Si te pidiera que enumeraras algunos rasgos de una amistad sana, dudo que mencionarías el conflicto como uno de ellos. La mayoría de nosotros tratamos el conflicto como un pariente incómodo, algo con lo que tenemos que lidiar de vez en cuando, pero que, por lo general, debemos evitar a toda costa. Sin embargo, según mi experiencia, el conflicto no es una hermanastra fea que hay que evitar, sino un aliado necesario en nuestra búsqueda de la verdadera amistad.
Antes de continuar, ¡debe saber que soy una de las personas más reacias al conflicto que conozco! Complacer a la gente y pedir disculpas son mi lengua materna y, si fuera un animal, sería un camaleón. Puedo parecerme rápidamente al resto de las personas que me rodean para minimizar cualquier incomodidad derivada de las diferencias de opinión o de preferencia.
Sin embargo, me sucedió algo asombroso: Dios me dio verdaderos amigos. Y Él me dio el deseo de ser un verdadero amigo para los demás. Y rápidamente me di cuenta de que uno de los mayores obstáculos para las amistades profundas y significativas en mi vida era mi paranoia del conflicto. Me pregunto si también es un obstáculo en tu búsqueda de amistad.
Entonces, ¿por qué el conflicto es un aliado necesario para la verdadera amistad? Hoy te doy tres razones: todos somos pecadores, todos tenemos puntos ciegos y somos llamados a decir la verdad.
1. Todos somos pecadores
Odio reventar tu burbuja, pero no hay ningún amigo perfecto por ahí (ejem, incluyéndote a ti). Los únicos amigos potenciales son pecadores, seres humanos que aún viven con el cáncer del egocentrismo. Sí, como cristianos, Jesús está en el proceso de liberarnos, pero el trabajo aún no ha terminado. Todos estamos todavía en proceso. Eso significa que, eventualmente, nuestros amigos nos fallarán. Y nosotros les fallaremos a ellos.
Esos momentos de fracaso revelarán si estamos dispuestos a luchar por una verdadera amistad o si nos contentaremos con conformarnos con una falsa. Los amigos falsos se niegan a abordar el tema para evitar cualquier conflicto. Lo pasan por alto, lo excusan o lo ignoran, a veces en un esfuerzo por «mantener la paz». No obstante, esta es la realidad, si el pecado y el dolor no se tratan, se pudrirán y se convertirán en amargura. Externamente, puede haber una apariencia de paz, pero en el fondo los corazones se están volviendo fríos y distantes unos de otros. Es cualquier cosa menos paz.
Necesitamos los conflictos en nuestras amistades porque nos fallaremos el uno al otro y esos momentos necesitan ser tratados.
2. Todos tenemos puntos ciegos
Además de nuestra capacidad para pecar, todos tenemos manías y hábitos desconocidos que dificultan que los demás sean nuestros amigos. Por ejemplo, tiendo a dejar que mi amor por la enseñanza bíblica se manifieste en mis amistades cuando solo debería limitarme a escuchar. Si alguna vez necesitaste que un amigo te escuche y en su lugar recibiste un mini sermón, ¡entonces, sabes lo molesto que puede llegar a ser!
Estos puntos ciegos son como espinacas en nuestros dientes. Necesitamos un verdadero amigo que esté dispuesto a detenernos en medio de una frase y señalar lo que físicamente no podemos ver. Estos no son necesariamente pecados, sino hábitos poco útiles que hemos cultivado con el tiempo. Estoy segura de que entiendes lo que estoy hablando. Es ese momento en una amistad cuando te das cuenta, «¡vaya, este tipo simplemente no sabe cuándo dejar de hablar!». O ese momento en el que piensas, «¡de lo único que habla esta mujer es de sus hijos!».
En ese punto, nuestra reacción natural es alejarnos lentamente de la relación e inventar excusas de por qué ya no podemos estar juntos. Pero de nuevo, eso es una amistad falsa. Se necesita un verdadero amigo para entrar en ese territorio incómodo de señalar: «cuando salimos la otra noche, nunca pude compartir lo que tenía en el corazón porque seguías hablando». Se necesita un verdadero amigo para decir: «me resulta difícil ser tu amigo porque no tengo hijos y eso parece ser lo único que te interesa». Se necesita un verdadero amigo para decir: «¡Kelly, deja de sermonearme y solo escucha!».
