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Hay libros que te enseñan cómo cuidar a tus hijos, a tu esposa, a tu casa o a tu perro. Pareciera que hay un sinfín de libros que te enseñan cómo cuidar de ti mismo. Hay otros para ayudar a los profesores a apoyar a sus alumnos, a los abogados a defender a sus clientes o a pastores a cuidar de los miembros de sus iglesias.

Sin embargo, ¿dónde encontramos un libro que nos enseñe a cuidar de aquellos que nos cuidan a nosotros? Cómo ayudar a tu madre para que te instruya a ser piadoso. Seis pasos para que tu médico sea feliz. Cómo cuidar a tu profesor. Cómo amar a tu abogado. No estoy seguro de que podríamos beneficiarnos de todos estos títulos; sin embargo, un libro que no puedo encontrar, pero estoy convencido de que sería muy útil, es sobre cómo alentar a tu pastor.

Remunera a tus pastores

Quizás no podemos encontrar este libro porque nunca se ha escrito. No obstante, valdría la pena escribirlo y, para nosotros, valdría la pena leerlo. Después de todo, la Escritura nos recuerda que debemos honrar a los ancianos que gobiernan bien, pero especialmente a «los que trabajan en la predicación y la enseñanza» (1Ti 5:17). Esta honra puede adoptar diversas formas: respeto, aliento, afecto y obediencia (2Co 6:11-13).

Pablo continúa diciendo que la honra incluye el cuidado económico de los predicadores y maestros. El pastor que provee alimento espiritual debe ser tratado al menos tan bien como el buey que trilla el grano. En la medida en que podamos, debemos asegurarnos de que los pastores estén bien provistos (1Ti 5:18).

Es necesario remunerar a los pastores con un salario digno, pero sospecho que Pablo desearía que honráramos a nuestros pastores con más que un salario. Deberíamos querer aliviarlos de su trabajo. No es difícil darles una semana extra de vacaciones o un par de semanas de permiso para estudiar, que no es lo mismo que tomar vacaciones. Si incluso eso significa estirar el presupuesto, permitirles a nuestros pastores que intercambien púlpito con otros pastores por una media docena de semanas les puede dar tiempo extra para ponerse al día con trabajo o para orar y leer en beneficio de sus propias almas.

Ora por tus pastores

Una forma aún mejor de alentar a tus pastores es orar por ellos. Si pensamos por tan solo un momento en todo lo que los pastores son llamados a hacer, veremos cuánto necesitan de nuestras oraciones. Aun cuando nos saltemos los cinco vicios que Pablo dice que un pastor debe evitar, estos se hacen evidentes al considerar los siete rasgos de personalidad que deben manifestar (Tit 1:7-9b). Considera la hospitalidad, la necesidad de darse a sí mismo por las necesidades de los demás y no porque les convenga. O considera lo que necesita para «ser un amante de lo bueno», sin intentar ver cuán cerca puede estar del pecado sin pecar, sino cuán cerca puede llegar al cielo sin morir. Los pastores necesitan de nuestras oraciones para seguir viviendo de esta manera.

Sin embargo, eso es solo el comienzo. Los pastores también deben ejercer dominio propio y ser justos, sin dejarse influir injustamente por grandes grupos o por personalidades dominantes (¿tiene tu iglesia algunos de ellos?). Él debe ser santo. Sin santidad personal, todo lo demás es una farsa. Y, no obstante, es tan fácil para tu pastor preocuparse más por los deberes que todos ven y descuidar los que solo su Señor ve. Ora por ellos en este sentido.

Finalmente, tu pastor debe dedicarse al mensaje fidedigno que se le ha enseñado. La iglesia necesita hombres que amen el Evangelio del Dios Trino. Hay un aspecto teológico en la labor de los ancianos. Hay personas piadosas que aún ignoran mucho sobre el mensaje de Dios en el Antiguo y en el Nuevo Testamentos. No deberían ser pastores hasta que no hayan crecido en su conocimiento de la verdad, y luego se aferren a ella.

Dije «finalmente» aunque, por supuesto, solo hemos mirado brevemente a una o dos líneas en el Nuevo Testamento y hay muchísimo más. Si él ha de ser un pastor bajo el Príncipe de los Pastores (Sal 23 y 1P 5) y un interno bajo el gran Médico (Mr 2:17), tu pastor deberá estar frecuentemente en tus oraciones. Si él ha de vivir la máxima de Juan el Bautista —es necesario que Cristo crezca, y que él disminuya— entonces, tu pastor necesitará tus oraciones (Jn 3:30). Si él ha de realizar sus buenas obras no para tu alabanza pasajera, sino para nuestro Padre celestial, entonces tú sabes por experiencia propia lo mucho que necesitará de tus oraciones (Mt 6:1, 4, 6, 18).

CONCLUSIÓN

Aparte de remunerarlos y de orar por ellos, también podemos alentar a nuestros pastores sometiéndonos al mensaje que nos traen como embajadores de Cristo. Ciertamente, si Dios los llama a «predica[r] la palabra» (2Ti 4:2), entonces Él nos llama a nosotros a escucharla. Si Él los llama a ser líderes, entonces debemos ir donde sea que la Palabra de Dios nos lleve.

Como un predicador invitado preguntó una vez a una congregación, hablando de sus pastores: «¿les rogarán misericordia mas ustedes la rechazarán? ¿Les ofrecerán gracia mas ustedes se resistirán? ¿Les abrirán la puerta de la vida mas se la cerrarán a ustedes mismos?» O, para parafrasear su pregunta más importante: «¿les implorará Cristo a través de ellos y ustedes lo rechazarán?»[1]. Sométete al ministerio de tu pastor. No hay nada que le pueda dar más aliento.

Este recurso fue publicado originalmente en 9Marks. Traducción: Marcela Basualto

[1] Reynolds, Edwards. The Pastoral Office [El oficio pastoral], (Londres, 1663), pp 46-47. Traducción propia.

Photo of Chad Van Dixhoorn
Chad Van Dixhoorn
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Chad Van Dixhoorn

El Rev. Chad Van Dixhoorn (PhD, Universidad de Cambridge) es profesor de historia de la iglesia y director del Craig Center for the Study of the Westminster Standards [Centro Craig para el estudio de los Estándares de Westminster] en el Westminster Theological Seminary. También sirve como investigador honorario de la Universidad de East Anglia, Norwich, Reino Unido. Van Dixhoorn ha ocupado varios puestos de enseñanza adicionales además de servir como pastor asociado en la Cambridge Presbyterian Church (Reino Unido), así como en la Grace Presbyterian Church (Vienna, Virginia) durante nueve años. Van Dixhoorn está felizmente casado con Emily Van Dixhoorn con quien tiene cinco hijos y un perro.
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