Nota del editor: este es un sermón que John Piper predicó para el Año Nuevo de 2009, pero aunque haya sido escrito años atrás, su aplicación es la misma hoy.
Porque la tristeza que es conforme a la voluntad de Dios produce un arrepentimiento que conduce a la salvación, sin dejar pesar; pero la tristeza del mundo produce muerte (2 Corintios 7:10).
Lo que quiero hacer es resaltar el hecho de que al final del año todos tenemos arrepentimientos. Sin duda tenemos acción de gracias, pero tenemos arrepentimientos. Algunos son grandes y otros, pequeños. Somos pecadores. No nos gusta pecar, por lo que nos arrepentimos de pecar. Así que todos tenemos arrepentimientos.
Fíjense que existen dos tipos de arrepentimiento: el tipo que produce muerte y el tipo que conduce a la salvación. Te sientes roto, triste, mal. Te arrepientes (te vuelves), encuentras perdón, continúas sin que te deprima. Mientras que la aflicción mundana produce muerte.
Sin embargo, hay un tipo de arrepentimiento, un mal sentimiento, que es paralizante, destructivo, que derrota y arruina, y ¿cuál es la diferencia? Miremos Miqueas 7. Este es uno de mis pasajes favoritos de todo el Antiguo Testamento porque es tan maravillosamente denso del Evangelio y por la manera en que lidia con nuestros fracasos. Este es el texto en el que baso el término culpa valiente. La culpa valiente se está mirando al espejo, viendo lo que no te gusta y siendo valiente a pesar de ella por el bien de la justicia.
Cómo vivimos con la culpa valiente
¿Cómo diantres puedes hacer eso? ¿Cómo puedes saber que eres culpable, que eres pecador, que has fallado e ir al futuro del 2009 con todas tus armas cargadas y todas tus cuerdas tensas para la justicia? ¿Cómo puedes hacer ese giro? ¿Cómo puedes hacer eso? De eso se trata este texto.
Sé que hay personas esta noche que tienen una alegría sigilosa y hay personas que están aferrándose con uñas a la extraña providencia de Dios y su gracia en todo. Algunas familias pueden sentirse malditas. Algunas familias parecen recibir más de lo que comparten. ¿Cierto? ¿No es así? Al menos en mi experiencia en estos 28 años pastoreando es que Dios no distribuye el dolor de manera equitativa. No lo hace. No sé por qué. Clasifica y puedes sentirte maldito. Bueno, quisiera ayudarte a luchar a través de una sensación que podrías tener como: «tengo mala suerte en la vida. Nada sale bien para mí. Metí la pata». Ahora ¿qué haces?
Pero yo pondré mis ojos en el Señor,
Esperaré en el Dios de mi salvación.
Mi Dios me oirá.
No te alegres de mí, enemiga mía.
Aunque caiga, me levantaré,
Aunque more en tinieblas, el Señor es mi luz.
La indignación del Señor soportaré,
Porque he pecado contra Él,
Hasta que defienda mi causa y establezca mi derecho.
Él me sacará a la luz,
Y yo veré su justicia (Miqueas 7:7-9).
Ese es un pasaje extraño y maravilloso de la Escritura. Dividámoslo en diez pequeñas piezas.
1. «Aunque caiga». Él ha caído. No sabemos qué pecado fue. Podría haber sido que Israel aquí esté hablando de manera comunitaria y hayan caído en las manos de Babilonia por toda su idolatría. Podrías tomarlo de manera individual o podrías tomarlo de manera comunitaria. Esta persona ha tropezado con algo. Lo descubriremos. Ha ocurrido una caída.
2. «Porque he pecado contra Él». Ahora sabemos de qué caída está hablando. Él pecó. No tropezó inocentemente y se cayó, y culpó a alguien más. Él pecó. Ok, nos caímos y es pecado.
3. «No te alegres de mí, enemiga mía». Sabemos que los enemigos están observando, que están viendo la caída y el pecado, y saborean. Saborean: «eras tan justo, un santurrón, ibas a la iglesia y lo arruinaste». Están saboreando. Miran a los cristianos o a los israelitas o a Israel como nación, la manzana escogida de Dios sentada en Babilonia, y se saborean por la condición. Y el cristiano, el profeta, el piadoso dice: «no hagas eso. No te alegres de mí, enemigo mío».
