Nota del editor: esta es la respuesta a una de las diferentes preguntas que los oyentes del podcast Ask Pastor John le hacen al pastor John Piper.
Bienvenidos a este episodio especial del podcast de Ask Pastor John. Parece oportuno abordar aquí algunos aspectos de la actual pandemia del coronavirus. Como están las cosas, no se le dedicará mucha atención. Sin embargo, creo que existen un par de aspectos que necesitamos abordar, basados en las preguntas que ustedes, nuestra audiencia, nos han enviado en el último par de días.
Pero, primero, pastor John, sospecho que a muchas personas solo les gustaría saber cómo está físicamente en este tiempo. ¿Asumo que pasa mucho tiempo en casa?
Estamos mucho en casa.
Bueno, ¿quién sabe? El 20 de diciembre, 2006, pensé que estaba bien. El 21 de diciembre, 2006, tenía cáncer. Por lo tanto, no tengo idea de cómo estoy. Sin embargo, me siento bien, y no creo que estemos enfermos ni cuento con enfermarme. Pero el Señor reina.
La adoración es diferente, por supuesto. La Iglesia bautista Bethlehem se reúne en línea. Hace cuatro domingos, nos juntamos con un grupo de diez personas y cantamos en el sótano de los Livingston y seguimos la transmisión en vivo del servicio. Esta vez solo fuimos Noël y yo. Y te digo, si un esposo y una esposa nunca se han sentado en dos sillas adorando solos con su iglesia y cantando solos, deberían intentarlo. Se vuelve más dulce, si puedes superar la vergüenza. Esta es mi esposa: hueso de mis huesos, carne de mi carne. Si puedes superarlo, entonces será lindo; fue lindo.
Por lo tanto, eso ha sido diferente. Mi trotadora no cambia; está arriba en el altillo. Sigo haciendo el mismo tipo de ejercicio que siempre. Realizo todo tipo de videoconferencia. Hace unas semanas, tuve una con los chicos de T4G. Estuve ahí con un grupo de liderazgo —contigo Tony— en Internet, por video de Zoom. Tengo sesenta episodios listos para Look at the Book [Mira al Libro] sobre el primer capítulo de Efesios. Así que, mientras tanto, no estamos desperdiciando el tiempo aquí.
Pero esto es grave. Deseo que las personas sean muy, muy serias al respecto y no le quiten importancia, porque creo que Dios está a cargo. Él está diciendo algo. Necesitamos preguntarnos: «¿qué está diciendo Dios?», porque Él está a cargo. Él no hace las cosas de cualquier manera. Él tiene propósitos. Por lo tanto, estoy muy confiado en Él y me entusiasma discernir lo que quiere que digamos.
Amén. Por esa razón, continuamos con mucho trabajo en DesiringGod como lo usual, incluso en medio de esta pandemia. Obviamente, ya no podemos viajar. Ese es el cambio más grande hasta ahora. Acabo de terminar una cadena de viajes: estuve enseñando en Frisco, Texas y luego en Austin. Estuve en Seattle hace dos semanas, mientras la ciudad cerraba. Y, en medio de todo esto, se canceló tu gran viaje al Sudeste Asiático.
Sí, es por eso que he logrado grabar tantos episodios de Look at the Book [Mira al Libro], porque dijimos: «bueno, sumerjámonos profundamente para hacer episodios de Look at the Book [Mira al Libro] mientras deberíamos estar en Asia».
Es genial saber que Noël y tú están bien de salud. Nosotros también. La familia tiene buena salud y las cosas parecen estar yendo bien, al menos en todos los aspectos externos.
Como sabes, hay un sentido de temor abrumador ahora mismo, pastor John. Y lo vemos en muchos de los correos electrónicos que nos llegan de nuestros oyentes en Estados Unidos. Los títulos son inquietantes: pareciera que el índice Dow Jones está bajando miles de puntos cada día. El mercado de consumo se ha congelado en gran manera. Las aerolíneas están disminuyendo el servicio y pronto podrían detenerse. Y junto con la huelga viene la pérdida de ingresos e incluso de trabajos. Estamos escuchando ahora de compañeros de DesiringGod, nuestros donadores, que enfrentan nuevas luchas en el mercado, enfrentando los cierres, la incapacidad de trabajar normalmente e incluso la dura realidad de dejar ir empleados a los que no pueden poner a trabajar.
