No sabemos mucho sobre el hombre llamado Enoc.
La Biblia no menciona ningún detalle sobre su vida, sobre sus maravillosas proezas, sobre sus batallas ganadas o sobre sus viajes hechos por fe como lo hace con otros personajes bíblicos. Todo lo que sabemos es que él fue la séptima generación entre Adán y Noé, que su padre fue Jared y que su hijo fue el famoso longevo Matusalem (ver Gn 5:18-24).
A pesar de haber tenido una vida común y corriente (en términos de importancia histórica y detalle bíblico), Enoc es la segunda persona consagrada en el famoso «Paseo de la fe» de Hebreos 11.
Vidas que pasan desapercibidas
¿Cuál es la razón para haber incluido a Enoc entre hombres como Noé, Abraham y Moisés? Yo tengo una teoría: tal como Enoc, nosotros tendremos vidas que pasarán desapercibidas.
No me malentiendan. No estoy diciendo que no seremos influyentes ni que seremos ignorados. Lo que quiero decir con esto es que simplemente la mayoría de los cristianos nunca llegarán a quedar registrados en libros de historia. Solo tendremos una pequeña cantidad de seguidores en Twitter y Facebook. La mayoría de nosotros no tendrá un millón de personas leyendo nuestros blogs y cuando muramos, aparte del leal círculo de la familia y de los amigos cercanos, los detalles de nuestras vidas serán en buena parte olvidados por aquellos que nos conocieron.
¿Los desanima esa realidad? Sean honestos: es tentador pensar que no podremos marcar la diferencia. Es fácil pensar que lo que somos, lo que creemos y cómo vivimos no impactará a otros. ¿Acaso no somos solo biología momentánea en el radar universal del espacio y del tiempo?
Agradable a Dios
La historia de fe de Enoc desafía nuestra visión pesimista de nuestro significado y propósito. Esto es lo que dice Hebreos 11:5: «Por la fe Enoc fue sacado de este mundo sin experimentar la muerte; no fue hallado porque Dios se lo llevó, pero antes de ser llevado recibió testimonio de haber agradado a Dios».
Aun cuando no sabemos nada sobre este hombre, la breve mención en Hebreos 11 nos confronta con la realidad de que Dios nos nota y le importamos.
La única manera en que Dios podría haberse agradado en la vida de Enoc era notándola, y la única razón para que Dios la hubiera notado es porque le importaba. Esto significa que la vida de Enoc, aunque era «insignificante» en términos humanos, estaba lejos de eso. ¿Cómo podría haber otra vida más importante que una que es tomada en cuenta por el Señor del cielo y la tierra y es elogiada por él?
Verán, la historia de fe de Enoc nos cuenta que el significado y propósito últimos no se encuentran en el poder político, en la influencia cultural, en la importancia histórica o en la acumulación de las riquezas. Pueden tener todas estas cosas y aún ser asediados por sentimientos de falta de sentido. El único lugar para encontrar significado y propósito que provoca paz y produce contentamiento es en la relación vertical con Dios.
La historia de Enoc nos enseña que a los ojos de Dios, ninguno de sus hijos es insignificante ni pasa desapercibido.
Una historia más
Hay algo más que debe mencionarse sobre la poca importancia de la vida de Enoc, porque, de hecho, tenemos una cita que vino de la boca de este hombre poco conocido. Es una profecía, que encontramos en Judas 1:14-15, sobre el juicio de Dios contra el mal:
También Enoc, el séptimo patriarca a partir de Adán, profetizó acerca de ellos: «Miren, el Señor viene con millares y millares de sus ángeles para someter a juicio a todos y para reprender a todos los pecadores impíos por todas las malas obras que han cometido, y por todas las injurias que han proferido contra él»
En esta cita, de un hombre del que conocemos tan poco históricamente, se nos dice todo lo que necesitamos saber sobre su corazón en términos morales: a Enoc le preocupaba profundamente el bien y el mal. Esta profecía no comunica las palabras de un hombre enojado y vengativo, sino que revela el corazón de un hombre cuyo corazón se quebranta a medida que considera la santidad de Dios y la maldad del ser humano.
Nuevamente, existen lecciones que podemos extraer de la vida de Enoc. En primer lugar, la fe vertical produce conciencia moral. En segundo lugar, la conciencia moral produce ojos que ven el mal y un corazón que se preocupa por ello. Y en tercer lugar, cuando sus vidas están moldeadas por la conciencia moral, dejan un legado de bien sean quienes sean, cualquiera sea el lugar donde vivan y sea lo que sea que hagan.
Personas «insignifiantes» por todos lados
El puñado de personas que se registran en los libros de historia no son los que generan gran parte del impacto hacia lo que es correcto, bueno y verdadero en la comunidad humana, sino que son las incontables masas de personajes desconocidos que hacen lo correcto, hablan lo bueno e influencian a otros para que les importe lo que es bueno.
Dios avanza su causa justa por medio de cientos de miles de personas «insignificantes» como Enoc que están comprometidos con lo que es correcto en cualquier lugar donde Dios los ha puesto.
Finalmente, es necesario decir que, sobre todo, la historia de Enoc es una historia de gracia. Enoc era un pecador como el resto de nosotros y los pecadores tienden a preocuparse más sobre sus propios deseos, sentimientos y necesidades que de lo que Dios dice que es correcto. Es difícil dejar un legado de bien cuando estamos tan consumidos con nosotros mismos.
Sin embargo, cuando la gracia entra en nuestras vidas y cambia radicalmente nuestros corazones, comenzamos a preocuparnos sobre lo que Dios dice que es correcto y a desear que nuestras vidas lo agraden a él. Comenzaremos a lamentarnos, no solo por nuestros pecados, sino que por el mal que nos rodea y nuestro lamento se convertirá en acción.
La gracia captura a personas perdidas y sin rumbo e infunde sus vidas con significado y propósito moral, y para esas personas, la conciencia moral no es una carga, sino que es una alegría porque la gracia ha causado que amen a Dios y a otros más de lo que se aman a ellos mismos.
Esa fue la historia de Enoc, y por gracia, puede ser la de ustedes también.