4. «La indignación del Señor soportaré». Él está bajo el enojo de Dios. Él es un hombre de Dios, el pueblo de Dios, una mujer de Dios y está soportando la indignación del Señor. Dice: «la soportaré. Pequé. Caí. Las personas se están riendo y yo voy a soportarlo porque Dios está legítimamente enojado conmigo. Avergoncé su nombre».
5. «Mi Dios me oirá». La indignación del Señor está sobre él, él ha pecado, las personas se saborean. Sin embargo, él ora y está confiado en que Dios lo escuchará. Ahora, comenzamos a tener agallas. Sin la parte valiente, dirías: «espero que escuche. No creo que escuchará. No creo que escuche la oración de pecadores». Hablarás así. Pero si hay una culpa valiente, dirás: «Mi Dios me oirá».
6. «Esperaré en el Dios de mi salvación». La disciplina del Señor no viene con algún límite prescrito. ¿Una hora? ¿Un año? ¿Qué tipo de indignación, qué tipo de enojo tendré que soportar? Soportaré la indignación del Señor. Enemiga, no te alegres de mí. Estoy clamando a Él. Él me escuchará y yo esperaré. El Salmo 40:1-3 dice:
Esperé pacientemente al Señor,
Y Él se inclinó a mí y oyó mi clamor.
Me sacó del hoyo de la destrucción, del lodo cenagoso;
Asentó mis pies sobre una roca y afirmó mis pasos.
Puso en mi boca un cántico nuevo, un canto de alabanza a nuestro Dios.
Muchos verán esto, y temerán
Y confiarán en el Señor.
Siempre me detengo ahí y pregunto: «¿cuánto esperó?, porque dice: “esperé pacientemente al Señor”». ¿Cuánto esperó? No lo dice. Eso es bueno. José tuvo que esperar treinta años. Se puso cada vez peor, peor y peor mientras se adentraba más y más en Egipto, hacia el calabozo. ¿Dónde estás entu espera?
7. «Aunque more en tinieblas, el Señor es mi luz». Bajo la indignación de Dios, clamando a Dios, confiado de que escuchará, espera al Señor. Está oscuro. El Señor es su luz en la oscuridad. Asumo que eso significa que las circunstancias pueden ser sombrías. Su indignación es real, esto no es como quiere que sea la vida. Las cosas no son como deben ser y él tiene una luz ahí. La única luz en esta oscuridad es el Señor. «Aunque more en tinieblas, el Señor es mi luz».
8. «Hasta que defienda mi causa». Sentir la maravilla de esto, comenzar el versículo nueve: «La indignación del Señor soportaré, porque he pecado contra Él». ¿Cuánto tiempo soportaré su indignación? ¿Cuánto tiempo viviré bajo la nube y la oscuridad de su indignación? «Hasta que defienda mi causa». Eso es realmente extraño. Él es quien está enojado conmigo. La oscuridad viene de Él. Él está enojado y me tiene bajo la indignación, y la oscuridad viene de Él y yo me quedo aquí hasta que defienda mi causa, ¿Acaso suena como algo que conoces? ¿Acaso no te suena como el Evangelio? ¿Acaso no te suena como la cruz? ¿Acaso no suena como la dinámica de la expiación? ¿Dios tenía al mundo bajo la oscuridad de su ira hasta enviar un defensor? Él envió a un Salvador, Él envía a Aquel que vindica su gloria y cubre nuestros pecados. Esto es maravilloso. Esta es la culpa valiente si es que alguna vez hubo culpa valiente. La conciencia simultánea de la indignación de Dios y de su defensa. ¿Puedes lidiar con eso?
La vida cristiana es complicada. Si quieres respuestas simples para tu vida emocional, no las encontrarás aquí. La vida emocional del cristiano es extraña. Debemos aprender a vivir en las complejidades de que podemos saber que Dios está enojado y saber cuán terriblemente hemos pecado y también saber que Él no sólo está enojado conmigo, sino que va a defender mi causa en el debido tiempo. Nadie puede librarme de su enojo, sino Dios, Dios lo hará. Eso es valiente; realmente valiente.
