Es el corazón el único lugar de donde emanan nuestros sentimientos? ¿Es solo un órgano de nuestro cuerpo que nos mantiene con vida gracias a sus latidos? ¿Está completamente separado de nuestros pensamientos más racionales? ¿Qué tiene que ver el corazón con el alma o el espíritu del hombre?
Cuando hablamos del corazón, una gran variedad de ideas se ponen sobre la mesa. Me imagino que has escuchado o expresado algunos de los siguientes dichos: «amigo, te lo digo de todo corazón», «le puse todo el corazón a este proyecto», «hijo, se me parte el corazón verte sufrir así», etc. Cada unas de estas expresiones dan cuenta de lo instintivo que es, para cada ser humano, otorgarle al corazón un rol primordial en las experiencias que vive.
La Escritura, en toda su extensión, da a conocer el rol central del corazón en la vida del ser humano para relacionarse con Dios y con su prójimo. Proverbios 4:23 dice que la vida del hombre brota de su propio corazón y que por tal razón se debe cuidar: «Por sobre todas las cosas cuida tu corazón, porque de él mana la vida» (NVI). El mismo Señor Jesucristo expresó el rol fundamental que cumple el corazón en nuestra manera de relacionarnos con los demás: «[…] de la abundancia del corazón habla su boca» (Lc 6:45).
Sin embargo, aun sabiendo la importancia del corazón y teniendo en cuenta la gran cantidad de versículos que nos hablan de él, no siempre existe claridad de lo que realmente quiere decir la Biblia cuando habla del corazón y de cómo este se relaciona con la propia experiencia humana y con la de quienes nos rodean. Fuimos creados para amar a Dios con todo el corazón y a nuestro prójimo como a nosotros mismos y una comprensión bíblica de cómo hacerlo es de vital importancia para amar a nuestro Dios y amar bien a quienes nos rodean, sobre todo a aquellos que nos hemos comprometido a cuidar y a guiar.
La dinámica del corazón en la vida cotidiana del autor Jeremy Pierre es un libro que intenta darnos esa descripción bíblica y prolija del corazón. El objetivo del libro es ser una herramienta que sirva al creyente para comprender las experiencias de los demás en su intento de ofrecer ayuda, no solo con el fin de volverlo más empático, sino más bien para comprender mejor esas experiencias a la luz de lo que Dios dice al respecto.
Jeremy Pierre divide su libro en tres grandes secciones. En las dos primeras, intenta ayudarnos a comprender al ser humano en toda su complejidad. Explora detalladamente el diseño del corazón en la sección uno y la forma en que este responde a sus diversos contextos en la sección dos. Dentro de estas dos primeras secciones, el autor nos lleva a comprender que el ser humano fue diseñado teomórficamente, a imagen del Creador, con la habilidad de pensar, de sentir y de decidir para así relacionarse dinámicamente con el único y amoroso Dios que también piensa, siente y decide. Pierre llama en su libro a estas habilidades «las tres funciones del corazón» (cognitiva, afectiva y volitiva). Él expresa: «Nadie debiera tratar a los demás como si fueran tan solo seres racionales que necesitan instrucción, o tan solo seres emocionales que necesitan sanidad o tan solo como personas que toman decisiones y necesitan la motivación correcta» (p. 10). Él destaca que la experiencia humana es tridimensional, donde todas las funciones están actuando dinámicamente con su entorno.
En el capítulo dos de la primera sección, el autor explica también cómo nuestras creencias, muchas de ellas profundamente arraigadas, nos conducen a interpretar todo lo que nos sucede; cómo nuestros deseos se ven reflejados en las más variadas emociones que experimentamos; y cómo nuestros firmes compromisos con las personas, con Dios u otra cosa finalmente determinan nuestras decisiones y nuestro actuar. Si bien muchas de nuestras interpretaciones, emociones y decisiones pueden ser autopercibidas como automáticas y fuera de nuestro control, estas se pueden comprender al examinar profundamente lo que estamos creyendo, deseando y con lo que estamos realmente comprometidos.
El autor dice: «Cuando las personas aprenden más sobre sí mismas, pueden sopesar sus reacciones ante la Palabra de Dios. La Palabra de Dios nos ayuda a discernir entre una respuesta saludable que honra a Dios y una respuesta dañina que niega a Dios» (p. 29).
La esperanza está en el corazón perfecto de Jesús. Él nos muestra nuestras fallas y nos rescata por medio de la obra fiel y poderosa del Espíritu Santo. Pierre propone que la única forma de entendernos a nosotros mismos es al estar conectados con Cristo. El pecado ha corrompido nuestros corazones y la fe en Jesús es la única manera de restaurar su diseño para nosotros, ya que el suyo es el único corazón que ha reflejado perfectamente la voluntad de su Padre.
Finalmente, la sección tres describe y propone una metodología para poder ayudar a otros a comprenderse a sí mismos en sus propios contextos a la luz del Evangelio. Es muy difícil lograr una adecuada metodología si no está basada en un firme y claro fundamento. Las metodologías, incluso, pueden variar y ser igual de efectivas si siguen sintonizadas con aquello que las sustenta y define. Personalmente, creo que uno de los grandes méritos del autor en este libro es justamente entregarnos, en sus dos primeras secciones, una profunda, detallada y bíblica explicación del diseño divino. Él nos da una clara visión de cómo el corazón del ser humano en un mundo caído se expresa pecaminosamente al interactuar en sus diferentes contextos. Entender todo esto será vital para ayudar a otros y para errar menos en amarlos como Cristo nos llama a hacerlo.
Quiero advertirte y animarte a la vez. La dinámica del corazón en la vida cotidiana es un libro que requerirá probablemente leerlo más de una vez, subrayar frases importantes (¡mi libro está muy subrayado!), quizás tomar apuntes, ¡pero no te detengas! Valdrá la pena el tiempo y el esfuerzo invertido, ya que dejará muy pocas preguntas sin responder frente a tantas dudas que surgen de erradas interpretaciones bíblicas, mitos y teorías psicológicas. Conocernos a la luz de la Escritura, conocer el corazón perfectamente santo de Jesús y su promesa de formar su corazón en nosotros por medio de su Espíritu, hará crecer nuestro anhelo de vivir en santidad y de ayudar a otros en ese camino.