¿Qué están aprendiendo tus niños? ¿Saben atar sus zapatos? ¿Leer? ¿Hacer un presupuesto? ¿Conducir un automóvil? Eso es bueno, pero no es suficiente. Tales habilidades, aunque sean esenciales, sólo los ayudarán hasta cierto punto, pero no les servirán para enfrentar las pruebas de la vida y las preguntas que dichas pruebas les plantearán. Aquí encontrarás siete habilidades que nuestros hijos necesitarán para salir de la futilidad sin sentido de vivir simplemente para hoy (Ec 3:21-22; 1Co 15:32) y participar en la obra del Señor, que nunca es en vano (1Co 15:58).
Lista de deberes para padres:
1. Fomentar su dependencia en la Biblia
La Biblia no es un libro para los domingos; es la voz de Dios para cada día, hora y minuto de nuestras vidas. Es nuestro pan (Dt 8:3); nuestra fuente de vida (Jn 6:68-69). ¿Por qué, entonces, insistimos en que nuestros hijos dominen la historia, las ciencias, la literatura y las matemáticas, pero dejamos su manejo de la Escritura en manos del azar? Sin convertir la Biblia en una materia académica, debemos ayudar a nuestros niños a desarrollar tanto las habilidades para usarla como una dependencia constante en ella.
2. Desarrollar el hábito de la oración
¿Oras sin cesar (Ef 6:18; 1Ts 5:16-18) —en el automóvil, en la mesa, durante las crisis, en momentos de celebración, cuando el automóvil no arranca o has perdido tu billetera, o aun cuando hablas por teléfono—? Inclinarnos persistentemente ante Dios en oración ayuda a nuestros hijos a recordar que Él siempre está presente, todo el tiempo, involucrado íntimamente en todo lo que hacemos. Este hábito y esta conciencia mantendrán sus almas frescas y limpias, y les dará un «sistema interno de eliminación de basura» a medida que enfrenten diversos momentos difíciles como adultos.
3. Ayudarlos a aprender a usar su poder
A medida que nuestros hijos crecen, se hacen más fuertes en diferentes formas: física, intelectual, social, musical, atlética y creativamente. Ellos empezarán a descubrir los singulares recursos con los que Dios los ha dotado naturalmente —recursos que Él invierte en ellos con un propósito (Lc 12:48b)—. Sin embargo, demasiados chicos crecen pensando que Él les ha dado el poder y la riqueza que tienen para sacar beneficios personales. Si no les enseñamos a usar el poder que tienen invirtiéndolo más allá de sí mismos, se desperdiciará. Ayudemos a nuestros hijos a no hacer un mal uso de sí mismos y démosles una visión de cómo Dios los ha equipado especialmente para satisfacer las necesidades de su alrededor.
4. Entrenarlos para someterse
El pecado brota de la creencia de que merecemos más, de que tenemos derechos que deben ser reconocidos por el resto y de que nuestra opinión debe ser tomada en cuenta y priorizada. Desde que nuestros hijos dan sus primeros pasos, necesitan entender el mundo en los términos del Evangelio —de cómo Cristo se sometió a Dios para nuestro bien—. Una forma de lograrlo es entrenándolos para someterse, sujetarse a otros, ceder, y guardar silencio —todo en reverencia a Cristo (Ef 5:21)—.
5. Prepararlos para el sufrimiento
Nuestros hijos necesitan saber qué pensar y qué hacer cuando el mundo se vuelve contra ellos —y deben esperar que eso suceda (1P 4:12-14; 1Jn 3:13)—. Necesitan aceptar la abnegación, el temor al rechazo, las amenazas del peligro y la oposición. Podemos entrenarlos para esto compartiendo con ellos las claras advertencias que la Escritura nos hace sobre la persecución, no quejándonos cuando las cosas se ponen difíciles y practicando la abnegación aun en tiempos de prosperidad.
6. Enseñarles a amarse mutuamente
El amor mutuo de los discípulos de Cristo es evangelístico (Jn 13:35), afirma el Evangelio (Jn 13:12-17) y edifica la fe (Jn 15:14-17). El amor es el «mandamiento nuevo» (Jn 13:34; 1Jn 2:7-8) y la ley de Cristo (Ro 13:8-10; Gá 5:14; 6:2). Nuestros hijos necesitan saber que el objetivo de la Biblia, del Evangelio y de la obra de Dios en el mundo es restaurar el amor y sus frutos: el orden, la unidad, la armonía y la paz. No les enseñes la verdad de la Biblia sin entrenarlos para el amor, que es el resultado de la verdad.
7. Dar y recibir gracia
Nuestros hijos necesitan saber que, en todas estas cosas, tropezarán y caerán, que otros pecarán contra ellos también y que las habilidades enumeradas arriba los equiparán para lidiar incluso con eso. Sus incapacidades los llevarán de vuelta a la Escritura y les forzarán a arrodillarse para orar. Esa humildad los fortalecerá para la sumisión y el sufrimiento. Con el tiempo, las pruebas y los fracasos reiterados reducirán la definición que tengan del éxito a un único punto: amar a los demás con gracia y generosidad tal como Dios los ha amado. Necesitamos preparar a nuestros hijos hoy para una vida de insuficiencias con el fin de que adquieran el hábito de confiar solo en la perfección de Cristo para obtener salvación, gozo y vida.
Quiero que mis hijos sepan que el desarrollo de estas capacidades encabeza mi lista de deberes. Da lo mismo el desorden en el cuarto de baño si no son capaces de amarse entre ellos. ¿A quién le importan las matemáticas si no saben someterse a la autoridad? ¿De qué les sirve un doctorado si no pueden encontrar a Cristo en la Escritura? La meta no es su cumpleaños número dieciocho, ni su graduación universitaria y ni siquiera su primer empleo; quiero dirigirlos al día en que se encontrarán con Jesús.