Nota del editor: esta es la respuesta a una de las diferentes preguntas que los oyentes del podcast Ask Pastor John le hacen al pastor John Piper.
Bienvenidos todos. Este es un episodio especial basado en lo que está ocurriendo actualmente en el mundo. No está en nuestros planes tener muchos episodios relacionados al coronavirus, pero algunos temas deben abordarse y entre ellos se encuentra el de la soledad.
Este tiempo de autocuarentena es anormal para la mayoría de nosotros. Eso significa que el sentimiento de soledad es una realidad para todos. No podemos visitar los hogares de ancianos. Nos han cerrado las iglesias, nuestros lugares de trabajo y los restaurantes. La sensación de aislamiento y soledad tan comunes antes del virus se han amplificado debido a esta cuarentena. No fue una sorpresa ver este tema en nuestras bandejas de entradas a medida que nuestros auditores nos escribían sobre este tema. Por lo tanto, pastor John, ¿qué le dirías a quienes se sienten solos durante este tiempo?
La palabra que acabas de usar es buena: amplificación. Las cosas que están amplificadas ahora, en un sentido, para algunos han sido siempre así. Por lo tanto, quizás, lo primero que debo decir es que estoy consciente de que miles de cristianos viven solos todo el tiempo y lidian con el asunto de estar solos y con la soledad incluso cuando no hay un coronavirus para amplificar este problema. A pocas de estas personas les gusta que sea de esa manera. La mayoría de ellos, probablemente, pueden imaginarse otras situaciones en las que les gustaría estar, ya sea el matrimonio, la amistad o membresías que simplemente no han funcionado como a ellos les habría gustado.
Por tanto, aquí no estamos hablando de un tema que sea relevante solo durante el tiempo del coronavirus. No obstante, no hay duda de que millones de personas están siendo lanzadas hacia un tipo de vida que nunca han vivido antes; al menos no de esta manera.
No es el ideal estar solo
Realmente, estos son días sin precedentes y no sabemos cuánto tiempo durarán, tampoco cuán peor se pondrán las cosas o no. Por lo tanto, es bueno decir en general, en cuanto el problema a largo plazo de estar solos o de la soledad, o el problema a corto plazo de la soledad durante esta crisis, que está bien creer o sentir que esa soledad o estar solo no es la manera ideal de vida que Dios estableció para la humanidad al principio. Está bien creer eso. Dios le dijo a Adán cuando estaba solo en Génesis 2:18: «No es bueno que el hombre esté solo; le haré una ayuda adecuada».
Sin embargo, el mundo no está funcionando de la manera en que fue diseñado y hay muchas razones, algunas buenas, algunas justificables y algunas malas, por las que las personas están solas. Pablo no estaba casado; Jesús no estaba casado. Ellos conocieron mucho lo que es estar solos. Miles de misioneros han tenido ministerios fructíferos sin cónyuges, lo que significa que aun cuando estar solos no es ideal, Dios ha provisto gracia para todos los tipos de situaciones que no son ideales en este mundo caído. La soledad es una de ellas. Él no ignora esto. Jesús lo experimentó, y hay gracia para ello, ya sea la soledad a corto plazo del coronavirus o la situación de una vida a largo plazo que involucra soledad.
El Salvador en soledad
Una manera en que Dios planeó la gracia para quienes están solos es enviando a su Hijo para que se hiciera un ser humano. De esta manera, Jesús, su Hijo, pudo experimentar un tipo de soledad que lo haría, según dice la Biblia, un Sumo Sacerdote que se compadece de quienes están solos (Heb 4:15). Creo que la escena del Getsemaní, la noche previa a su muerte, es una de las más conmovedoras de la Biblia. Jesús lleva a aparte a sus mejores amigos, Pedro, Jacobo y Juan, y les dice:
«Mi alma está muy afligida, hasta el punto de la muerte; quédense aquí y velen junto a mí». Y adelantándose un poco [eso significa que ahora está solo], cayó sobre su rostro, orando y diciendo: «Padre mío, si es posible, que pase de mí esta copa; pero no sea como yo quiero, sino como tú quieras». Entonces vino Jesús a los discípulos y los halló durmiendo, y dijo a Pedro: «¿Conque no pudieron velar una hora junto a mí? (Mt 26:38-40).
