Nota del editor: esta es la respuesta a una de las diferentes preguntas que los oyentes del pódcast Ask Pastor John le hacen al pastor John Piper.
¿Cómo podemos discernir los falsos maestros? Este es un tema candente en nuestra bandeja de entrada. Siempre lo ha sido. A continuación, compartimos un correo representativo enviado por Krikor, oyente del pódcast. «¡Hola, pastor John! Soy un gran admirador de estos pódcasts y me encanta escucharlos. APJ [Ask Pastor John] me ha ayudado mucho a crecer en mi fe y mis convicciones, así como también me ha preparado mejor para ayudar a otros en sus pruebas». ¡Amén! Permítanme detenerme aquí un momento. Esa es una de las razones por la cual este pódcast existe: asegurarnos de que estés siendo equipado para ayudar a quienes son parte de tu vida en sus momentos de necesidad. Es muy alentador lo que dice Krikor. Ok, ahora de vuelta a la pregunta. «Mi pregunta es la siguiente: la Biblia nos da numerosas advertencias sobre falsos maestros, pero ¿cómo puedo establecer si alguien al que estoy escuchando en Internet es un falso maestro? Muchas personas han sido acusadas de serlo. ¿Cómo puedo discernirlos? ¿A qué debo estar atento?».
Bien, me gustaría comenzar diciendo que no debes poner la vara muy baja y que solo dejes de escuchar a las personas cuando realmente puedas decir que son falsos maestros. Muchas personas son maestros que simplemente están equivocados y, de diversas maneras, son de poca ayuda pero no necesariamente caen bajo la categoría de ser llamados falsos maestros. Establece estándares altos. Escucha a aquellos que realmente están centrados en Dios, exaltan a Cristo, están saturados de la Biblia, dependen del Espíritu; aquellos que llevan las marcas de autenticidad en sus vidas.
No obstante, puesto que me has preguntado cómo identificar falsas enseñanzas y falsos maestros, permíteme exponer cuatro maneras bíblicas de evaluar si alguien es un falso maestro. Lo hago solo porque la Biblia está de acuerdo contigo en que debemos estar alerta a la realidad de que hay falsos maestros y también nos ofrece pruebas que podemos aplicar.
1. La prueba del fruto
En primer lugar, tenemos la prueba del fruto de sus vidas. En Mateo 7:15-20, Jesús dice:
Cuídense de los falsos profetas, que vienen a ustedes con vestidos de ovejas, pero por dentro son lobos rapaces. Por sus frutos los conocerán. ¿Acaso se recogen uvas de los espinos o higos de los cardos? Un árbol bueno no puede producir frutos malos, ni un árbol malo producir frutos buenos. Todo árbol que no da buen fruto es cortado y echado al fuego. Así que, por sus frutos los conocerán.
Pablo le dio gran valor a este principio de santidad y rectitud en la credibilidad vivificante de su Evangelio. Me tocó verlo recientemente solo porque hemos estado estudiando 1 Tesalonicenses en Look at the Book [Mira al Libro]. A lo que me refiero es que Pablo les da una tremenda importancia por dos capítulos enteros.
En 1 Tesalonicenses 1:5 dice: «[…] nuestro evangelio no vino a ustedes solamente en palabras, sino también en poder y en el Espíritu Santo y con plena convicción; como saben qué clase de personas demostramos ser entre ustedes por el amor que les tenemos». Eso es increíble. Y luego procede a explicarlo en dos capítulos: «saben qué clase de personas demostramos ser, así que júzguennos de acuerdo con nuestras vidas».
Ahora, por supuesto, no siempre es fácil observar el fruto de la conducta de un maestro, especialmente a través del Internet, ¿verdad? Por eso necesitamos buscar cuidadosamente, tomar tiempo y pertenecer a una iglesia —una iglesia real, presencial, de carne y hueso, humana y viva con un predicador real y vivo, cuya vida conoces—. Ya sea difícil o no, Jesús dijo: «por sus frutos los conocerán».
2. La prueba de la doctrina
En segundo lugar, está la prueba de las principales sanas doctrinas. Por ejemplo, la doctrina de la encarnación en 1 Juan 4:1-3:
Amados, no crean a todo espíritu, sino prueben los espíritus para ver si son de Dios, porque muchos falsos profetas han salido al mundo. En esto ustedes conocen el Espíritu de Dios: todo espíritu que confiesa que Jesucristo ha venido en carne, es de Dios. Y todo espíritu que no confiesa a Jesús, no es de Dios.
