Título original en inglés: “Saying ‘Yes’ to What Can Kill You”
Este artículo es parte de una serie para pastores sobre problemas que todos tenemos. Los otros problemas que se abordan aquí son el enojo, el sufrimiento y el dolor de la vida, la culpa, el temor y la vergüenza. Todo cristiano debe tener cada vez más sabiduría en cuanto a ellos.
En este artículo, quiero hablar de la adicción.
Muchos de mis conocidos murieron en los últimos dos años (más que en los diez anteriores). Algunos fallecieron por enfermedad, otros se suicidaron, pero la mayoría murió de sobredosis. Las historias de quienes habían muerto por sobredosis comenzaron a sonar igual. Muchos comenzaron con narcóticos legales, cuando un médico les recetó algo para el alivio del dolor (tramadol, hidrocodona, oxicodona). La droga funcionaba hasta que desarrollaban tolerancia a ella, luego buscaban y encontraban más o algo peor. La heroína era más barata y se convirtió en la droga preferida. Con el tiempo, la suplementaban con fentanilo o carfentanil y sufrían sobredosis involuntariamente. Y la muerte seguía llegando.
Los seres humanos tienen el hábito de decir que sí a actividades que pueden dañarlos, incluso cuando lo que quieren es decir «no». El uso de narcóticos es la más letal de esas actividades; la pornografía, la más común. Ciertamente, el porno es letal en su forma: mata las relaciones e insensibiliza el alma.
Como pastores, ¿de qué manera podemos siquiera comenzar a ayudar a aquellos que dicen «sí» a lo que puede matarlos? Una manera es que nuestras iglesias tengan claro lo que significa ser humano; es decir, queremos entender cómo la Escritura prevé estas luchas y establece la manera de responder a las características de nuestra común humanidad.
A continuación, les presento tres aspectos de nuestra humanidad que pueden ayudar con las adicciones.
Ser humano es decir no a la tentación
Cuando pensamos en las adicciones, los puntos de entrada naturales son palabras como deseo, lujuria, carne, sensualidad o embriaguez, pero hay una historia importante detrás de ellas: una historia de tentación. Esa es la historia que queremos entender.
Una de las primeras preguntas que se plantean en la Escritura es acerca de la tentación: cuando vengan las tentaciones, y vendrán, ¿confiarás en las palabras del Señor y dirás que no? La literatura sapiencial tiene el propósito de ayudarnos con esta pregunta. El incesante mensaje del libro de Proverbios es que nuestros deseos no son un juez confiable sobre qué caminos llevan a la vida y cuáles a la muerte. Es más, nuestros deseos pueden sugerir que la vida carece de interés y que la muerte puede otorgar satisfacción. Proverbios apunta a afinar nuestro discernimiento. Nos ayuda a considerar las consecuencias de nuestras decisiones.
El trabajo pastoral, por lo tanto, levanta el perfil de la tentación humana. Todos necesitamos discernimiento y poder para alejarnos de la tentación. Todos necesitamos ver a Cristo como más hermoso que el atractivo trío del mundo, la carne y el diablo.
Ser humano es acudir al Señor en el sufrimiento
Las tentaciones son más pronunciadas cuando sentimos incomodidad o dolor. Para quienes luchan contra los narcóticos, el dolor es un dolor físico real, pero se une al dolor de las relaciones rotas, a las expectativas frustradas y a otras miserias que crean una masa confusa de desesperanza.
El trabajo pastoral, por lo tanto, evita pronunciamientos triunfalistas y considera seriamente los problemas de la vida diaria. Muchos de nosotros todavía creemos secretamente que la vida en Cristo significa menos sufrimiento que el resto de la población y que estamos desequilibrados cuando las dificultades llegan para quedarse. En respuesta, todos necesitamos volver a aprender que el amor y la presencia de Dios es una certeza gracias a Jesús. Todos necesitamos practicar clamar al Señor en nuestra dificultad, en vez de lidiar con los problemas a nuestra manera.
Ser humano es hablar abiertamente unos con otros de los problemas y las tentaciones
Esta es una propuesta difícil de integrar en nuestro ministerio. Podemos predicar acerca de decir «no» a la tentación o de acudir al Señor en el sufrimiento, pero esta proposición se trata de la cultura de la iglesia, por lo que debe ser parte de nosotros si vamos a influenciar a otros.
Preferimos guardarnos nuestras luchas, en especial cuando son vergonzosas. Al contrario, el Reino de Dios nos invita a ser abiertos ante Dios y los demás. El desafío es que esto es tanto atractivo como imposible: ser conocido y aceptado es paz, pero ¿quién se ofrece voluntariamente a hablar sobre sus tentaciones y pecados? ¿Y si alguien se abre a otros y encuentra reproches y juicios que no ayudan?
El trabajo pastoral, por lo tanto, considera los pequeños pasos que construyen una comunidad acogedora y abierta. Esto se traduce en que el pastor está dispuesto a mostrarse necesitado y abierto, lo que requiere sabiduría para ayudar a otros en lugar de simplemente conmover a las personas.
El ministerio pastoral tiene un sinfín de asuntos que considerar. Mi propósito, sin duda, no es agobiarte con más trabajo. Al contrario, sabemos que estos problemas tienen cierta prioridad en nuestro ministerio y esta es una ocasión para revisarlos.
Este artículo fue traducido íntegramente con el permiso de The Christian Counseling & Educational Foundation (CCEF) por María José Ojeda, Acceso Directo, Santiago, Chile. La traducción es responsabilidad exclusiva del traductor.
Esta traducción tiene concedido el Copyright © (30 de septiembre, 2021) de The Christian Counseling & Educational Foundation (CCEF). El artículo original titulado “Saying ‘Yes’ to What It Can Kill You” Copyright © 2018 fue traducido por María José Ojeda, Traductora General, Acceso Directo. El contenido completo está protegido por los derechos de autor y no puede ser reproducido sin el permiso escrito otorgado por CCEF. Para más información sobre clases, materiales, conferencias, educación a distancia y otros servicios, por favor, visite www.ccef.org