Necesitamos conflictos en nuestras amistades porque todos tenemos puntos ciegos y todos necesitamos amigos de verdad que nos los señalen.
3. Somos llamados a decir la verdad
En Efesios 4:25, Pablo le recuerda a la gente que deje la falsedad y, en cambio, «hablen verdad cada cual con su prójimo, porque somos miembros los unos de los otros». Para ser un verdadero amigo debes desechar la falsedad y en su lugar decir la verdad. ¿Por qué? Porque los que estamos en Cristo somos miembros los unos de los otros. Estamos unidos. Somos un equipo. Y un equipo no puede funcionar si sus miembros no son honestos entre sí. Hablar con la verdad debe ser una marca de nuestras comunidades cristianas.
Sin embargo, a veces la verdad es incómoda. A veces, la verdad duele. Es mucho más fácil recurrir a la falsedad, a ser «falsamente amable», mientras poco a poco vamos construyendo un muro en nuestros corazones. Pero Proverbios 27:5-6 nos recuerda que «mejor es la reprensión franca que el amor encubierto. Fieles son las heridas del amigo, pero engañosos los besos del enemigo». La disposición a herir es una marca de la verdadera amistad, una que necesitamos desesperadamente.
Necesitamos el conflicto porque a veces ese es el único camino que tenemos para decir la verdad en amor a nuestros amigos.
Buscar la unidad a través del conflicto
Irónicamente, he tenido una cantidad poco común de conflictos en mis amistades para ser alguien tan interesada en evitarlos. En varias ocasiones, otros han señalado mis defectos ocultos y han compartido las formas en las que los he lastimado. En otros momentos, he sido yo quien ha compartido mis heridas. En algunas de mis amistades, el conflicto se resolvió en una conversación; en otras, tomó años y algunas sesiones de consejería juntos para resolverlo por completo.
Sin embargo, en cada momento de conflicto, esto es lo que sucedía: algo había interferido con nuestra amistad y buscábamos eliminar la obstrucción. Pudo haber sido mi pecado o mi ceguera; pudo haber sido el de ellos. A veces era simplemente un malentendido o falta de comunicación. Pero algo había inhibido la unidad y la alegría normales en nuestra relación y no estábamos satisfechos con dejar que nuestra amistad se desvaneciera lentamente. Estábamos luchando para restaurar nuestra unidad a través de esos momentos angustiosos y, a veces, incómodos.
En mi libro Friendish, escribí: «Hablar la verdad en amor es el sistema inmunológico de las comunidades cristianas, una protección para el cuerpo de creyentes que surge cuando la enfermedad del pecado amenaza con impedir nuestra unidad». El objetivo nunca es ir en busca de conflicto; lo ideal es que no lo necesitaremos tan a menudo. Pero cuando nuestra unidad se ve amenazada, el conflicto suele ser un aliado necesario mientras luchamos para preservar nuestra unidad, alegría y paz como amigos.
No puedo garantizar que alguna vez te sientas totalmente cómodo y confiado al entrar en esos tumultuosos momentos de tensión. Después de todos estos años, todavía me siento devorada por la ansiedad y me retuerzo las manos debajo de la mesa. No obstante, ahora, he visto el fruto. Veo cómo cada momento ha preservado mis amistades e incluso las ha profundizado. Confío más en mis amigos, sabiendo que serán directos y honestos conmigo. Y ellos confían en mí. Nos apoyamos unos a otros de una manera más profunda que antes. ¡La camaradería que hemos construido juntos vale cada conversación difícil y cada momento incómodo!
Hoy oro para que Dios te conceda un profundo deseo de amistad verdadera y el coraje de ser honesto con tus amigos y recibir su honestidad contigo. Sí, el conflicto es difícil, pero es un aliado necesario para obtener la riqueza y el compañerismo que todos deseamos en nuestras amistades.