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La necesidad de cambio

Cuando Pablo describió el cambio que toma lugar en la salvación, dijo: «de modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron, ahora han sido hechas nuevas» (2Co 5:17). Pero él sabía que después de la salvación todos los cristianos tienen muchos pensamientos y actos a los que aún tienen que renunciar y muchos que deben adoptar. Necesita haber un cambio enorme de pensamiento en muchas áreas. Jesús enfrentó el mismo desafío con sus discípulos. A. B. Bruce dice de los discípulos: «en el momento de su llamamiento eran sumamente ignorantes, estrechos de miras, supersticiosos, llenos de prejuicios, ideas erróneas y animosidades judías1». Estas ideas erróneas no los abandonaron de una vez. Pedro, por ejemplo, después de la ascensión de Jesús al cielo, tuvo que ser sacudido —por medio de una visión y unas experiencias que le acompañaron— para darse cuenta de que los gentiles también podían ser salvos. El método utilizado por Jesús para cambiar la manera de pensar de los discípulos es instructiva para nosotros.

El antropólogo cristiano, Paul Hiebert explica que «la visión bíblica de la transformación» incluye «tanto un punto como un proceso; esta transformación tiene comienzos simples (una persona puede convertirse desde donde quiera que se encuentre), pero consecuencias radicales y de por vida». Hiebert continúa: «no es simplemente un asentimiento mental a un conjunto de creencias metafísicas, tampoco es sólo un sentimiento positivo hacia Dios. Al contrario, involucra entrar a una vida de discipulado y obediencia en cada área de nuestro ser y a lo largo de la historia completa de nuestras vidas2».

Algunas creencias básicas tienen que cambiar. La mayoría de las personas que viene a Cristo, ya sea que tenga trasfondos cristianos o no, previamente dependía de sus buenas obras para justificarse a sí mismo. Pueden tomar algún tiempo para comprender la enseñanza cristiana de la salvación por gracia mediada a través de la obra de Cristo. Algunas prácticas arraigadas también tienen que cambiar. Muchas personas vienen a Dios porque lo ven como una respuesta a sus problemas. Aun cuando podrían haber entendido que venir a Cristo incluye un cambio de vida, podrían no darse cuenta de cuán dramático necesita ser ese cambio.

Los cristianos occidentales encuentran que la solidaridad y el compromiso comunitario del cristianismo chocan con el individualismo con el que han crecido. En países no occidentales, algunos podrían considerar incorrecto rehusarse a mentir o a vengarse en situaciones donde el honor de la familia está en juego. Alrededor de todo el mundo, los prejuicios raciales y de clase son comunes entre las personas que afirman tener una experiencia de haber nacido de nuevo, incluso muchos años después de su nuevo nacimiento espiritual.

En Efesios 4, Pablo les dice a los cristianos efesios que deben quitarse las cosas que caracterizaban su vida anterior y vestirse de las cosas que caracterizan la vida cristiana. Entre las cosas que deben sacarse está su «manera de vivir» y sus «deseos» (4:22). Y deben «v[estirse] del nuevo hombre, el cual […] ha sido creado en la justicia y santidad de la verdad» (4:24). Este cambio integral no toma lugar automáticamente justo después de la conversión. Si no abordamos estas áreas en las vidas de las personas, podrían haber consecuencias desastrosas. La historia está cargada de ejemplos vergonzosos de cristianos «nacidos de nuevo» que se han comportado de manera corrupta al estar en una posición de poder o han actuado desde un prejuicio racial, de casta o de clase. Semejantes áreas de impiedad deben abordarse temprano en la vida de un nuevo creyente.

Tres agentes de cambio

Existen tres agentes primarios en la formación del carácter o en la santificación de un cristiano. Dentro de estas tres categorías vienen muchos otros medios que Dios usa para cambiar a los cristianos.

1. La Palabra de Dios

El primer agente es la Escritura, como se muestra en las afirmaciones de Jesús: «santifícalos en la verdad; tu palabra es verdad» (Jn 17:17) y «ustedes ya están limpios por la palabra que les he hablado» (Jn 15:3). A medida que leemos las instrucciones de la Biblia, somos instados a obedecerlas, y al decidir hacerlo, con la ayuda de Dios, crecemos en santidad. Ser expuestos a la Escritura también nos expone a la naturaleza de Dios. Cuando pasamos tiempo con Dios en oración y en la Palabra, su naturaleza nos permea, provocando que cambiemos sin siquiera darnos cuenta. Cuando conocí a mi esposa y su familia, usaban algunas expresiones que yo encontraba extrañas. Me reía cuando las escuchaba. Después de un par de años, me escuché a mí mismo usando las mismas expresiones. Ocurrió inconscientemente. Pablo dijo: «pero todos nosotros, con el rostro descubierto, contemplando como en un espejo la gloria del Señor, estamos siendo transformados en la misma imagen de gloria en gloria, como por el Señor, el Espíritu» (2Co 3:18).

2. La obra del Espíritu

El versículo recién citado presenta la segunda fuente de formación del carácter: la obra del Espíritu Santo en nuestras vidas. El carácter cristiano se describe como «el fruto del Espíritu» (Gá 5:22-23). Pedro habla de «la obra santificadora del Espíritu, para obedecer a Jesucristo» (1P 1:2). Y Pablo declara: «si por el Espíritu hacen morir las obras de la carne, vivirán» (Ro 8:13). A veces se le atribuye esta obra de santificación simplemente a Dios. Pablo les dijo a los Tesalonicenses: «y que el mismo Dios de paz los santifique por completo; y que todo su ser, espíritu, alma y cuerpo, sea preservado irreprensible para la venida de nuestro Señor Jesucristo» (1Ts 5:23).

