La carta a los Hebreos es considerada una de las exposiciones más ricas del Antiguo Testamento para los cristianos. Hebreos, no solo está lleno de referencias a la historia del Antiguo Testamento, sino que también a su enseñanza. Para quienes aman a Jesús, Hebreos ofrece una clase magistral de lectura cristiana del Antiguo Testamento. A continuación, te presento cinco consejos de la carta a los Hebreos para tu lectura del Antiguo Testamento:
1. NO ESPERES MÁS (HEBREOS 1-2)
El Antiguo Testamento es una obra literaria magistral. Sus historias, personajes, eventos y sabiduría nos sumergen en lo más profundo de la experiencia humana. Sin embargo, al recorrer sus páginas no deberíamos esperar encontrar una nueva revelación. El Antiguo Testamento puede ayudarnos a comprender mejor y más profundamente nuestra experiencia cristiana; no obstante, describe una realidad inferior a la que nos ha sido presentada en Jesús. El autor de Hebreos lo presenta así:
Dios, habiendo hablado hace mucho tiempo, en muchas ocasiones y de muchas maneras a los padres por los profetas, en estos últimos días nos ha hablado por Su Hijo, a quien constituyó heredero de todas las cosas, por medio de quien hizo también el universo. Él es el resplandor de Su gloria y la expresión exacta de Su naturaleza, y sostiene todas las cosas por la palabra de Su poder (Hebreos 1:1-3).
- La antigüedad provisoria de la revelación del Antiguo Testamento (v. 1a) es contrastada con la actualidad definitiva de la revelación en el Hijo (v. 2a).
- La pluralidad de los profetas en el Antiguo Testamento (v. 1b) es contrastada con la singularidad del Hijo como supremo revelador de Dios (v. 2b).
Cada vez que leamos el Antiguo Testamento debemos recordar que estamos entrando en una realidad inferior e incompleta que nos exige mirar a Cristo para entenderla.
2. NO ESPERES RESOLUCIÓN (HEBREOS 3-4)
El Antiguo Testamento no es una historia completa. De la misma manera en que funciona una serie de libros, el Antiguo Testamento solo encuentra su resolución en el siguiente tomo: la llegada de Jesús. Los autores del Antiguo Testamento sabían esto, de manera que, se empeñan en dejar en claro que la realidad que vivían esperaba lo que estaba aún por venir. Un ejemplo de esto es cuando el autor de Hebreos nos dice que los creyentes del Antiguo Testamento que entraron en la tierra prometida no experimentaron realmente el reposo, pues esperaban un reposo que estaría por llegar en Cristo:
Porque si Josué les hubiera dado reposo, Dios no habría hablado de otro día después de ese. Queda, por tanto, un reposo sagrado para el pueblo de Dios (Hebreos 4:8-9).
Al leer el Antiguo Testamento debemos hacerlo recordando que está deliberadamente escrito para producir suspenso; la expectativa de que algo falta y que solo llegará en Jesús, a quien ya hemos recibido y a quien todavía esperamos.
3. NO ESPERES EXPLICACIONES EXHAUSTIVAS (HEBREOS 5-7)
Para el autor de Hebreos, la riqueza del Antiguo Testamento yace en su calidad de modelo. Cada vez que leemos en el Antiguo Testamento del sacerdocio, de la impureza, de las leyes, y de la salvación del peligro, vemos a Dios tratando de enseñarnos la manera en la que él salvará, gobernará, purificará y se relacionará con su pueblo en Cristo. Así lo dice el autor de Hebreos:
Ahora bien, el punto principal de lo que se ha dicho es este: tenemos tal Sumo Sacerdote, que se ha sentado a la diestra del trono de la Majestad en los cielos, como ministro del santuario y del tabernáculo verdadero, que el Señor erigió, no el hombre. Así que si Él estuviera sobre la tierra, ni siquiera sería sacerdote, habiendo sacerdotes que presentan las ofrendas según la Ley; los cuales sirven a lo que es copia y sombra de las cosas celestiales (Hebreos 8:1-2, 4-5a).
