Existen ciertos temas que vuelvo a tocar regularmente y, si eres un lector habitual de mis publicaciones, sabrás que uno de estos temas es la pornografía. Vuelvo a tocar este tema una y otra vez porque veo el daño que está provocando y veo la desesperanza de aquellos que están atrapados en ella. Mi objetivo hoy es simple: quiero darte siete buenas razones para dejar de ver porno ahora mismo.
1. El costo de tu alma
Quisiera comenzar aquí: el costo de tu alma. Si estás consumiendo pornografía y no estás dispuesto a mortificar este pecado, tienes toda razón para estar preocupado por el estado de tu alma. Dios nos promete que al salvarnos nos dará nuevas pasiones y nuevos afectos. No solo tendremos la capacidad, sino que también el deseo de reemplazar el pecado por santidad, de reemplazar inmoralidad por pureza sexual. Si no tienes pesar por tu pecado, si no tienes un deseo real por victoria, si una y otra vez imprudentemente eliges tu pecado por sobre tu Salvador, necesitas preguntarte esto: ¿amo la pornografía lo suficiente como para ir al infierno por ella? Si este pecado continúa dominando tu vida, podría ser una prueba de que no tienes una fe que salva y que da muerte al pecado. Por el bien de tu alma, deja de mirar pornografía.
2. El costo de tu prójimo
Incluso aquellos que saben casi nada sobre la fe cristiana saben esto: los cristianos son llamados a «amar a su prójimo como a ellos mismos». Al igual que Jesús, los cristianos deben tener a otros en mayor estima que a ellos mismos y poner las preocupaciones de otros por sobre las propias. De todas las personas, los cristianos deben saber que la pornografía exige un costo alto de aquellos que la crearon: el costo de sus cuerpos, de sus almas, de su bienestar mental, de su dignidad, de su futuro. Una gran cantidad de la pornografía que disfrutas está creada por personas que la hacen contra su voluntad. El simple hecho es que, al ver porno, estás mirando una violación y obteniendo placer de ahí. Te conviertes en un participante voluntario en la violencia sexual y permites que ese actor que está en la pantalla sufra para que tú tengas placer. Por el bien de tu prójimo, deja de mirar pornografía.
3. El costo de tu iglesia
En una época cuando la iglesia cristiana está clamando por más y mejores líderes, una generación completa de hombres y mujeres jóvenes se infantilizan a sí mismos por la dedicación que le dan a la pornografía. Están en una pornolescencia, ese periodo entre la convicción de pecado y la determinación a hacer algo para dejarlo. En este tiempo, constantemente eligen la inmoralidad sexual por sobre Dios y su crecimiento espiritual se atrofia. Por el bien de tu iglesia, deja de mirar pornografía.
4. El costo de tu familia
Casi no existe un pastor en la actualidad que no haya visto el desmoronamiento de una familia y su caída bajo el peso de la adicción pornográfica. Los hombres están rompiendo sus familias por los placeres ilícitos; las mujeres están rechazando la atención de sus esposos con el fin de leer o de mirar lo que es prohibido y lo que parece prometer mayor y más fácil satisfacción. Los hijos están expuestos a la pornografía por las huellas que sus padres dejan. Con su compromiso con lo que Dios prohíbe y lo que el diablo ama, los padres están invitando a que Satanás entre a sus casas. Por el bien de tu familia, deja de mirar pornografía.
5. El costo de tu misión
La comisión del Señor es una comisión urgente porque es un asunto de vida eterna y de muerte. El tiempo es corto y el infierno es eterno, lo que hace que el asunto de los cristianos sea uno urgente. Y sin embargo, muchos cristianos están distraídos por algo tan malo y tan despreciable como la pornografía. La atención de los cristianos es detenida; su energía, reducida; y su utilidad, socavada. Don Whitney lo dice bien: «si existe algún remordimiento en el cielo, solo sería que no usamos más nuestro tiempo en la tierra para la gloria de Dios y para el crecimiento en su gracia. Si esto es así, esto sería la única similitud entre el cielo y el infierno, el cual estará lleno de lamentos agonizantes por el tiempo que fue desperdiciado tan neciamente». Por el bien de tu misión, deja de mirar pornografía.
6. El costo de tu testimonio
Los cristianos están llamados a ser diferentes, a sobresalir del resto del mundo por sus deseos y por su comportamiento. Los cristianos deben mortificar el pecado y mostrar el poder de Dios al quitar y destruir cualquier competidor. Y sin embargo, existen muchos cristianos cuyos testimonios son destruidos cuando la vergonzosa verdad sale a la luz y cuando otros descubren que, por un lado, profesan fe en Cristo, pero por otro, los consume la lujuria. Los padres socavan el Evangelio que les han estado contando a sus hijos, los pastores socavan el Evangelio que han estado predicándole a la congregación. Por el bien de tu testimonio, deja de ver pornografía.
7. El costo de tu Salvador
Al quitarle importancia a la pornografía, estás restándole importancia a la muerte de Jesucristo. Si eres un cristiano, reconoces en tu profesión de fe que el costo del perdón fue nada menos que la muerte del amado Hijo de Dios. Jesús sufrió y murió por tu pecado. Entonces, ¿cómo puedes tú, como cristiano, jugar con tu pecado y tomarlo a la ligera? ¿Cómo puedes aferrarte a él? Como dice Spurgeon con su habitual elocuencia, «el pecado ha sido perdonado a tal nivel que, por consiguiente, no podemos jugar con él». Por tu Dios, deja de mirar pornografía.