El 2017 fue un año oscuro, veía todo nublado. Mi mente vivía inundada por pensamientos que sofocaban mi corazón de ansiedad. Casi no podía respirar y no sabía cómo salir de ese espiral descendiente lleno de murmuración y queja. Recibí la ayuda necesaria en ese momento y, por medio de un largo proceso en el que Dios trabajó en mi mente y mi corazón, pude salir adelante. Esa experiencia me cambió por completo, y una de las herramientas que más me ayudaron fue desarrollar el hábito de la gratitud.
No fue fácil al principio, pero decidí aceptar el desafío sencillo que me propusieron: pensar de manera consciente e intencional en las razones por las que podía sonreír. Yo estaba incrédula de que pudiera hacer alguna diferencia; sin embargo, cada día antes de ir a dormir tomaba mi cuaderno y empezaba a hacer una lista. Y fue así, un día a la vez, que Dios me ayudó a abandonar la queja para ir hacia la gratitud. El simple ejercicio se transformó en adoración.
El impacto de la gratitud
La gratitud ha sido un tema bastante estudiado por la psicología positiva en los últimos veinte años. Todo esto comenzó cuando dos psicólogos cristianos, Robert Emmons y Michael McCullough, publicaron en una prestigiosa revista científica los resultados de tres experimentos sobre la gratitud, lo que permitió un cambio en ese campo de la ciencia.
El tema de la gratitud se relacionaba sólo al ámbito de la religión, pero hoy es posible revisar cientos de estudios que abordan la gratitud desde diferentes perspectivas en la salud mental, física y psicosocial. Por ejemplo, actualmente la gratitud está relacionada con el humor positivo, las sensaciones placenteras y de bienestar, y con la autoestima. Personas agradecidas duermen mejor, tienen hábitos más sanos y poseen un menor riesgo de depresión, trastornos de ansiedad, fobias y hasta abuso de sustancias. La acción de agradecer libera una gran cantidad de serotonina en nuestro cerebro, hormona relacionada con la felicidad y el bienestar, lo cual incide directamente al sistema nervioso central para volvernos más pacíficos. También estimula las vías cerebrales para la liberación de la hormona conocida como oxitocina, la cual favorece el afecto, la tranquilidad y disminuye los niveles de ansiedad. Así que no es difícil encontrarnos hoy con noticias, libros y psicólogos que motiven la gratitud y muestren sus beneficios. Estoy muy agradecida por todo el aporte científico en este tema.
La gratitud es la voluntad de Dios
Ahora, como psicóloga cristiana, les confieso que siento una especie de celos porque sé que ser agradecidos es la voluntad de Dios para los que están en Cristo Jesús (1Ts 5:18) y es la respuesta de un corazón lleno del Espíritu Santo (Ef 5:18-20). No es posible que hablemos más acerca de la gratitud en la psicología positiva que en nuestras iglesias. Por tanto, he asumido personalmente este desafío: recordar a mis hermanos cristianos por qué la gratitud es importante y motivarlos a cultivar un corazón agradecido. Entonces, permítanme contarles por qué deben cultivar este hábito y cómo esto puede transformar distintas áreas de tu vida, para finalmente ver cuál es el mayor beneficio de la gratitud.
La gratitud y uno mismo
La gratitud te ayuda a ver lo que ya tienes en lugar de enfocarte en lo que no tienes y desear una vida que no es tuya. ¿Pasas tanto tiempo deseando otras cosas que dejas de percibir lo que ya está en tus manos? ¿Te quejas y te frustras por deseos que crecen en tu corazón, influenciados, muchas veces, por tus papás, la cultura, por otros y por un corazón pecaminoso e insatisfecho que le cuesta someterse a la voluntad de Dios? Con un corazón agradecido, aprenderás a reconocer, aceptar y disfrutar quién eres. Personas agradecidas aprenden a vivir en contentamiento.
La gratitud y el prójimo
La gratitud es más que un sentir, la gratitud debe llevarte a la acción y al reconocimiento de los demás. Cuando expresas gratitud a otros, reconoces los rasgos de bondad que hay en tus prójimos en lugar de quejarte por lo que hacen y sólo ver sus defectos. Cuando comienzas a fijarte en las cualidades y en los esfuerzos de los demás, y expresas gratitud verbalmente por ello, los demás serán afectados positivamente. Personas agradecidas transforman sus relaciones en relaciones de respeto, bondad y admiración.
La gratitud y las circunstancias
La gratitud aumenta tu capacidad de percibir y valorar las bendiciones que habitualmente pasan desapercibidas, pues muchas veces nos fijamos sólo en los aspectos negativos o en lo que nos falta. Olvidamos el simple hecho de despertar cada mañana, ver nacer del sol y percibir el oxígeno que nos permite respirar, etc. La gratitud como un hábito positivo tiene el poder de desviar nuestra mirada de lo que no tenemos para admirar las bendiciones que ya hemos recibido. No obstante, la gratitud cristiana nos hace ir más allá de las bendiciones terrenales, que pueden ser tan frágiles y perecederas (Lc 12:33). La gratitud cristiana nos hace conscientes de las bendiciones espirituales que ya tenemos de manera definitiva, segura y eterna gracias a Cristo Jesús (Ef. 1:3). Personas agradecidas reconocen que tienen más de lo que en verdad merecen.
