El año pasado, Aileen y yo celebramos nuestro aniversario número 20 y puedo decir con honestidad que pocas cosas en la vida me han emocionado u honrado más que el hecho de que ella me escogió a mí, de todas las personas, para vivir su vida conmigo. Todos estos años ella ha estado de acuerdo con conectar su vida a la mía y hemos estado juntos, unidos, desde entonces. ¡Cuán maravilloso eso!
Justo cerca de la fecha de nuestro aniversario, mis devocionales me llevaron a las palabras de Salomón: «Regocíjate con la mujer de tu juventud». Aunque sé que esas palabras fueron escritas específicamente para un hombre joven, comencé a meditar en ellas como un hombre no tan joven. Aileen es la esposa de mi juventud, aunque ninguno de nosotros puede declarar ser tan jóvenes como lo fuimos una vez. Por lo tanto, ¿cómo puede un hombre que ya no es joven hacer caso de esto? Quizás es mejor preguntarse, ¿qué consejo o recomendación puede ofrecerle este hombre a los que están recién casados? Mis pensamientos llegaron a las siguientes conclusiones mientras reflexioné en cómo regocijarme con la esposa de mi juventud.
Regocíjate con sus dones. Regocíjate con la esposa de tu juventud al regocijarte con sus dones. Gran parte del gozo del matrimonio viene por tener asientos en la primera fila de la vida de otra persona. Desde esta perspectiva, tienes el gozo de verla poner sus dones en acción. Cuando ella es cristiana puedes verla dedicar sus talentos y sus dones espirituales al gran propósito de hacer el bien a otros y de glorificar a Dios. Esto te da el motivo y la capacidad para regocijarte a medida que observas a alguien desenvolver lo que Dios le ha dado.
Regocíjate con su amor. Regocíjate con la esposa de tu juventud al observar cuidadosamente cómo ella te ama y al escoger disfrutarlo en esos términos. No, la terminología del «lenguaje del amor» no fue sacada directamente de la Biblia y no, no es perfecta en lo absoluto. Sin embargo, aún es una manera útil de reconocer el simple hecho de que diferentes personas demuestran amor en maneras distintas. Si alguna vez no te sientes amado o poco amado, abre tus ojos y tu corazón, observa cuidadosamente y probablemente verás que en realidad eres amado, aunque quizás en un «lenguaje» que no es el de tu preferencia. Por tanto, deja de llorar y desear, y en su lugar aprende a aceptar y a disfrutar ese lenguaje. Regocíjate en ser el receptor indigno de la dedicación y del afecto de tu esposa.
Regocíjate con sus diferencias. Regocíjate con la esposa de tu juventud al regocijarte con cómo Dios la ha hecho. Hay una persistente voz dentro de muchos de nosotros que dice que el principal problema de nuestra esposa está en las maneras en que ella no es un hombre. Hombres y mujeres tienden a ser diferentes en su compromiso emocional, en la manera en que procesan la vida, en su espiritualidad, en su interés y respuesta sexual, etc. Estas son diferencias que reflejan el buen diseño de Dios. Estas son diferencias que deben maravillarnos, que debemos aceptar y disfrutar, no comportamientos que deben cambiar o molestias que hay que tolerar. Regocíjate con ella al regocijarte con esas diferencias y no al desear que ella en realidad sea más como tú.
Regocíjate con su santidad. Regocíjate con la esposa de tu juventud al regocijarte en su santidad. Una de las más grandes bendiciones que recibo cada día es ver a Aileen abrir su Biblia. De hecho, a veces cuando sé que ella está haciendo sus devocionales, me acerco y la miro de reojo para poder ser animado al verla buscar al Señor. Mientras más avanzamos en la vida juntos y mientras pasamos por más caminos difíciles, más preciado es. Aprende a regocijarte en la santidad de tu esposa; a celebrar cada avance de santificación que tiene y a ser paciente y perdonador con su pecado.
Regocíjate con sus pasiones. Regocíjate con la esposa de tu juventud al regocijarte con sus pasiones. Dios nos da a cada uno diferentes intereses y nos crea de cierta manera que distintas cosas nos entusiasman. Puedes encontrar gozo en tu esposa al aprender sobre las cosas que le apasionan, que la avivan. Podría ser una gran causa o un pasatiempo divertido, algo que la motive o algo que la relaje. De cualquier forma, cuando encuentres gozo en lo que a ella le da gozo, tu gozo aumentará tanto más.
Regocíjate con su cuerpo. Regocíjate con la esposa de tu juventud al disfrutar la relación sexual juntos. Dejé esto para el final aunque es la aplicación más obvia del texto original. Este pasaje está cargado sexualmente y es claro que Salomón tiene la intención de convencer al lector a estar y a permanecer enamorado de su esposa y a disfrutar de la relación sexual que comparten por toda la vida. «Amante cierva y graciosa gacela; que sus senos te satisfagan en todo tiempo, que su amor te embriague para siempre». Regocijarte con tu esposa significa buscarla activamente, hacer aquello que le encanta y la cautiva, y mantener un interés en ella activo y constante. Regocijarte con la esposa de tu juventud significa rechazar regocijarte con cualquier otra persona: abstenerse de desear a otra persona, rehusarte a que tus ojos se posen o a que tu corazón desee a cualquier otra mujer. En los ciclos de enfermedad y de salud, de capacidad y de incapacidad, de deseo y de apatía y de todos los otros altibajos que vienen con las décadas que están juntos, regocíjate con ella, con su cuerpo, con ella y solo ella.
No importa si eres un hombre joven o uno que no lo es tanto, tienes el mismo llamado de Dios: Regocíjate con la esposa que Dios te ha dado; regocíjate con su precioso regalo.