Eso sucedió tres veces. Se quedaron dormidos acompañándolo. Él deseaba su compañerismo en la oración en esa hora (estaba experimentando su humanidad) y ellos no pudieron hacerlo. Esto empeora: cuando los soldados llegaron, la Biblia dice que todos ellos lo abandonaron y huyeron (Mr 14:50). Y se torna aún peor, porque a la mañana siguiente, Jesús dijo: «Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?» (Mt 27:46).
Misericordia en nuestra soledad
Ahora, ¿por qué tanta soledad en su sufrimiento? Porque sucedió todo según la Escritura. Esto fue planeado. ¿Por qué? Bien, entre otras razones, para que Hebreos 4:15-16 (NVI) pudiera estar en la Biblia para las personas solitarias.
Porque no tenemos un sumo sacerdote incapaz de compadecerse de nuestras debilidades, sino uno que ha sido tentado [o probado] en todo de la misma manera que nosotros [quizás con soledad], aunque sin pecado. Así que acerquémonos confiadamente al trono de la gracia para recibir misericordia y hallar la gracia que nos ayude en el momento que más la necesitemos.
El texto dice: «en el momento que más la necesitemos», pero podría solo ser «en el momento en que más sentimos soledad». Por lo tanto, Cristo experimentó completo abandono, completa soledad, para que pudiéramos audazmente orar por gracia (una gracia especial en tiempos de soledad) y así tener la confianza de que Él la dará.
«Vuélvete a mí, Oh Señor»
Ahora, ¿cómo sonaría una oración como esa? Bien, así es como sonó en la boca de David en el Salmo 25:16:
Vuélvete a mí y tenme piedad,
Porque estoy solitario y afligido.
David tuvo un montón de crisis donde fue apartado de otras personas que Él necesitaba. Esta es una buena oración ahora para miles de personas.
¿Dios responderá esa oración? Existen buenas razones para creer que lo hará. En primer lugar, porque Él proveyó todo lo necesario mientras estuvo aquí. Él dijo: «No los dejaré huérfanos; vendré a ustedes» (Jn 14:18). La última cosa que dijo en la tierra fue: «Y ¡recuerden! Yo estoy con ustedes todos los días, hasta el fin del mundo» (Mt 28:20). En otras palabras, Él envía al Espíritu Santo, que es el Espíritu de Cristo, y Él estará con cada cristiano. Cristiano: no estás solo. Lo diré de nuevo: cristiano, no estás solo. Esto es absolutamente maravilloso; nunca estás solo. La persona más importante del universo, anota esto, está contigo personalmente. Él promete hacerlo. Él no rompe sus promesas. Él está contigo.
La segunda razón por la que podemos esperar la dulce respuesta a esta oración es esta: «No temas, porque Yo estoy contigo». Ahí está. Ni siquiera necesitas ir más allá de Isaías 41:10 (aunque queremos).
No temas, porque Yo estoy contigo;
No te desalientes, porque Yo soy tu Dios.
Te fortaleceré, ciertamente te ayudaré,
Sí, te sostendré con la diestra de mi justicia.
Sin embargo, la primera frase lo es todo: No temas, porque Yo estoy contigo.
O así es cómo Pablo lo expresa en 2 Corintios 9:8: «Y Dios puede hacer que toda gracia abunde para ustedes, a fin de que teniendo siempre todo lo suficiente en todas las cosas, abunden para toda buena obra». En otras palabras, hay una gracia (una gracia oportuna) para hacerte fructífero en tiempos de soledad.
Él vendrá a nosotros
Por tanto, la experiencia de la soledad es real para el pueblo de Dios; incluso para el pueblo de Dios, porque este mundo aún no está como debiera ser según su diseño. En su forma ideal, cuando fue hecho, cayó. Es un mundo caído y nuestras relaciones están caídas y los virus están caídos.
Pero Dios no dejó al mundo y a su quebranto sin gracia: gracia especial para cada necesidad que su pueblo tenga, incluida la necesidad que conlleva la soledad. Jesús compró esa gracia para los pecadores con su propio sufrimiento solitario. Él conoce nuestro cuerpo; Él lo probó: de peor forma que nosotros. Y no nos dejará huérfanos. Él vendrá a nosotros. Ya sea que el virus te aísle o se lleve tu vida, Él no nos dejará solos. Esta es una promesa preciosa y segura.