Y ahora, antes de decirte cuál es el mayor beneficio de la gratitud, quiero destacar que, aunque la gratitud nos puede beneficiar concreta e inmediatamente, no podemos permitir que esto sea nuestra principal motivación. Ser agradecidos es una característica del carácter cristiano. Como ya he dicho, debemos ser agradecidos por todo, porque es la voluntad de Dios para los que están en Cristo Jesús (1Ts 5:18).
El mayor beneficio de la gratitud
Lo más precioso de todo es que la gratitud redirige nuestra mirada al Dador de toda buena dádiva. Fue lo que ocurrió cuando Jesús sanó a diez leprosos. De los diez que fueron sanados, sólo uno tuvo el privilegio de tener un encuentro personal con Jesús, y fue precisamente el que regresó para dar las gracias (Lc 17:11-19).
La gratitud cristiana nos ayuda a mirar más allá de la bendición para llevarnos al Dador de la bendición. Cuando entendemos lo que nos fue dado en Cristo Jesús, podemos vivir satisfechos, pues en Él ya tenemos lo que es necesario y vital. Por esta razón, podemos disfrutar todas las bendiciones, al reconocer que todo lo bueno que tenemos y experimentamos nos es dado por gracia. El mayor y mejor beneficio de la gratitud es acercarnos a Dios, y esto es lo que lo cambia todo.
¿Eres una persona agradecida? Es muy difícil que alguien reconozca que es una persona malagradecida, es fuerte decirlo ¿no? A veces pensamos que somos personas agradecidas, pero la verdad es que muchas veces la ingratitud está tan arraigada en nosotros que ni siquiera percibimos cuánto esto ha afectado nuestro corazón. Entonces, les dejo algunas preguntas para que puedan reflexionar:
- ¿Oras en su mayoría pidiendo por lo que te falta? (Te quedas pensando en eso, reforzando esa idea y, de pronto, todo lo que ves es lo que no tienes).
- ¿Las quejas son parte de tu día a día?
- ¿Cuál es la emoción predominante en tu corazón? ¿Preocupación, angustia, desánimo, insatisfacción, descontento?
La falta de gratitud habla de nuestras propias suposiciones equivocadas acerca de nuestros derechos. Me atrevo a decir que toda perversidad comienza con la falta de gratitud: «Pues aunque conocían a Dios, no lo honraron como a Dios ni le dieron gracias […]». (Ro 1:21) [énfasis de la autora]. Cultivar un corazón agradecido es reconocer que no estamos en el centro, que todo lo que tenemos y lo que somos es por gracia. La gratitud nos lleva a mirar más allá de las bendiciones para mirar al Dador de las bendiciones, quien está verdaderamente en el centro de todo y quien merece toda nuestra adoración.
Ahora vuelvo a preguntarte: ¿eres una persona agradecida? ¿Quieres cultivar un corazón lleno de gratitud? Entonces, te propongo ser intencional y, para esto, te comparto seis maneras en las que puedes comenzar a serlo:
- Busca identificar y sustituir el hábito de la queja: cada vez que te sientas tentado a quejarte por algo, busca un motivo de gratitud y díselo en oración al Señor o a alguien más.
- Haz un diario de gratitud: esto puede resultar abrumador y el propósito de cultivar un corazón agradecido podría extraviarse entre listas genéricas y poco profundas que no tocan tu corazón. No es mi intención hacerte sentir así, busca ser específico, elige distintos temas a diario, por ejemplo: la creación, tu familia, el trabajo, cosas que te gustan, amigos, etc. Atrévete incluso a dar gracias también por los momentos difíciles, reconociendo que estos son usados por Dios para hacerte más como Jesús.
- Hazlo todos los días, eso te ayudará a desarrollar el hábito.
- Haz una lista con nombres de personas por las cuales estás agradecido. Ora por cada una de ellas y determina escribirle un mensaje a cada una. Expresa tu gratitud, déjales saber que han sido usados por Dios en tu vida.
- Decide dar gracias de manera intencional a por lo menos tres personas por semana.
- Elige un tiempo de oración que sea solamente de gratitud y adoración, sin peticiones. Puedes hacerlo con tu familia. La gratitud para el cristiano no se trata solamente de las bendiciones que ha recibido, también involucra la capacidad de dar las gracias por la falta de ellas. En ese sentido, la gratitud es mucho más profunda porque también contempla el poder alegrarse y agradecer por las dificultades y tiempos difíciles. Es en esencia un cambio en tu mente. Esto no significa que sea fácil, sin embargo, traerá preciosos frutos, entre ellos, el profundo reconocimiento de que Dios está trabajando en nosotros, no a pesar del sufrimiento, sino a través del sufrimiento, y por esa razón podemos agradecerle.
Cultivar un corazón agradecido te ayudará a percibir todo lo que ya tienes de manera segura y generosa en Cristo Jesús. Hacerlo todos los días te ayudará a desarrollar este hábito y, al final, a darte cuenta de que no se trata de ser agradecido por algunas cosas, sino de ser agradecido todo el tiempo y de expresarlo como un estilo de vida.