Yo soy organizado por naturaleza. Organizo proyectos con meses de anticipación y sistemáticamente los desarmo. Trato de trabajar rápida y eficientemente durante el día y hacer la mayor cantidad de cosas que pueda.
No fue mi elección funcionar con esta mentalidad; Dios puso en mí la personalidad para trabajar de esta forma, y por su gracia, he podido usar estos dones para ser productivo en el ministerio. Sin embargo, al mismo tiempo, debido a mi pecado, tiendo a ponerme irritable, inquieto y ansioso cuando las cosas no funcionan exactamente de acuerdo a como yo lo había planeado.
CRISTIANOS ANSIOSOS
Sé que no soy el único cristiano que se pone ansioso. Tal vez eres organizado como yo y luchas por dejar el control. Quizás tienes un pasado realmente doloroso y hoy te ves entrampado en el dolor que experimentaste. Puede ser que estés pasando por un momento realmente difícil y no puedas ver la luz al final del túnel.
Como un consejero bíblico con experiencia, sé de primera fuente cuántos cristianos luchan con la ansiedad. Sin embargo, y lo que es más importante, Jesús sabe, a diferencia de mí, que él mismo puede proporcionar la cura. En Mateo 6, Cristo dice, “No se preocupen por su vida…” y nos entrega tres perspectivas del evangelio que nos ayudan a combatir nuestra ansiedad en el día a día.
1. El evangelio en la creación
“Fíjense en las aves del cielo: no siembran ni cosechan ni almacenan en graneros; sin embargo, el Padre celestial las alimenta. ¿No valen ustedes mucho más que ellas? ¿Quién de ustedes, por mucho que se preocupe, puede añadir una sola hora al curso de su vida? ¿Y por qué se preocupan por la ropa? Observen cómo crecen los lirios del campo. No trabajan ni hilan; sin embargo, les digo que ni siquiera Salomón, con todo su esplendor, se vestía como uno de ellos. Si así viste Dios a la hierba que hoy está en el campo y mañana es arrojada al horno, ¿no hará mucho más por ustedes, gente de poca fe? (Mateo 6:26-30)
Cuando luchas con la ansiedad, Jesús te dice que observes la creación. En el mundo físico tenemos constantes recordatorios teológicos de que Dios no abandona la obra de sus manos. Las aves del cielo, las flores del campo y el sinfín de organismos vivos apuntan al amoroso cuidado de Dios.
Si Dios se preocupa de esa manera de las aves y de las flores, ¿cuánto más se preocupará de aquellos que hizo a su imagen? Si Dios alimenta y viste a los animales y plantas que no tienen alma eterna, ¿cuánto más él proveerá para aquellos que están cubiertos por la costosa sangre de su hijo? Tienes un motivo para descansar porque la creación te predica un evangelio de fidelidad divina.
2. El evangelio en la paternidad de Dios
“Así que no se preocupen diciendo: ‘¿Qué comeremos?’ o ‘¿Qué beberemos?’ o ‘¿Con qué nos vestiremos?’ Porque los paganos andan tras todas estas cosas, y el Padre celestial sabe que ustedes las necesitan.” (Mateo 6:31-32)
A diferencia de los paganos, los cristianos tenemos un Padre celestial que de forma voluntaria, fiel y eterna toma la responsabilidad de sustentarnos. Tiene sentido que los paganos se preocupen, porque no tienen la seguridad de la provisión divina. Sin embargo, los cristianos no debiésemos ponernos ansiosos, pues tenemos un Padre que sabe exactamente lo que necesitamos y que está presente en el proceso de entregarlo, en el momento en el que lo necesitamos y en la ubicación exacta donde lo necesitamos.
Aunque no conozco tu historia, quisiera tratar de ser claro: si no tienes lo que crees necesitar en este momento, es porque no lo necesitas ahora.
La ansiedad pertenece a los paganos; preocuparse por la vida no tiene sentido para los hijos del Dios Altísimo. Nunca decimos esto públicamente, pero muchos de los cristianos ansiosos lo son porque creen ser más inteligentes que Dios.
3. El evangelio en el reino
“Más bien, busquen primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas les serán añadidas. Por lo tanto, no se angustien por el mañana, el cual tendrá sus propios afanes. Cada día tiene ya sus problemas.” (Mateo 6:33-34)
El llamado a buscar el reino de Dios es en sí gracia, porque sólo cuando busco el reino de Dios soy libre de buscar el mío. No sé si has reconocido esto o no, pero hay una relación directa entre el reino del yo y la ansiedad. Gran parte de tu ansiedad, si es que no toda, se expresa cuando estás intentando sentarte en el trono de tu vida.
Las personas más confiadas que he conocido han sido las que descansaban en la provisión y el cuidado de Dios. Los creyentes menos ansiosos con los que he conversado han sido aquellos que verdaderamente sometían su vida a la voluntad de su Padre. A la inversa, las personas más ansiosas que he aconsejado estaban guiadas por la búsqueda de un tesoro terrenal y se olvidaban del evangelio.
Pero seamos honestos: tú y yo somos olvidadizos también. Somos ciegos para ver el evangelio en la creación, se nos olvida el evangelio que se nos muestra en la familia de Dios de la que formamos parte y a menudo olvidamos completamente el evangelio en el reino. ¡No es de extrañar que seamos ansiosos!
Sin embargo, en nuestra ansiedad, Jesús no nos regaña. Él no levanta su voz y dice “¡Olvídenlo! No puedo creer que ustedes, necios, prefieran ir tras el mundo en vez de buscarme a mí”. Al contrario, con cariño y paciencia, él nos busca una vez más y nos lleva a su eterna, imparable y gloriosa gracia.