Mientras tanto en la televisión, los políticos dan conferencias de prensa en vivo todo el día con las últimas noticias, con las estadísticas de infectados y con la intención de convencer a las personas a que se queden en casa. El brote del virus continúa acabando con Italia, España, Alemania, pero también se ha acercado mucho más a casa en estados como Nueva York o Nueva Jersey. Todos los estados en Estados Unidos tienen casos ahora y nuestros hospitales están comenzando a sentir la oleada. Los ciudadanos mayores saben que son el blanco de esto. Y el virus está provocando falla pulmonar en una demografía más joven de la que se pensó previamente. Los ancianos están estresados. Los adultos de todas las edades están estresados. Los niños están estresados. Los padres están estresados. Los dueños de negocios están estresados. Los papás que proveen están estresados. Pocos de nosotros sabemos si este virus nos infectará. Sin embargo, el efecto en cadena ya ha impactado a cada uno de nosotros. Y ahora nos han dicho que esto podría durar meses.
Por lo tanto, ¿qué les dirías, pastor John a los muchos oyentes que están luchando por la fe ahora mismo y luchando contra el temor (físico o económico)?
Paz inquebrantable
Cuando pienso en lo valioso, la valiosa experiencia, de ser libre del temor, libre de la ansiedad, lleno de paz, lleno de contentamiento de cara al peligro, mi pregunta es esta: ¿quién es el que puede tener una libertad del temor, una libertad de la ansiedad, una paz inquebrantable y un contentamiento garantizado, bien fundado, justificado, dado por Dios y sustentado por Dios? ¿Quién puede presentar una solicitud legítima de estos tesoros? Es clarísimo en la Palabra de Dios que Él manda y Él ofrece una vida sin temor y de paz.
El Señor es el que me ayuda; no temeré;
¿qué podrá hacerme el hombre? (Heb 13:6).
Por nada estén afanosos; antes bien, en todo, mediante oración y súplica con acción de gracias, sean dadas a conocer sus peticiones delante de Dios. Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará sus corazones y sus mentes en Cristo Jesús (Fil 4:6–7).
He aprendido a contentarme cualquiera que sea mi situación [con o sin coronavirus] (Fil 4:11).
Esto es lo que Dios ofrece: ningún temor, ninguna ansiedad, paz sobrenatural, contentamiento sobrenatural en toda circunstancia, ya sea horrible o feliz. La pregunta es: ¿a quién se le da esa maravillosa experiencia sobrenatural de no temer y de paz?
Enraizados en la realidad
En otras palabras, en una pandemia o no, no me interesa una mera experiencia psicológica sin temor y con contentamiento que no esté basada en la realidad. El objetivo de nuestras vidas no es tener un estado psicológico mental que sea agradable sin referencias a la realidad. El objetivo es tener en nosotros, y en otros por medio de nosotros, estados psicológicos, espirituales y físicos de felicidad que estén basados en la realidad que represente a nuestro Hacedor y que será verdad en un millón de años más. Ese es el único tipo de valentía y contentamiento que me importa.
Por lo tanto, el tipo de valentía que ves en las películas, donde los héroes presumidos siguen siendo geniales en situaciones peligrosas y alardean de su audacia, no me interesa en lo absoluto. Para nada, porque no se basa en la realidad.
- Dios es real.
- El pecado es real.
- El infierno es real.
- Jesucristo es real.
- La sangre derramada en la crucifixión es real.
- El Espíritu Santo es real.
- La fe y la ausencia de fe son reales.
- El cielo es real.
- El alma humana que existirá por siempre en el cielo o en el infierno es real.
Esas son las enormes realidades del universo, y ninguna valentía que ves en las películas está basadas en cualquiera de ellas. Por lo tanto, no tiene valor como algo a lo que admirar o a lo que aspirar.
El temor desentierra nuestros cimientos
Lo que Dios está haciendo (dentro de un millón de otras cosas) con el coronavirus es forzar el asunto de la realidad. El temor es una de las pruebas de fuego para saber si es que basas tu vida en la realidad o en el espejismo de pilares que ignoran a Dios, sosteniendo el templo cultural del secularismo. La prueba para los cimientos de tu vida es el temor. Oh, qué precioso regalo Dios nos está dando para descubrir, mientras tenemos tiempo, que los pilares que sostienen tu paz son falsos y están hechos de papel maché. ¡Qué regalo!
No quiero comenzar solo diciendo (puesto que me preguntaste por el temor): «¡no teman! ¡No teman! ¡No teman!». Puesto que todo lo que sé es que las personas que están leyendo esto deberían temer porque los pilares de sus vidas están hechos de papel maché. Sus vidas no están cimentadas en la realidad. No sé. Sin duda me encantaría ayudarlos a que no sea así.
Existen razones, garantías, fundamentos y cimientos gloriosos, sólidos e indestructibles para no temer a lo que el coronavirus pueda hacerle a tu salud, a tu negocio, a tu familia, a la economía, a la civilización occidental o a la historia como la conocemos. Existen fundamentos en la realidad para no temerle a nada de esto.
