Como todos los cristianos, los pastores quieren escuchar al final de su vida: «Bien, siervo bueno y fiel; en lo poco fuiste fiel, sobre mucho te pondré; entra en el gozo de tu señor» (Mt 25:21). La fidelidad requiere que desarrollemos un carácter cristiano y perseverancia.
No obstante, la fidelidad es difícil. Nosotros, los pastores, servimos con gozo, pero el desánimo alza su horrorosa cabeza. Nos aísla de otros, incita la duda y la incertidumbre, y nos tienta a tirar la toalla. Cuando no somos cuidadosos, esta desilusión se transforma de una apropiada tristeza o un enojo a desesperación y un cinismo. El corazón cínico, entonces, se protege a sí mismo del dolor y de la potencial desilusión, pero también impide la fidelidad a Cristo y a su pueblo.
El regalo de la amistad
No tiene que ser de esta manera. El Señor es bueno con nosotros. Él quiere que experimentemos su bondad incluso en nuestras más grandes desilusiones, por lo que nos da amigos.
Como pastor, he conocido la soledad, tanto como un solitario plantador de iglesia en el centro de Los Ángeles, como un pastor de la revitalización de una iglesia al sudoeste del mismo condado. He enfrentado repetidamente la desesperación y la necesidad de más fuerza de la que tengo. Afortunadamente, Dios en su misericordia me regaló amistades nuevas y en desarrollo con otros pastores para mantener mi cabeza recta a medida que cargaba el peso de la responsabilidad divina (Heb 13:17) de orar, predicar, supervisar, equipar y modelar de cristianismo maduro para mi familia de la iglesia.
En su libro, El significado del matrimonio: 365 devocionales para parejas, Tim Keller describe cuatro elementos de la amistad que hablan a las cuatro necesidades que cada ser humano tiene, entre ellos los pastores[1]. La amistad consiste en intencionalidad, puesto que un amigo está «más unido» a ti (Pr 18:24). Necesitamos hermanos que estén más unidos a nosotros, que estén pendientes, preguntándonos sobre nosotros, que nos busquen y deseen ponerse al día con nuestras vidas. En segundo lugar, la amistad es constante, amorosa en todo tiempo, especialmente en aquellos momentos difíciles (Pr 17:17). Necesitamos amigos que nos amen en nuestro peor momento (cuando hemos pecado y fallado, y otras personas se han alejado). En tercer lugar, la amistad requiere transparencia con reprensión y corrección abierta en lugar de adulación (Pr 27:5-6). Un pastor necesita amigos con los que pueda ser vulnerable y abierto, en quienes pueda confiar. Finalmente, buenas amistades tienen sensibilidad, saben cómo empatizar con nuestro dolor y alegrarse con nuestras victorias (Pr 25:20).
Los pastores llevamos una carga pesada. Necesitamos amigos que sean intencionales, constantes, transparentes y sensibles. Necesitamos hermanos pastores en nuestras iglesias así como también fuera de nuestras iglesias que puedan empatizar con nosotros y apoyarnos. Cuando disfrutamos de esas amistades, recibimos nuevas percepciones y aliento. Además, puesto que Jesús dijo que hay más bendición en dar que en recibir, encontramos más gozo en Cristo cuando nos damos a nosotros mismos para servir a nuestros amigos pastores. Necesitamos descentrarnos de nosotros mismos al invertir tiempo en nuestros amigos pastores; por sus iglesias y para el Reino de Dios entre las naciones.
Desarrollemos esas relaciones
¿Cómo pueden los pastores desarrollar estas amistades? Se me vienen un par de cosas a la mente:
1. Inicia específicamente una relación concreta
Llama y envíale un mensaje de texto a alguien; agenda una comida; envía un mensaje; escribe una carta; recurre a alguien.
2. Apóyalos
Descubre cómo puedes orar por ellos y con ellos; luego toma tiempo para realmente orar juntos. Explora cómo puedes servirlos y ayudarlos a pensar detalladamente en sus asuntos. Pregúntales si necesitan ayuda con la predicación. Hazles seguimiento después de las conversaciones. Como Onesíforo con Pablo, podemos dar refrigerio a los pastores de la iglesia de Cristo (2Ti 1:16-18).
3. Recibe ayuda y apoyo de ellos
¿Por qué? Porque necesitas su ayuda. Si no crees que la necesitas, probablemente se debe a que inconscientemente has concluido que ya no estás desesperado, digno de lástima, pobre, ciego y desnudo (Ap 3:18).
Necesitas sentir y expresar tu necesidad a Cristo primero, y luego a sus subpastores. Además, necesitas darles la oportunidad de ayudar a su hermano pastor al permitirles que te ayuden. No estoy diciendo que debes fingir necesitar la ayuda de tus amigos de la manera en que un padre permite que su hijo de cuatro años lo ayude a palear tierra. Cuando tienes necesidades genuinas (y siempre las tienes), permite que tus amigos pastores las escuchen y te sirvan al cubrirlas si pueden.
Mi sugerencia principal para ti es esta: desarrolla nuevas amistades este mes con otros pastores o profundiza en las amistades que ya existen. Si eso parece demasiado abrumador, aparta una hora esta semana para pedirle a Dios que te dé amistades nuevas y más profundas, y para que te ayude a recurrir a un hermano pastor.
Conclusión
Si te privas a ti mismo del regalo de Dios de pastores amigos, podrías aislarte y desanimarte cada vez más. Podrías caer en una mentalidad estrecha que finalmente provocará que seas menos fiel a tu familia de la iglesia. Sin embargo, si desarrollas y profundizas tu amistad con otros pastores, tu alma y tu ministerio serán fortalecidos, y tu iglesia, otras iglesias y el Reino de Dios avanzarán.
Queridos hermanos, por la múltiple gracia de Dios en general y por los amigos pastores que Él nos da en particular, sigamos haciéndolo bien como siervos buenos y fieles, puesto que pronto entraremos en el gozo de nuestro Señor.