El Antiguo Testamento busca reflejar y apuntar a la realidad que aún no llegaba, de manera que, debemos esperar encontrar situaciones que no se explican en sí mismas, pues solo están allí para enseñarnos una realidad más grande que aún estaba por venir; la realidad de la Salvación que disfrutamos en Cristo.
4. NO ELUDAS SU FRACASO (HEBREOS 8-10)
Una de las principales tentaciones al leer el Antiguo Testamento como Palabra de Dios es pretender que todas sus historias son triunfantes y que están allí para ofrecernos solo ejemplos positivos y victoriosos. Sin embargo, la carta a los Hebreos nos advierte: el Antiguo Testamento es un fracaso.
Pues, si aquel primer pacto hubiera sido sin defecto, no se hubiera buscado lugar para el segundo. Porque reprochándolos, Él dice:
«Miren que vienen días, dice el Señor, en que estableceré un nuevo pacto con la casa de Israel y con la casa de Judá; no como el pacto que hice con sus padres… porque no permanecieron en Mi pacto… Porque este es el pacto que Yo haré con la casa de Israel después de aquellos días, dice el Señor: Pondré Mis leyes en la mente de ellos, y las escribiré sobre sus corazones. Yo seré su Dios, y ellos serán Mi pueblo… Pues tendré misericordia de sus iniquidades, y nunca más me acordaré de sus pecados» (Hebreos 8:7-12).
Al recorrer las páginas del Antiguo Testamento necesitamos recordar que estas narran la historia del fracaso del hombre. Por eso, fue necesario un nuevo pacto en el que nuestro Dios y Salvador Jesucristo se hizo cargo de cumplir, no solo con su parte, sino también con la nuestra.
5. NO IGNORES LA VOZ DE LOS PERSONAJES (HEBREOS 11-13)
Un peligro al leer el Antiguo Testamento es ignorar cuán fuertemente puede enseñarnos de la vida de sus personajes. Hebreos 11 nos indica que la enseñanza más importante de la vida de los fieles del Antiguo Testamento es que vivían expectantes de lo que aún estaba por llegar en Jesús.
Todos estos murieron en fe, sin haber recibido las promesas, pero habiéndolas visto desde lejos y aceptado con gusto, confesando que eran extranjeros y peregrinos sobre la tierra. Porque los que dicen tales cosas, claramente dan a entender que buscan una patria propia. Y si en verdad hubieran estado pensando en aquella patria de donde salieron, habrían tenido oportunidad de volver. Pero en realidad, anhelan una patria mejor, es decir, la celestial. Por lo cual, Dios no se avergüenza de ser llamado Dios de ellos, pues les ha preparado una ciudad (Hebreos 11:13-16).
Cuando leemos las historias del Antiguo Testamento, leemos también las historias de hombres y mujeres que murieron esperando la realidad que nosotros disfrutamos hoy. Escuchemos su testimonio y sigamos su consejo.
CONCLUSIÓN
Debemos reconocer, entonces, que la carta a los Hebreos nos enseña a leer el Antiguo Testamento como una sombra de nuestra realidad en Cristo (Hebreos 8:5; 10:1):
- Una sombra que en su forma, representa la manera en que Cristo nos ha rescatado y nos rescatará.
- Y una sombra que adelantándose a su dueño, señala la necesaria venida de Jesús para cobrar sentido.
La carta a los Hebreos nos enseña a leer el Antiguo Testamento para aprender que somos privilegiados de presenciar el tiempo final, ad portas de que los cielos se abran y habitemos con nuestro Señor para siempre. La realidad esperada por generaciones está frente a nosotros.
Por tanto, puesto que tenemos en derredor nuestro tan gran nube de testigos, despojémonos también de todo peso y del pecado que tan fácilmente nos envuelve, y corramos con perseverancia la carrera que tenemos por delante, puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe, quien por el gozo puesto delante de Él soportó la cruz, despreciando la vergüenza, y se ha sentado a la diestra del trono de Dios. Consideren, pues, a Aquél que soportó tal hostilidad de los pecadores contra Él mismo, para que no se cansen ni se desanimen en su corazón (Hebreos 12:1-3).