Piensen bíblicamente
Bueno, es esa temporada del año otra vez. Las noches son más frescas. Las hojas comienzan a cambiar de color y a caerse de los árboles. El cambio de horario de verano está a la vuelta de la esquina. Y las personas de tu iglesia están discutiendo sobre Halloween… ¡qué maravilla! Un santo mayor y piadoso te frunce el ceño con desaprobación mientras mencionas que llevarás a tus hijos a pedir dulces, mientras la familia al otro lado de la banca ¡está preparándose para su fiesta anual de disfraces, con tallado de calabazas y música espeluznante incluido! ¿Qué debe hacer un cristiano cuando llega el 31 de octubre?
Como padre de cuatro niños pequeños, estoy justo en medio de la «moda» de Halloween. Escoger el disfraz correcto requiere semanas de cuidadosa planificación. El tema de chisme de la escuela y la conversación en círculos de niños de ocho años es recorrer la calle principal para pedir dulces («¡escuché que los Hunter dan barras de chocolate de tamaño real!»). Mi hijo de seis años me está rogando visitar la casa embrujada local (la respuesta es: «no»).
No tengo todas las respuestas, pero mi esposa y yo hemos buscado pensar bíblicamente sobre esta ocasión que aparece cada año en este tiempo. Y por lo tanto, humildemente ofrezco seis ayudas para ustedes, padres, a medida que piensan qué hacer con Halloween como familia.
1. Disfrútalo, pero no lo celebres
Esta se ha convertido en una de las maneras en que buscamos distinguirnos de otros niños en la forma en que nos involucramos con Halloween versus cómo nos involucramos con Navidad y Pascua. Disfrutamos Halloween. Nos divertimos con los disfraces, nos gustan los dulces (y, admitámoslo, ¡nosotros, los papás, sacamos nuestra parte!), y disfrutamos llevar a nuestros hijos a buscar dulces con nuestros amigos y sus hijos. No obstante, no celebramos Halloween. No nos involucramos emocional ni devotamente con este día de ninguna manera.
Disfrutamos Halloween; celebramos Navidad y Pascua. Estos son días magnificentes en el calendario de nuestra iglesia, no sólo en nuestro calendario cultural. Celebramos estos días recordando de qué se tratan: la encarnación de Jesucristo y la gloriosa resurrección de nuestro Señor y Salvador. Halloween es un tiempo para tener cierta diversión; Navidad y Pascua son tiempos para adorar.
2. Nunca glorifiques la violencia, el mal ni lo sangriento
Aun cuando Halloween puede ser una ocasión para algunos inofensivos disfraces y quizás incluso para «dar un paseo en un carro de heno embrujado» con algunas personas de buen carácter que salen y gritan «bu», nunca es una ocasión para glorificar la violencia, el asesinato o el daño a un ser humano. Algunos disfraces, películas y casas embrujadas se sobrepasan en este sentido. No es un impulso piadoso el que lleva a alguien a emocionarse por extremidades amputadas, armas sangrientas y máscaras o escenas grotescamente sangrientas. Como seguidores del Señor resucitado, quien un día resucitará a su pueblo de entre los muertos —como seguidores del Creador amoroso, quien hizo a cada hombre y mujer a su imagen— no debemos glorificar ni deleitarnos en la destrucción violenta de su imagen. No, ni siquiera por un día cada año.
3. Busca conocer y amar a tus vecinos
Cuando se trata de Halloween en la cuadra, este día puede ser una ocasión para servir, amar y conocer a las personas de tu vecindario. Cuando llevas a tus hijos a buscar dulces, haz una pausa para tener una conversación con la familia que vive a la vuelta de la esquina. O considera quedarte en casa, llenar un pocillo grande con dulces y agregar algunas palabras de ánimo a medida que le entregas dulces a los niños y a los padres que tocan el timbre. El año pasado, llevar a mis hijos a buscar dulces en el vecindario de mis padres en realidad ¡ayudó a mi mamá y a mi papá a conocer a sus vecinos por primera vez! No pierdas la oportunidad de construir relaciones que podrían llevar a una comunicación clara del Evangelio de Jesucristo.
4. Ten confianza en el poder de Cristo sobre la oscuridad
Es verdad que algunos aspectos de Halloween pueden remontarse a rituales oscuros y pueden estar conectados con una fascinación por lo oculto. El 31 de octubre sin duda ha sido un día que ha sido nombrado y reclamado por personas fascinadas por la oscuridad, atraídas por lo demoníaco y que aman coquetear con el miedo, con el terror e incluso con la maldad en su totalidad. No obstante, como cristianos, no debemos paralizarnos por la superstición temerosa de que podríamos estar apoyando la obra del diablo mientras le entregamos dulces a los niños de cinco años vestidos como brujos en nuestra puerta. Jesucristo, nuestro Salvador, es más grande que aquel que está en este mundo. De hecho, Pablo nos recuerda que Jesús ya triunfó sobre los poderes de la oscuridad en la cruz, haciendo de ellos un «espectáculo público» (Col 2:15). Si decides involucrarte en Halloween de alguna forma, hazlo sabiendo que sirves a un Salvador que es más poderoso que Satanás, más brillante que la oscuridad, y que provoca que los demonios se estremezcan. Y dale algunos Skittles al vampiro miniatura en la entrada de tu casa.
5. Aprovecha Halloween . . . y celebra el Día de la Reforma
Para aquellos de nosotros que celebramos la Reforma, iniciada por Martín Lutero y la traducción y predicación de la Palabra de Dios, podemos recordar que el 31 de octubre es significativo debido a su lugar en la historia de la iglesia… no sólo por los dulces en las calabazas plásticas de nuestros hijos. Este domingo que viene en nuestra iglesia, les recordaremos a nuestra congregación que es el domingo de la Reforma. Seguimos la tradición de aquellos reformadores que valientemente insistieron en las verdades bíblicas en relación a nuestra salvación: sólo por Cristo, sólo por la fe, sólo por gracia. Así que disfruta de ir a buscar dulces el jueves; celebra la Reforma el domingo.
6. A veces podemos estar de acuerdo con no estar de acuerdo
Finalmente, está bien admitir que la familia de tu iglesia que organiza la fiesta de Halloween y que la mujer que frunce el ceño y desaprueba la fiesta probablemente no van a estar de acuerdo. La vida puede continuar. No obstante, esa familia probablemente puede intentar entender un poco más las dudas sobre Halloween que algunos de su iglesia tienen. Quienes se restan de disfrutar Halloween probablemente pueden darles a los creyentes que aman a Cristo el beneficio de la duda.
Y, por la gracia de Dios, pueden estar juntos y cantar a todo pulmón Castillo fuerte el domingo de la Reforma.