Título original en inglés: «No more minimizing pain».
«Pero mi sufrimiento no es tan grave como el de ella».
Suena valiente y compasivo. Si tú crees esto, evitas jugar la carta de la víctima, y la carta de la víctima es tan desagradable como inútil. Entonces, quién podría imaginar que estas buenas intenciones pueden salir tan mal.
No hay un medidor de sufrimiento
La verdad es esta. En la Escritura no hay un medidor de sufrimiento, como si ser quemado en la hoguera tuviera un puntaje de 100, cáncer en etapa terminal un 85, una amistad quebrada un 50 y usar zapatos incómodos un 5. Si existiese tal sistema, el sufrimiento de una persona que alcanzó un 80 tendría que ceder al que alcanzó 81. Aquel con el sufrimiento menos severo debería sufrir en silencio. Él o ella no tendría derecho a buscar el consuelo de otros o de Dios. Hacerlo sería quitarle tiempo que podría ser mejor usado por sufrientes más calificados.
No hay un medidor de compasión
Y aquí hay algo peor. Un medidor de sufrimiento inevitablemente estará acompañado de un medidor de compasión. Mostraríamos más compasión a aquel con más sufrimiento y entregaríamos una fracción de compasión a aquel con menos sufrimiento. Dios también le debería compasión completa a uno con puntaje de 100, pero no le importaría al de zapatos incómodos.
Muchos de nosotros pensamos que existe tal sistema.
Sin embargo, Dios jamás compara nuestro sufrimiento con el de alguien más. Nunca. Él ni siquiera lo compara con su propio sufrimiento. No dice: «veamos, recién te divorciaste. Mmm. ¿Quieres conocer lo que es el dolor real? Yo sufrí y morí por tus pecados». En lugar de eso, su familiaridad personal con el dolor humano nos asegura su compasión, no sus comparaciones.
Clama a Dios siempre
Los Salmos constantemente nos invitan a clamar al Señor, que es otra manera de decir que nuestro Dios nos invita constantemente a clamar a Él. Puede que no nos identifiquemos con los salmistas que están siendo perseguidos por sanguinarios enemigos, pero siempre podemos encontrar un salmo que hable por nosotros. Considera el salmo 130. Es uno de mis favoritos porque el salmista no especifica la naturaleza de sus problemas. En lugar de eso, es increíblemente ambiguo. El único requisito para identificarte con este salmo es que tienes que estar sufriendo.
El peligro de establecer un orden jerárquico dentro del sufrimiento es que te hace sentir autorizado para clamar al Señor cuando las cosas andan muy mal, pero te mantienes aislado y en silencio si tu dolor está por debajo del promedio nacional. Esto, por supuesto, no puede ser. Si hay algo que sabemos sobre nosotros mismos y sobre la Escritura es esto: fuimos creados para hablar tanto de los gozos como de las penas de nuestro corazón. Él se deleita en escuchar nuestras alegrías y en cargar nuestras penas. La cosa más humana que podemos hacer es clamar a Él. Cualquier sistema que restringe el clamor de nuestro corazón es, como mínimo, sospechoso. Lo más probable es que tenga en él huellas digitales diabólicas.
Entonces, expone este sistema miserable. Deséchalo ahora. Enójate por haber sido engañado para creer que a Dios no le interesan los detalles de tu vida. Aún puedes decir: «mi sufrimiento no es para nada como lo que ella está experimentando, lo que hace que sea mucho más increíble que Dios me escuche y se preocupe».
Esta traducción está protegida por derechos de autor © 2022 por The Christian Counseling & Educational Foundation (CCEF). Este artículo, titulado «No more minimizing pain» Copyright © 2011, fue escrito por Ed Welch y está disponible en https://www.ccef.org/no-more-minimizing-pain/. Todo el contenido está protegido por los derechos de autor y no puede ser reproducido sin el permiso escrito otorgado por CCEF. Para más información sobre clases, materiales, conferencias, educación a distancia y otros servicios, por favor, visite www.ccef.org.