«Se ha convertido recientemente… intégralo a un grupo en casa».
«Ha llegado a nuestra iglesia desde otra iglesia… intégralo a un grupo en casa».
«Ya no tiene edad para el grupo de jóvenes… intégralo a un grupo en casa».
«Tienen pulso… intégralo a un grupo en casa».
¿Está mal pensar así? Esto es casi una práctica (o deseo) universal de las iglesias. ¿Está mal? Puede que no, puede que sí.
Puede que no: desde mis propias observaciones, los grupos en casa son un lugar en el cual los creyentes son discipulados maravillosamente, donde crecen y son entrenados para usar los dones que Dios les ha dado. Puede que sí: a menudo he visto y escuchado historias en el que los grupos en casa son un lugar donde la gente se reúne y donde se quedan por años y décadas; sin embargo, no crecen y no son realmente entrenados para usar sus dones.
¿Por qué?
Hay muchas razones y muchas de ellas probablemente las conocemos. No obstante, una de las que rara vez escucho es que integramos a las personas en grupos pequeños demasiado rápido Queremos que todos sean parte de un grupo pequeño, pero probablemente no son un buen lugar para todos. Particularmente, un nuevo creyente. Un creyente joven no es simplemente alguien que se acaba de convertir al cristianismo. También puede que sea un creyente hace décadas, pero que aún no sea un creyente inmaduro. Hebreos 5 lo describiría como aquel que toma leche y que no está comiendo comida sólida aún. Es una imagen muy gráfica la que usa el autor. Sería terrible y probablemente fatal saltar las etapas de la leche y el destete en los bebés, pero es una práctica normal en la mayoría de las iglesias que conozco en el Reino Unido y en Chile.
Obviamente, la iglesia no es una máquina y la manera en la que Dios obra en y a través de cada persona es diferente. No obstante, para ayudarnos a pensar en esto y tal vez para encontrar una solución, necesitamos pensar en la manera en que funcionan las cosas en general. Y para mí la explicación de las «4 es» del libro El proyecto de la vid, escrito por Colin Marshall y Tony Payne, ha sido de mucha ayuda. En el libro, ellos piensan en profundidad sobre Mateo 28: ¿cómo hacemos discípulos que puedan hacer otros discípulos? ¿Y cómo se ve de manera práctica en la iglesia?
Las «4 es» (¡que en realidad son 5!) son las siguientes:
- Entablar conversaciones: relacionarse con personas no creyentes, comenzar a hablar sobre temas espirituales.
- Evangelizar: comunicar claramente las buenas nuevas de Jesús a no creyentes.
- a. Establecer a los nuevos creyentes que necesitan leche.
- Establecer a los creyentes que pueden comer comida sólida.
- Equipar a los creyentes: entrenarlos para que desarrollen en conjunto sus dones.
Piensa en tu iglesia. Podrías considerar los planes y los deseos que tiene tu iglesia (sean exitosos o no) para lograr los dos primeros puntos.
Los grupos pequeños y los diferentes cursos bíblicos son lo que esperamos que suceda en el punto «establecer a los creyentes que pueden comer comida sólida». El punto «equipar» a menudo sucede menos de lo que nos gustaría en la mayoría de las iglesias; sin embargo, mis observaciones y conversaciones con muchos pastores me ha informado que el punto «establecer a los nuevos creyentes que necesitan leche» casi nunca sucede y es porque es una categoría que no sabíamos que necesitábamos o es porque asumimos que sucederá a lo largo del tiempo, pero que a larga no sucede o sucede de manera muy lenta e irregularmente a lo largo de décadas. Sin embargo, con un poco de planificación y con un enfoque en el punto 3. a., nuestras iglesias podrían transformar y poner en marcha las 4 es dentro y fuera de nuestras iglesias.
Ahora, ¿qué es la leche y banana aplastada que necesitan los nuevos creyentes antes de un asado?
Lo primero que se me viene a la mente:
- Aprender cómo orar. Para empezar, los creyentes deben saber que es la oración y por qué es un tremendo privilegio ser capaces de hablar con el Dios que nos creó. Las personas necesitan ser enseñadas sobre cómo orar durante el día y sobre cómo encontrar tiempo cada día para orar de manera planificada y específica. Deben saber qué quiere decir cada línea del Padre Nuestro, cómo usar los Salmos y más. Conozco demasiados creyentes que luchan mucho para orar y en muchos casos es porque nadie les ha enseñado cómo orar.
- Aprender cómo escuchar un sermón apropiadamente y qué hacer con un sermón después del sermón.
- Aprender por qué hacemos lo que hacemos en la iglesia y cómo involucrarse.
- Aprender qué es la Biblia y cómo leerla para conocer lo básico con el fin de saber cómo interpretarla y cómo hablarle a otros de lo que ella dice.
- Aprender algunas de las doctrinas básicas del cristianismo.
- Aprender cómo compartir la fe con otros.
- Y mucho más.
¿Cómo hacemos esto? ¿Qué sugiero?
Arma un grupo que se reúna por seis semanas o seis meses para revisar algunos de estos conceptos básicos. Sugiero comenzar con algo de la lista anterior. Pueden reunirse una vez al mes o reunirse constantemente. Haz que cada sesión aborde un solo tema para que así cualquier persona pueda sumarse y empezar en cualquier momento. Elige un líder hospitalario, pero antes de elegir a alguien asegúrate que sepa orar, leer la Biblia, escuchar un sermón, etc. Y después, cuando alguien se vuelva un creyente, llegue de otra iglesia o sea demasiado grande para el grupo de jóvenes (o alguien en un grupo pequeño sienta que no está creciendo en su fe) no lo pongas directamente en un grupo pequeño, sino que invítalo primero al grupo de recién llegados o al grupo de bienvenida o al grupo «conoce las bases» (o como sea que llames a ese grupo) y observa, quién sabe lo que que Dios hará con una iglesia llena de creyentes destetados.