En el centro de la cosmovisión bíblica se encuentra esta radical concepción: lo más horrible que jamás pudo pasar fue que lo más hermoso que jamás pudo suceder.
Mientras reflexionamos sobre el Viernes Santo, centramos nuestra sombría atención en la sangrienta cruz del Señor Jesucristo. ¿Podría haber pasado algo más terrible que esto? ¿Existe alguna otra injusticia más grande? ¿Existe otra pérdida más dolorosa que ésta? ¿Existe algún otro sufrimiento que sea peor que éste?
El único hombre que vivió una vida perfecta en todas las formas posibles, que dio su vida en sacrificio por muchos y que voluntariamente sufrió el nacimiento y la muerte en fidelidad a su llamado, fue cruel y públicamente asesinado de la forma más violenta. ¿Cómo pudo pasar que el Hijo del Hombre muriera? ¿Cómo pudo ser que los hombres capturaran y torturaran al Mesías? ¿Acaso esto no fue el fin de todo lo bueno, lo verdadero y lo hermoso? Si esto pudo pasar, ¿hay alguna esperanza para el mundo?
Bien, sabemos el fin de la historia, la respuesta es «sí, ¡hay esperanza!». El Viernes Santo no fue el fin; vendría la Pascua de Resurrección. En el plan justo y sabio de Dios, este momento oscuro y catastrófico fue dispuesto para ser el momento que arreglaría todas las cosas oscuras y catastróficas que el pecado había hecho en el mundo.
Ese momento de muerte fue al mismo tiempo un momento de vida. Ese momento de desesperanza fue un momento donde se entregó esperanza eterna. Ese momento terrible de injusticia fue al mismo tiempo un momento de maravillosa gracia. Ese momento de sufrimiento extremo aseguró que un día el sufrimiento terminaría, de una vez para siempre. Ese momento de tristeza nos dio la bienvenida a un gozo eterno en el corazón y en la vida. La captura y la muerte de Cristo compró simultáneamente la vida y la libertad para nosotros.
Lo peor que pudo suceder fue al mismo tiempo lo mejor que pudo haber pasado, y sólo Dios es capaz de hacer algo como esto. El mismo Dios que planeó que lo peor sería lo mejor es tu Padre. Él gobierna cada momento de tu vida, y con una poderosa gracia, es capaz de hacer por ti lo que hizo en su historia redentora.
Dios toma los desastres de tu vida y los transforma en herramientas de redención. Toma tus fracasos y los usa como herramientas de gracia. Él usa la «muerte» del mundo caído para motivarte a alcanzar la vida. Las cosas más difíciles en tu vida se convierten en las herramientas más dulces de gracia en sus manos sabias y amorosas.
Ten cuidado con cómo le das sentido a tu vida. Lo que parece un desastre, en realidad, podría ser gracia. Lo que parece ser el fin podría ser el comienzo. Lo que podría parecer desesperanzador podría ser el instrumento de Dios para darte una esperanza real y perdurable. Tu Padre está comprometido a tomar lo que parece muy malo y convertirlo en algo muy, muy bueno.
¿Necesitas pruebas? Tan sólo recuerda el Viernes Santo, donde lo más horrible que pudo pasar en la historia de la humanidad se convirtió en lo más hermoso que pudo pasarle a la raza humana.