Por tanto, mi pregunta es: ¿quién puede tener una libertad del temor garantizada, bien fundamentada, justificada, dada y sustentada por Dios, y un contentamiento inquebrantable, agradable y perdurable? La respuesta se entrega en un versículo: una de las promesas más magníficas, más integrales, más estabilizantes, más preciosas, y mejor conocidas de la Biblia:
Y sabemos que para los que aman a Dios, todas las cosas cooperan para bien, esto es, para los que son llamados conforme a su propósito (Ro 8:28).
¿Quién es el que debe disfrutar de la valentía y de la paz de que absolutamente todo lo relacionado a este coronavirus está obrando para su bien eterno? Y la respuesta es esta: aquellos que aman a Dios y aquellos que son llamados conforme a su propósito.
Esta es una de las diez mil cosas que Dios está haciendo por medio de este horrendo virus. Él le está diciendo al mundo, Él nos está diciendo a nosotros, lo que le dijo a Pedro en Juan 21:16: «¿Me amas?». Eso es lo que está diciendo. Y Jesús lo hizo más evidente en Mateo 10:37: ¿me amas más que a cualquier cosa? ¿Más que a ellos? ¿Más que a tu madre o a tu padre, que a tu hijo o a tu hija?
En segundo lugar, está diciendo lo que dijo por medio de Pedro en 2 Pedro 1:10: «Sean […] diligentes para hacer firme su llamado y elección». El coronavirus es una pregunta que despierta al mundo, especialmente a los cristianos: ¿es tu vida una confirmación de que Dios te ha llamado de la oscuridad a su luz maravillosa? Esas son las personas (los que han sido llamados y los que aman a Dios) que tienen una garantía, un fundamento, un cimiento en la realidad para no temer, sino que para ser sostenidos por una paz inquebrantable.
Lo que el coronavirus no puede tomar
Romanos 8 —«el gran ocho»— es un texto que, creo, todos en este periodo de aislamiento deben memorizar. Es una sugerencia: eso es lo mejor que puedes hacer con tu tiempo. Romanos 8 da enormes fundamentos para esta valentía que cualquier cosa en el mundo; que cualquier cosa que el mundo tenga que ofrecer. Mencionaré cuatro:
- Para los que han sido llamados y que aman a Dios en Jesucristo, toda la justa condenación de Dios hacia ti fue puesta en Jesús y ahora no hay condenación (no hay castigo) para quienes están en Cristo: «enviando a su propio Hijo en semejanza de carne de pecado y como ofrenda por el pecado, condenó al pecado en la carne» (Ro 8:3). La condenación para quienes están en Cristo ya no existe, pues ocurrió en el Calvario. Eso es maravilloso.
- La disposición de Dios para sacrificar a su único Hijo por los que han sido llamados y que lo aman significa que Él no solo murió en el lugar de ellos, sino que no les retuvo nada por su eterno bien: «El que no negó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos dará también junto con Él todas las cosas?» (Ro 8:32). Por tanto, todo lo que necesitamos para glorificar a Dios y para tener un gozo eterno, Él nos lo garantiza en la cruz en este tiempo de coronavirus.
- Nadie que sea llamado por Dios fallará en alcanzar la gloria eterna. Existe una inquebrantable cadena de devoción al pacto de que Dios guardará a sus llamados para siempre: «A los que predestinó, a esos también llamó. A los que llamó, a esos también justificó. A los que justificó, a esos también glorificó» (Ro 8:30). Ninguno de los que ha llamado está perdido, jamás.
- Finalmente, esto es lo que todo esto significa: ni tribulación, ni angustia, ni persecución, ni hambruna, ni desnudez, ni peligro, ni espada, ni el coronavirus, ni el colapso económico, ni la anarquía total, ni el fin del mundo puede separarnos del amor de Cristo. Eso incluye a la muerte, especialmente a la muerte, porque Romanos 8:36 dice: «Por causa tuya somos puestos a muerte todo el día».
No importa si mueres por el coronavirus o porque una pandilla anticristiana te mató. Nada puede «separar[nos] del amor de Dios que es en Cristo Jesús» (Ro 8:39). «Pero en todas estas cosas somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó» (Ro 8:37). Por lo tanto, cristiano, por lo tanto, cristiano, amante de Dios, llamado de las tinieblas a su luz maravillosa, levanta tu cabeza, pon una canción en tus labios, ama a tu prójimo y no temas.
Esos son algunos pilares sólidos bajo la vida cristiana. Gracias, pastor John. Y sí, «qué precioso regalo Dios nos está dando para descubrir, mientras tenemos tiempo, que los pilares que sostienen tu paz son falsos y están hechos de papel maché». ¡Qué mensaje para este tiempo!