En otras palabras, si alguien niega que Jesucristo es Dios-Hombre, Dios hecho carne, es un falso maestro o profeta. Juan no dice que si entiendes bien la encarnación no puedas cometer otros graves errores. Ese no es el punto. Él simplemente está discutiendo este problema en particular de esa iglesia y, en cuanto a ese tema, confesar que Cristo vino en carne significa que hablas la verdad de Dios. Entendiste esto correctamente, y ese era el problema de esa iglesia.
Pablo enfatizó la misma importancia doctrinal, la prueba doctrinal, en 1 Timoteo 6:3-4 al decir: «Si alguien enseña una doctrina diferente y no se conforma a las sanas palabras, las de nuestro Señor Jesucristo, y a la doctrina que es conforme a la piedad, está envanecido y nada entiende […]».
Dicho de otra manera, necesitamos evaluar las doctrinas que se enseñan con las sanas palabras de nuestro Señor Jesucristo y con sus implicaciones para la piedad. Esa es la prueba número dos: doctrina, sana doctrina.
3. La prueba de la Escritura
En tercer lugar, tenemos la prueba de la sumisión a la Escritura. Pablo dice en 1 Corintios 14:37-38: «Si alguien piensa que es profeta o espiritual, reconozca que lo que les escribo es mandamiento del Señor. Pero si alguien no reconoce esto, él no es reconocido». Es asombroso. La autoridad de los apóstoles debe ser acatada, de lo contrario, eres un falso maestro; no eres reconocido.
Juan lo expone de la siguiente manera en 1 Juan 4:6: «Nosotros somos de Dios. El que conoce a Dios, nos oye; el que no es de Dios, no nos oye. En esto conocemos el espíritu de la verdad y el espíritu del error».
En otras palabras, los apóstoles ponen su enseñanza al nivel de una prueba de la verdad. Si una persona no somete su pensamiento y su enseñanza a la autoridad de los apóstoles, a los maestros autorizados de Cristo que escribieron el Nuevo Testamento, entonces no es un maestro confiable. No significa que no hablen cosas verdaderas. Todos dicen cosas verdaderas de vez en cuando, incluso el diablo. Pero eso no los convierte en maestros confiables.
4. La prueba del Evangelio
Finalmente, está la prueba del Evangelio mismo, por el cual Pablo es igual de apasionado. En Gálatas 1:8-9 nos dijo: «Pero si aun nosotros, o un ángel del cielo, les anunciara otro evangelio contrario al que les hemos anunciado, sea anatema. Como hemos dicho antes, también repito ahora: Si alguien les anuncia un evangelio contrario al que recibieron, sea anatema».
El Evangelio que tenía en mente cuando dijo eso es el Evangelio expuesto en el libro de Gálatas, el Evangelio de la justificación, solo por la fe, sin las obras de la ley. Lo resume en Gálatas 5:2-3 así:
Miren, yo, Pablo, les digo que si se dejan circuncidar [es decir, como un paso hacia la reconciliación con Dios en la justificación], Cristo de nada les aprovechará. Otra vez testifico a todo hombre que se circuncida, que está obligado a cumplir toda la ley.
En otras palabras, si insistes en guardar la ley como una manera de ser justificado ante Dios, tienes que guardarla en su totalidad y perfectamente. Luego, Pablo concluye con esta terrible advertencia: «De Cristo se han separado, ustedes que procuran ser justificados por la ley; de la gracia han caído» (Gá 5:4).
Nuestra mejor protección
Por tanto, hay al menos cuatro pruebas bíblicas que nos permiten distinguir la falsa enseñanza:
- La prueba del fruto de la conducta.
- La prueba de la sana doctrina.
- La prueba de la sumisión a la Escritura.
- La prueba de la enseñanza del Evangelio puro de la justificación por la fe.
Me gustaría terminar recordando simplemente que la mejor manera de protegernos de los falsos maestros es siendo parte de una iglesia sana que predique la Biblia y estando saturados de oración bíblica día a día.