Credos, confesiones y la Biblia
Una de las grandes características de la Reforma Protestante que no discutimos muy a menudo es la creación de confesiones reformadas. Ninguna confesión protestante existía al comienzo de los 1500. Ya para el final del siglo xiv, se imprimieron alrededor de 90 confesiones y catecismos reformados (sin incluir los luteranos). La confesión que usa mi iglesia, de hecho, fue escrita al final de la larga Reforma: en 1647. Esto sólo ilustra que hubo un periodo de 150 años en los que la creación de credos era la tendencia.
Este hecho es, indirectamente, una amenaza para mi profesión. Cada Día de la Reforma, recuerdo lo que todos dentro del gremio de la historia de la iglesia saben. Nadie realmente quiere historiadores de la iglesia. Así como el único propósito de los historiadores de la Iglesia Católica es levantarse una vez al año y hablar en contra de clavar cosas en las puertas de la iglesia, el único propósito real de los historiadores de la iglesia protestante es hablar sobre las Cinco Solas en las celebraciones del Día de la Reforma. No obstante, este es el problema: ni los reformadores tenían una breve lista de doctrinas claramente presentadas en cinco puntos. Por muy inconveniente que pueda ser, nuestros antepasados no redujeron la Reforma a un puñado de ideas. Al contrario, escribieron confesiones; muchas y la mayoría de ellas muy largas.
Probablemente, es aquí, mientras todavía estamos en la puerta de este ensayo, y no aún en la casa, que debo hablar sobre el término «confesión» en sí mismo, puesto que es un poco vago. Usamos la palabra «confesión» cuando admitimos que podríamos haberlo hecho mejor o cuando nos hacemos cargo de aquello que en realidad hemos hecho mal. Aquí estoy pensando en la confesión como profesar. Estoy escribiendo sobre una fe cristiana que afirma una lealtad a Cristo, pero que también afirma un cuerpo de verdades que amamos y enseñamos debido a Cristo.
Se hizo este tipo de confesión en la iglesia primitiva, donde los cristianos compusieron afirmaciones de fe breves y concisas que llegaron a llamarse confesiones. En el tiempo de la Reforma Protestante de los 1500 se había aprendido tanto —y había tantas doctrinas en disputa entre los reformadores y Roma— que la categoría de credo necesitaba ser suplementada por listas más largas de doctrinas que los cristianos confesaban. Los credos seguían utilizándose, más a menudo en la adoración, pero ahora las confesiones debían ser escritas para explicar lo que creían los luteranos y los cristianos reformados. Estas confesiones explicaban cuidadosamente qué doctrinas tenían en común con la vieja fe de Roma y en qué aspectos los reformadores se vieron obligados a estar en desacuerdo con Roma en la recuperación de las enseñanzas de la iglesia primitiva y más básicamente, de la Biblia. Asimismo, explican dónde los reformadores estaban en desacuerdo los unos con los otros.
Los costos
Sin embargo, aun cuando podemos entender cómo estas confesiones se crearon, el título del artículo promete responder por qué alguien debería molestarse con las confesiones hoy. ¿Acaso no hay tantas razones en contra como a favor de ellas?
En primer lugar, existe una preocupación por la Escritura. Muchos cristianos, reconocen el valor de la Palabra de Dios, dicen desde el corazón: «¡no quiero más credo que a Cristo ni más confesión que la Escritura!». Esta convicción tiene que ver con la idea de que un credo o confesión está en tensión con la autoridad de la Palabra de Dios. Entendiblemente, ellos no quieren acercarse a tal tensión.
En segundo lugar, existen personas que sienten que podría ser más directo usar sólo la Biblia. Tienen una preferencia práctica para decirle a las personas que su iglesia simplemente cree y enseña la Biblia.
Tercero, la mayoría de las confesiones dicen mucho. ¿Todo es importante para la iglesia actual? Un cuarto costo percibido, y en la otra cara de la misma moneda, es que una confesión podría causar desunión. Puesto que nadie está de acuerdo con todo, quizás menos es más. ¿Por qué no sólo ceñirse a un par de puntos básicos, un par de Solas quizás?
Los beneficios
Este ensayo se titula: «Un análisis de costo-beneficio del uso de credos y confesiones en tu iglesia». Esto es porque, a primera vista, hay costos aparentes al tener confesiones. Pero también hay beneficios.
Lo primero que debemos notar es que la idea de credo o confesión comenzó desde el principio para el pueblo de Dios. Sin duda, la Biblia misma nos enseña que las afirmaciones breves de doctrinas clave han estado con nosotros desde el comienzo. Frecuentemente, se enfocan en Dios y en el camino de la salvación. Es lo que los lectores del Antiguo Testamento encontraron en el clímax de los libros de Moisés: «Escucha, oh Israel, el Señor es nuestro Dios, el Señor uno es» (Dt 6:4). Es lo que los lectores del Nuevo Testamento escucharon a Pablo decirles a los corintios mientras resumía su propia enseñanza: «porque yo les entregué en primer lugar lo mismo que recibí: que Cristo murió por nuestros pecados, conforme a las Escrituras; que fue sepultado y que resucitó al tercer día, conforme a las Escrituras; que se apareció a Cefas y después a los doce» (1Co 15:3-5).
