Ustedes, maridos, igualmente, convivan de manera comprensiva con sus mujeres, como con un vaso más frágil, puesto que es mujer, dándole honor por ser heredera como ustedes de la gracia de la vida, para que sus oraciones no sean estorbadas (1 Pedro 3:7).
La fragilidad en el mundo actual
Vivimos en una época donde no se sabe realmente cómo lidiar con la fragilidad. Este es un mundo muy competitivo. ¿Qué tiempo tenemos realmente para aquellos que son frágiles? Debido a que pensamos que solo sobreviven los más aptos, algunas personas tratan de enterrar su propia fragilidad escondiendo o negando sus limitaciones o flaquezas. Vemos esto en los matrimonios disfuncionales. Otras personas tratan de defender a los frágiles negando la realidad; ocultan los hechos y nos aseguran que las mujeres y los hombres son iguales en todas sus fortalezas. Vemos esto en las guerras de género de nuestra cultura.
Algunos entre nosotros esconden o niegan la fragilidad. Otros se aprovechan de ella. Lamentablemente, todos hemos visto a hombres que intimidan, humillan, descuidan, controlan y critican a sus esposas por lo que ellos ven como fragilidad. Pedro llama a los maridos en particular a honrar a sus esposas en su fragilidad. Entonces, permítenos comentar cuál podría ser esa fragilidad, cómo debe un marido tratar a su esposa y por qué.
¿Qué se entiende por «vaso más frágil»?
Los eruditos ofrecen más de una opción de lo que podría ser esta fragilidad en 1 Pedro 3:7. Una perspectiva estudia la palabra que usa Pedro cuando se refiere a «la mujer», que plausiblemente se traduce como «la que es femenina». Según esta perspectiva, la femenino es un vaso más frágil porque muestra una gama más amplia de emociones y pierde constantemente en los combates de pulsos. Un marido no debe aprovecharse de las características femeninas de ella, sobre todo en lo que se refiere a su enfoque profesional de los problemas o a su poder físico. Alternativamente, Pedro puede tener en mente una percepción de fragilidad que surge de la posición de la esposa como alguien que no es la autoridad superior en el hogar. Ella es más frágil porque él es la cabeza y ella no.
Por supuesto, cualquiera sea la definición de fragilidad que usemos, no estamos negando que las mujeres tienen muchas fortalezas importantes y diferentes en las que los hombres tienen profundas debilidades. Tampoco debemos pasar por alto la realidad de que las mujeres son llamadas a tener una gran fortaleza de carácter en los versículos anteriores. Y hablar de la fuerza comparativa de una mujer no se refiere para nada a su resistencia física. Para elegir solo el ejemplo más obvio, las mujeres soportan un dolor en el parto que hace que un hombre se estremezca incluso de contemplarlo. Dar a luz sigue siendo el patrón de oro de la fortaleza humana, tal como el amor humano. Y, sin embargo, hagamos nuestro el mensaje de la Escritura aquí: una esposa tiene fragilidades particulares y, con el tiempo, hasta el marido más duro se dará cuenta de ello. Cuando lo haga, debe apreciarla por todo lo que es y no despreciarla por lo que no es.
Sea cual sea la definición precisa de fragilidad, la responsabilidad del marido es clara. Los maridos deben apreciar, atesorar y valorar a sus esposas, no solo porque son personas, sino porque son mujeres. Y hay un aspecto público al honrar, pues es muy importante la forma en que ella es presentada y expuesta ante los demás. Un amigo nuestro llevó este hecho sobre la vida hogareña a su lugar de trabajo y les dejó claro a sus colegas varones que no habría comentarios negativos sobre sus esposas. Insistió en que honraran a sus esposas o no hablaran de ellas en absoluto.
Una mujer es un regalo maravilloso para un hombre. Esto es obvio para aquellos que tienen ojos para ver y, sin embargo, a un marido a veces le puede resultar difícil valorar a su esposa como mujer si ella lo retrasa, procesa los problemas de manera diferente u ofrece perspectivas distintas. Entonces, ¿a qué se sienten tentados a hacer los hombres? Se sienten tentados a presionar, menospreciar, ignorar. Sienten la tentación de deshonrar a sus esposas, aprovechándose de que son vasos más frágiles o simplemente diferentes.
Considera con qué frecuencia los hombres critican porque creen que podrían haber hecho las cosas mejor que sus esposas. La verdad, dice Chad, es que los hombres a menudo nos equivocamos y lo arruinamos por completo. Sin embargo, incluso si tenemos la razón, nos estamos comportando mal. En otros lugares, los hombres están llamados a amar a sus esposas. Aquí se les dice a los hombres que realmente las honren. Pedro cierra deliberadamente las vías de escape habituales de los hombres al llamarlos a una vida honrosa.
¿Cómo honra un marido a su esposa?
Entonces, ¿cómo debe un marido lidiar con cualquier fragilidad que perciba en su esposa? Lo primero que Pedro pide a los hombres es que vivan con sus esposas «con entendimiento» o «de manera comprensiva» (1P 3:7).
