El Día de San Valentín se trata completamente del romance. Las floristas, los joyeros, los chocolateros y los dueños de restaurantes tienen grandes ganancias durante este fin de semana después de haberte persuadido de que la única manera para expresar apropiadamente tu amor hacia tu persona especial ¡es con flores, dulces, diamantes y una cena elegante!
Me creo todas las publicidades. Me encanta el Día de San Valentín. Me encanta amar a Luella con regalos y sorpresas. Sin embargo, cada vez que se acerca este día, no puedo evitar pensar en otra cosa que no sea en mi relación con Jesús. ¿Por qué? Porque estoy completamente convencido de que mi fe necesita ser dirigida por una atracción romántica íntima.
Las palabras intimidad y romance suenan extrañas en el contexto del cristianismo, pero eso se debe solamente a la forma en que la cultura las utiliza. Cuando examinaba sus definiciones, en realidad, tienen sentido. Esta es una definición que a mí me gusta usar para romance: «una relación emocional apasionada; una fascinación o entusiasmo por alguien». Intimidad simplemente significa «familiaridad o cercanía».
Piensa en ello. Dios creó seres humanos para vivir en una relación cercana con él y nuestras vidas fueron creadas para ser formadas por una fascinación y entusiasmo por quién es Dios. Esa atracción romántica e íntima puede avivar todo lo que deseamos, pensamos, decimos y hacemos.
Sabemos que el pecado arruinó el diseño original, pero el propósito de estar enamorado con Cristo aún hoy es importante. Él debe ser quien ocupe nuestras mentes y llene nuestros corazones. Él es quien debe entusiasmarnos y traernos alegría. Tal como nos proponemos con nuestra persona especial en el Día de San Valentín, Jesús es aquel por quien vivimos para agradar.
Sin embargo, estoy preocupado por muchos de nosotros, porque el cristianismo tiene la tendencia a ser definido por otras cosas. Bastante a menudo, es definido por un compromiso inquebrantable con la teología bíblica. Con demasiada frecuencia, es definido por los temas morales y políticos por los cuales luchamos. Muchísimas veces es definido por la cantidad de ministerios y actividades de caridad en las que participamos.
No me malentiendas: la teología, la moralidad y el ministerio son muy importantes. No obstante, no deben definir lo que es un cristiano. Lo que debe definir a un cristiano es su búsqueda romántica, íntima y entusiasta de una persona: el Señor Jesús.
Este romance fundamental (estar locamente enamorado de Cristo) te dará la motivación y la dirección para cada buena cosa que define tu vida como cristiano.
Hoy te animo, mientras el Día de San Valentín comienza a alejarse, a que tengas más intimidad con Jesús. Medita en su belleza; enfócate en su gloria; disfruta su gracia y vuelve a enamorarte de tu Salvador.
Preguntas para reflexionar
- ¿Cuándo y por qué te enamoraste de Jesús por primera vez?
- ¿De qué maneras se ha desvanecido tu amor por Cristo? ¿Cómo puedes volver a encender esa llama?
- ¿De qué maneras has desarrollado un nuevo amor por Cristo? ¿Cómo has profundizado en tu relación con él?
- ¿Qué actividad o idea cristiana podría estar reemplazando tu íntimo romance con el Señor?
- ¿Qué puedes hacer con tu agenda que ayude a profundizar en tu relación con Cristo?