Llevados por la avaricia, estos maestros los explotarán a ustedes con palabras engañosas. (2 Pedro 2:3a)
Hace casi 10 años hubo una gran estafa conocida como los “quesitos mágicos”. Una mujer de nacionalidad francesa, con una gran personalidad, gran capacidad de convencimiento, adulaciones y promesas de ganancias inigualables, ofrecía por 400 USD un pack de implementos para la producción casera de quesos, los cuales su misma empresa compraría en el futuro a 3 veces el valor de la inversión inicial. Todo se hizo más tentador cuando varios empezaron a recibir el dinero prometido por su inversión, lo que permitió la llegada de más interesados y la mayor inversión de aquellos que habían ganado. El resultado fue que, de un momento a otro, esta mujer abandonó el país llevándose una gran riqueza y estafando a todo aquel que puso su confianza en su tentador ofrecimiento. Por más increíble que parezca, más de 6000 personas cayeron en este engaño.
Como siempre ocurre en los miles de casos que conocemos, donde hay personas con hambre de ganancias fáciles y amor al dinero aparece alguien con una gran capacidad de convencimiento que les engaña para enriquecerse.
Este es el caso de lo que Pedro nos presenta sobre los falsos maestros. Llevados por su avaricia, intentarán explotar a las personas con sus palabras engañosas. La palabra avaricia tiene una connotación comercial. Se refiere al deseo de obtener ganancia económica de una actividad determinada. Para ello se introducen encubiertamente en las iglesias y utilizan palabras engañosas para obtener sus ganancias. La palabra que Pedro utiliza para “engañosas” es la que da origen al concepto de “plástico”, “fabricado”; algo que se adapta fácilmente para el elemento que se quiere construir con él [1]. Es decir, los falsos profetas utilizan palabras que se adaptan estratégicamente al oído del oyente para lograr obtener su dinero para el propio enriquecimiento. Los adulan, los atrapan con su personalidad, les prometen riquezas y adaptan ciertos versículos bíblicos para que los oyentes ofrenden, o mejor dicho, inviertan en sus ministerios. Escuchamos de ellos cosas como “Si ofrendas esta cantidad de dinero, Dios te bendecirá y te lo devolverá triplicado”. Entonces, entre más des, más vas a recibir. Ponen en sus púlpitos testimonios atrayentes de gente a la que “le ha funcionado” y hacen que más y más terminen dando su dinero.
Pablo nos dice que los verdaderos discípulos de Cristo nunca recurren a las adulaciones ni a las excusas para poder obtener dinero de la gente (1 Ts 2:5). Por tanto, en ello podemos ver que estos no son más que falsos maestros. Debemos evaluar a la luz de la propia Biblia las enseñanzas de todo aquel que afirma enseñar la palabra de Dios. Pero de forma global, no con algunos versos sacados de contexto. Debemos sospechar seriamente si notamos que en una predicación brillan más las “bendiciones materiales” del reino de Dios que Jesucristo mismo.
Pero donde hay avaricia y amor al dinero hay oportunidad para estos maestros. Por eso, antes de denunciar a quienes hacen este tipo de engaños, debemos cuidar nuestros propios corazones frente al dinero. No debemos extrañarnos de que caigamos fácilmente presa de este tipo de pastores cuando nos ofrecen lo que en verdad amamos. Hace unos años pude conocer uno de estos casos de forma bastante cercana e íntima, y digo con vergüenza y humildad que sus enseñanzas son bastante convincentes, sobre todo cuando nuestro corazón no está puesto en el Señor.
Esto tampoco debe impedir que seamos generosos y ofrendemos con alegría. Pero claramente no para la expansión de la mansión del pastor o para que Dios me devuelva el triple, sino para la expansión de su reino, para que muchos más puedan conocerle.
Por eso debes leer tu Biblia a diario, orar, revisar tu corazón frente al Señor y buscar iglesias donde sus líderes muestren con pasión la belleza del Señor, para no caer en los tentadores ofrecimientos de aquellos que buscan enriquecerse con sus palabras plásticas.
[1] Carson, D. A., France, R. T., Motyer, J. A., & Wenham, G. J. (2000). Nuevo Comentario Bı́blico: Siglo Veintiuno (electronic ed., 2 P 2:3). Miami: Sociedades Bı́blicas Unidas.