9. «Y establezca mi derecho». Tiemblas por cuál podría ser la siguiente palabra. ¿Estará en contra o a favor? Gracias Dios por estar a mi favor. Todo sobre la justicia diría que ahora Él va a ejercer juicio en mi contra y estoy frito. Se acabó porque pequé. Este tipo es tan valiente sobre la gracia de Dios, que espera aquí bajo la indignación hasta que venga un defensor y defienda su causa, y Dios ahora desde la banca del universo ejerce juicio y resulta que es a mi favor. Este es el Evangelio. Esto es lo que se hizo realidad en Jesús. Todo apunta a Jesús aquí. Todo apuntaba justo a esto. Esto es una representación de eso, el juicio sucedió por mí, ocurrió en el Calvario. El juicio que debió haber caído sobre mí y eliminarme recayó en Jesús, mi Defensor.
10. «Él me sacará a la luz, y yo veré su justicia». No permaneceré en esta oscuridad por siempre. Ahí dentro he visto la luz. Lo he conocido y esta es mi oración: sé que defenderá mi causa, sé que el juicio vendrá para mí, ahora que viene y estoy viendo la luz y estoy contemplando su vindicación y liberación. Ahora, ese es el final de este texto. Estamos en la luz. Todo está bien ahora y hemos aprendido cómo vivir en una culpa valiente.
Nadie como nuestro Dios perdonador
Si no estudias para vivir con una culpa valiente, no sé cómo lidiarás con tus pecados ni cómo estarás al tanto de ellos. Simplemente, no sé cómo lo harás. Tendrás que minimizar tus pecados y decir que no son tan malos o tendrás que hundirte bajo ellos y decir: «se acabó. No puedo vivir la vida cristiana, simplemente, no es buena». Pero si comprendes lo terrible que es el pecado, cuán en serio lo toma Dios y cuán increíblemente poderosa es su gracia para abogar por su pueblo en su pecado, podrás superar tu vida de fracasos. Te prometo que fallarás el 2009 tanto como fallaste el 2008. Pero no te tienes que revolcar en eso ni tampoco tienes que ser derrotado ni destruido por ello. Vayamos a la mesa del Señor al ir al final del capítulo:
¿Qué Dios hay como Tú, que perdona la iniquidad
Y pasa por alto la rebeldía del remanente de su heredad?
No persistirá en Su ira para siempre,
Porque se complace en la misericordia.
Volverá a compadecerse de nosotros,
Eliminará nuestras iniquidades.
Sí, arrojarás a las profundidades del mar
Todos nuestros pecados.
Otorgarás a Jacob la verdad
Y a Abraham la misericordia,
Las cuales juraste a nuestros padres
Desde los días de antaño (Miqueas 7:18-20).
Miqueas está pasmado por el perdón de Dios. «¿Quién es un Dios perdonador como Él y quién tiene una gracia tan rica y libre; quién tiene una gracia tan rica y libre?». Ese verso del himno se basa en este texto. Mi corazón se llena de amor por ti porque Dios me ama tanto.
Sé valiente
Siento de manera muy profunda cómo Dios me tomó y me amó a través de todas mis fallas pastorales, familiares, personales y cívicas el 2008. Espero que a medida que nos acercamos a la mesa ahora mires hacia atrás con medidas de arrepentimiento piadoso que lleva a una vida de acción de gracias piadosa.
No intentes cegarte a los arrepentimientos y asegúrate de no fallar en dar las gracias. Espero que tengas un marco de trabajo ahora para manejar los arrepentimientos, para lidiar con los verdaderos pecados que has cometido. Quizás todavía estás en un tiempo de disciplina y oscuridad y no tienes que hundirte.
Sé valiente. Aférrate a la gracia. Dile al diablo: «no te atrevas a alegrarte de mí. Voy a salir a la luz. Tarde o temprano, Dios escuchará mi clamor y saldré de esta oscuridad».