedades y desórdenes mentales, emocionales y del alma serán sanados inmediata y completamente al entrar: una sanidad en la que nuestros cuerpos también participarán completamente después de la resurrección.