Esto podría significar que él debe vivir con un entendimiento de todo lo que Dios lo llama a ser y hacer; en este contexto, estaría llamado a comprender, entre otras cosas, lo que Dios exige de él con respecto a su esposa. Alternativamente, Pedro podría querer decir que un marido debe vivir comprendiendo a su esposa en particular; los maridos deben vivir con verdadera consideración, una vida considerada que se caracterice por el conocimiento.
De cualquier manera, con el propósito de honrarla mejor y hacer sus tareas más fáciles, un esposo debe conocer las fortalezas y debilidades de su esposa, sus gustos y aversiones, sus miedos e inseguridades. La información privilegiada que posee sobre las responsabilidades que Dios le ha dado y el conocimiento que tiene de su esposa no debe usarse contra ella, sino a favor de ella.
Aunque los maridos a veces lo olvidan, vivir con una mujer no es como compartir la habitación con un hombre. Es necesario un esfuerzo mínimo para que los hombres se entiendan entre sí. Televisión más comida ofrecen una fórmula bastante predecible para la felicidad masculina. La experiencia nos dice a la mayoría de nosotros que es posible vivir con un compañero de cuarto durante mucho tiempo y adquirir muy poca sabiduría sobre las relaciones, en parte porque los amigos pueden ser reemplazados de maneras que las esposas no pueden.
Vivir con una esposa requiere una verdadera reflexión, parte de la cual proviene solo de la capacitación mientras ya estás en el trabajo. Muchos de los que han tratado de comprender a sus esposas pueden testificar que la curva de aprendizaje es empinada, casi vertical y sin mesetas. Comprender el otro sexo es complicado y requiere un trabajo concienzudo.
No ayuda el hecho de que tanto hombres como mujeres piensen que sus necesidades son bastante obvias y que sus comunicaciones suelen ser claras. No obstante, el principal reto no está solo en las vías de comunicación de un matrimonio, sino en el tipo de contenido, o la falta del mismo, que se comunica.
En un subconjunto de las veces que Chad peca contra Emily, él tiene la sensación de que el problema es mucho más grande de lo que él se da cuenta. En algunas de estas ocasiones ha tenido que decir: «Emily, estoy seguro de que esto debería ser obvio, y lamento tener que preguntar, pero estoy tan perdido que no estoy seguro de lo que debo decir ahora. Dime lo que debo decir, no para que pueda evitar pensar por mí mismo, sino para que pueda aprender a entenderte y lo que debería estar viendo en esta situación». Afortunadamente, ella está bondadosamente comprometida a hacer que su trabajo como marido sea más fácil. Ella ve que este tipo de intercambio es una victoria en el matrimonio, que es mucho mejor que intercambiar comentarios defensivos o evaluaciones ofensivas, algo que también hacemos a veces.
Pedro llama a los maridos a vivir con sus esposas de manera comprensiva. Esto está estrechamente ligado a su segundo comentario en el versículo 7: él debe vivir con ella de tal manera que la honre. Un hombre honra a su esposa respetándola, escuchándola, manteniendo su autoridad ante los demás en el hogar, protegiéndola de cualquier daño, defendiendo su buen nombre, apoyándola económicamente y poniendo en ella la debida confianza. Un hombre honra a su esposa cuando valora su consejo y busca su corrección. Tal vez haya mejores maneras de comunicar la idea del honor, pero la verdadera sorpresa es que los maridos están llamados a honrar a sus parejas en todo.
Pedro resumió anteriormente el deber de los ciudadanos cristianos diciéndoles que honren al emperador. Aquí resume el deber de los esposos cristianos diciéndoles que honren a sus esposas. Ahora bien, seguramente hay una diferencia en la forma en que un hombre honra al emperador y la forma en que un hombre honra a su esposa. Sin embargo, hay un sentido en el que un hombre debe desplegar la alfombra roja para la mujer en su vida. Si el hogar de un hombre es su castillo, su esposa debería ser su reina.
La palabra elegida por Pedro: «honor», difícilmente podría haber sido más elevada, lo cual es bueno recordar después de lo que dijo en los versículos 1 al 6. Si alguien se queja de que, en su llamado como esposa, se la reduce a sierva en los versículos 1 al 6, también debe quejarse de que se la eleva a princesa en el versículo 7. La Escritura no está privilegiando a una parte del matrimonio sobre la otra.
Chad no siempre entendió este énfasis en el honor, y fue solo al escribir el borrador final de Gospel-Shaped Marriage [Matrimonio moldeado por el Evangelio] que admitió ante Emily que acudió a dos amigos distintos para quejarse de ella, una, en el primer año de su matrimonio y, otra, cinco años después. Estos hombres demostraron ser verdaderos amigos para ambos. Ellos dijeron que no. Dispuestos a avergonzar a Chad, lo detuvieron con firmeza, le explicaron que no iban a escucharlo desahogarse sobre Emily y le dieron las razones. Uno de estos hermanos estaba casado, el otro no, pero ambos entendieron más claramente que en aquel momento el llamado de Chad era defender y honrar a su maravillosa, aunque imperfecta, esposa.