La femineidad no es un regalo de bodas; es la forma en que fuimos creadas. Aunque somos iguales a los hombres en valor y dignidad, tenemos, sin embargo, diferentes roles divinamente asignados. Cuando Dios creó a Eva, le asignó, así como a todas las mujeres después de ella, la honorable tarea de ayudar (Gn 1:27; 2:18).
Carolyn McCulley explica lo que esto supone para las mujeres solteras:
«La Biblia deja claro, en numerosos pasajes, que como cristianos estamos todos aquí para servir. Sin embargo, en la Escritura encontramos una aplicación específica para las esposas, que consiste en ayudar a sus esposos. Aun antes de contar con el misericordioso don de un marido, hay formas de distinguir los suaves ecos de la ‘ayuda idónea’ en las vidas de las mujeres solteras».
Cuando consideramos las ventajas de la soltería, ser «ayudante» es una de las que encabeza la lista. ¿Cómo puedes hacer más perceptibles estos «suaves ecos» en tu vida y, más específicamente, en tus relaciones con los hombres?
Obviamente este es un tema enorme —demasiado grande como para cubrirlo todo en este pequeño artículo—, pero permíteme hacerte una pequeña sugerencia: puedes ayudar incentivando a los hombres piadosos a liderar. Puedes mostrar tu femineidad dando espacio a que estos hombres practiquen el liderazgo servicial.
Ahora bien, esto no significa que debas seguir el liderazgo de todos y cada uno de los hombres. Y, desde luego, nunca debes permitir que un hombre te lleve a pecar o te aleje de las prioridades que Dios tiene para tu vida.
Sin embargo, cada vez que puedas, al relacionarte con hombres piadosos en la iglesia y en tu vida, haz lo que puedas para animarlos a tomar la iniciativa.
Ciertamente no siempre es sencillo, y no estoy prometiéndote que todos los hombres comenzarán automáticamente a liderar en respuesta a tu motivación. Lo importante es que cultives el hábito de dar espacio al liderazgo de los hombres en tu vida.
El Señor ha puesto a ciertos hombres en tu vida —padres, jefes, amigos— y ellos necesitan saber que estarás dispuesta a seguir su liderazgo piadoso en vez de resistirlo.
Por ejemplo, si tienes una gran decisión que tomar, busca el consejo de tu padre, de tu pastor o del líder de tu grupo de estudio bíblico. No asumas de manera independiente que te las puedes arreglar sin un liderazgo sabio. En lugar de eso, permite que estos hombres piadosos tengan la oportunidad de liderar.
Cuando estés en tu grupo de estudio bíblico o con tus amigos, no seas siempre la que inicie las actividades o planifique los eventos. Carolyn McCulley sugiere que lances tu idea a uno de tus amigos hombres. Pídele que lidere, pero luego ofrece tu ayuda en lo que esté a tu alcance.
Y cada vez que veas a un hombre piadoso tomar la iniciativa para liderar una actividad grupal, expresa gratitud y disposición a seguirlo. Aun si no desempeña su liderazgo a la perfección (¡y probablemente no lo hará!), tu aliento lo incitará a cumplir el rol que Dios le ha dado.