Aunque el contenido de los credos y confesiones debe ser examinado a la luz de la Escritura, el impulso y el concepto de los credos y las confesiones, de hecho, es bíblico. Dado que resumen lo que la Biblia dice, no sólo no están en tensión con la Biblia, sino que son un apoyo a aquellos que quieren entender y promover la enseñanza bíblica.
En segundo lugar, creo que es importante destacar que las confesiones son honestas. El deseo de establecer la verdad abiertamente es un instinto cristiano básico. La honestidad es el impulso original detrás de casi cada afirmación de fe, porque las iglesias honestas anuncian lo que creen y (en los mejores credos y confesiones) incluso un par de cosas en las que no creen.
El hecho es que la afirmación de que sólo creemos en la Biblia no es tan sencilla como parece. Cerca de donde crecí, teníamos unos vecinos maravillosos que pertenecían a una iglesia a la que no le gustaban los credos. No obstante, a medida que fui bendecido con la oportunidad de conocerlos mejor, descubrí que creían cosas muy concretas sobre la vida y la fe cristiana sólo que no estaban escritas. Después de pasar mucho tiempo con mis vecinos, llegué a pensar que la confesión impresa era más razonable, más directa e incluso más honesta.
En tercer lugar, las confesiones también son útiles para promover la verdad. De verdad entiendo que las confesiones tienden a discutir temas que las personas hoy a menudo no consideran importantes. Entiendo que sean largas, pero pienso que debemos pensar seriamente sobre el momento cultural que estamos viviendo y sobre los supuestos que tenemos sobre la doctrina.
A pesar de las tendencias predominantes, parece posible que sería mejor servir a las congregaciones y sus líderes con declaraciones más completas de fe. Entre los beneficios que podríamos mencionar en conjunción con declaraciones más completas de fe, existe el beneficio de las «citas eclesiales»: las iglesias que están buscando un pastor o un anciano podrán decir qué quieren ellos que él crea y los pastores o ancianos que están buscando una iglesia pueden señalar lo que están deseosos de enseñar.
Buscar la luz y la verdad en este tipo de momentos importantes es crucial, y las confesiones pueden ayudar a reducir las sorpresas. Imagina un comité de búsqueda equipado con una confesión: «esta es una declaración de fe. Expresa lo que como iglesia pensamos que enseña la Biblia sobre estas doctrinas. ¿Podrías leer esto, pensar y orar por eso, y decirnos si tú también crees estas cosas? Y si no, ¿con qué no estás de acuerdo y por qué?».
Las confesiones no sólo promueven la verdad. Apropiadamente entendidas y usadas, los mejores resúmenes doctrinales también promueven la unidad de la iglesia —el cual es mi cuarto punto—. Nos ayudan a identificar, a través de un conjunto común de prioridades y enseñanzas, lo que tenemos en común con otros cristianos. Y muy relacionado, estos resúmenes también tienen el potencial de crear paz en la iglesia, puesto que las personas que van a la iglesia fácilmente podrán ver lo que enseña y podrán compararla con la Escritura, la cual es la única base sobre la cual se debe construir la enseñanza cristiana.
La verdad es que incluso con la Biblia como el estándar y fuente principal de nuestra teología, los cristianos y las iglesias se unen alrededor de comprensiones bíblicas particulares que en efecto llegan a ser estándares subordinados y secundarios. Para muchos cristianos, ese estándar secundario está incorporado, literalmente, en la enseñanza de una persona influyente. Cuando yo era pastor en Inglaterra, una querida señora se acercaba ocasionalmente a mí después de un sermón y comenzaba a refutarme: «pero el doctor dice…». Su estándar, uno bastante decente, era Martin Lloyd-Jones. Para otros es Tim Keller, Nancy Guthrie, John Piper o quizás su pastor local.
Se puede argumentar de forma plausible que una confesión —escrita como el juicio comunitario de un cuerpo de teólogos-pastores maduros— sea lo mejor para fomentar la verdadera unidad en la iglesia de Cristo en el tiempo y alrededor del mundo, mejor por lejos que el desarrollo (¡y a veces vasto!) de corpus de libros, sermones y publicaciones de una sola figura contemporánea o histórica, sin importar cuán útiles puedan ser estos hermanos.
Hace no mucho tiempo, un amigo me preguntó qué diría si tuviera treinta segundos con alguien en un ascensor y tuviera que explicarle por qué creo que las confesiones cristianas son tan importantes. Por supuesto, esto ocurre todo el tiempo y, como puedes ver, sé lo que diría: (1) están enraizadas en la Escritura, (2) son honestas, (3) promueven la unidad de la iglesia y (4) fomentan la verdad. Si mi compañero de conversación fuera hacia el décimo piso, agregaría una quinta razón: una buena confesión es una gran herramienta de enseñanza. No obstante, eso tendrá que esperar para otro momento.