La vida de santidad podría involucrar grandes avances a través de las poderosas obras del Espíritu Santo en lo que podrían denominarse experiencias de crisis. La experiencia de los apóstoles en Pentecostés es un ejemplo. Muchos cristianos dan testimonio de un nuevo nivel de santidad siguiendo un acto específico de fe, rendición o rededicación. Sin embargo, el cambio por lo general se produce como un proceso. A Martín Lutero se le atribuye haber descrito el crecimiento de un cristiano después de la conversión de esta manera: una persona empeora rápidamente de salud debido a una enfermedad y los doctores no conocen su causa. Luego los doctores diagnostican correctamente la enfermedad y prescriben el medicamento adecuado. Él no se cura del todo inmediatamente desde que comienza a tomar la medicina, pero desde ese punto hacia adelante, mejora hasta que está completamente sanado. De la misma manera, después de que experimentamos la conversión, hay un giro decisivo en nuestras vidas, después del cual el movimiento se dirige hacia la santidad en lugar de hacia el pecado y la muerte.

3. La comunidad de creyentes 

El tercer agente en la formación de carácter es la comunidad con otros cristianos. Pablo dice: «huye, pues, de las pasiones juveniles y sigue la justicia, la fe, el amor y la paz, con los que invocan al Señor con un corazón puro» (2Ti 2:22). El escritor de Hebreos dijo: «consideremos cómo estimularnos unos a otros al amor y a las buenas obras» (Heb 10:24). La huida del mal y la búsqueda de la santidad ocurren con la ayuda de otros cristianos. Bajo la categoría de comunidad, también podemos incluir a los discipuladores y a los grupos de discipulado a los cuales pertenecen los cristianos. Es en comunidad con ellos donde se llevan a cabo algunos de los cambios más marcados. En los capítulos que siguen, veremos cómo Dios usa medios como la oración, la adoración, la conversación, la enseñanza en comunidad, junto con la comprensión y la afirmación de los amigos, para ayudar a los cristianos a crecer y a experimentar la sanidad de las heridas.

Tres tipos de transformación

Hiebert habla de tres tipos de transformación que se llevan a cabo cuando una persona se convierte. 

1. Transformación cognitiva

En primer lugar, está la transformación cognitiva, donde el sistema de creencia de una persona cambia. Se deben entender ciertos hechos sobre el Evangelio a fin de ejercer la fe salvífica y de continuar viviendo la vida cristiana. Debemos creer estos hechos si vamos a abrirnos a recibir la salvación de Dios y a crecer. La predicación y la enseñanza de la Palabra, y el estudio bíblico personal y grupal están dentro de los medios usados en este tipo de transformación.

2. Transformación afectiva

En segundo lugar, está la transformación afectiva, donde experimentamos a Dios personalmente. Él habla personal y específicamente a nuestra situación, Él nos guía y nos confronta de maneras claramente reconocibles, nos asegura nuestra salvación por medio de experiencias que afirman nuestra identidad en Cristo e interviene en nuestras vidas y en las vidas de las personas que nos rodean de maneras milagrosas. Cambiamos a medida que aprendemos sobre Dios por medio de estas experiencias y experimentamos nuevas profundidades de amor, gozo, paz y libertad de la culpa.

3. Transformación evaluativa

En tercer lugar, está la transformación evaluativa, donde evaluamos las creencias y prácticas de la cultura prevaleciente. Las que están de acuerdo con el Evangelio (como honrar a los padres) se conservan con un sabor cristiano, y las que contradicen al Evangelio (como la indulgencia sexual, el prejuicio y la deshonestidad) son rechazadas. Sería bueno para los cristianos discutir estos factores culturales y ver cómo cuadran con la enseñanza bíblica. Cuando mis hijos eran pequeños, a veces veíamos televisión juntos y discutíamos lo que veíamos en los programas y en los comerciales desde una perspectiva cristiana.

Entonces, nuestras mentes creen la verdad de Dios; nuestros corazones experimentan el amor y el poder de Dios; y nuestras voluntades obedecen los caminos de Dios. Es triste que iglesias individuales normalmente se especialicen en uno de estos tres tipos de transformación y no le den suficiente énfasis a los otros dos. ¡Cuán saludable es una iglesia que demuestra el compromiso de Dios de impactar a los creyentes por completo!

Este artículo es una adaptación del libro Discipling in a Multicultural World, escrito por Ajith Fernando.

Este artículo fue publicado originalmente en inglés y traducido con el permiso de Crossway.
  1. Bruce, A. B. (2024). El entrenamiento de los doce (San Antonio, Texas: Editorial Doulos), p. 25.
  2. Hiebert, Paul G. (2008). Transforming Worldviews: An Anthropological Understanding of How People Change [Cosmovisiones transformadoras: una comprensión antropológica sobre cómo cambian las personas] (Grand Rapids, MI: Baker Academic, 2008), pp. 312-314. [N. del T.: traducción propia].
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Ajith Fernando
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Ajith Fernando

Ajith Fernando es el director del área de enseñanza de Youth for Christ en Sri Lanka. Sirvió como director nacional del ministerio por 35 años. Es autor de dieciocho libros, entre los que encontramos Discipling in a Multicultural World [Discipulando en un mundo multicultural]. Vive en Colombo, Sri Lanka, con su esposa. Tienen dos hijos adultos y cuatro nietos.
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