«Nos vamos de la iglesia». Estas son palabras que un pastor espera nunca escuchar. Confieso que en el instante que escucho esas palabras, comienza una lucha en mi alma: su bien versus mi preferencia; mi desánimo versus su ánimo; mi frustración versus su gozo en Dios. En esos momentos, me desespero por que Dios me otorgue la satisfacción que está disponible solo por medio de la gloria de su bondad y suficiencia.
Ya seas pastor o miembro de la iglesia, ¿qué dices cuando un amigo quiere irse a otra iglesia? ¿Cómo lo ayudas? Quizás consideres atarlo y encerrarlo en una habitación para que no se vaya o tal vez pongas tanta culpa sobre él que se vea obligado a reconsiderar su decisión.
Otra opción es hacerle preguntas cuidadosas y amorosas que lo ayuden a ver sus propias motivaciones. Sin embargo, antes de que puedas hacer esto, necesitas que la bondad de Dios invada tu vida, sacuda tu corazón y te libere de cualquier egoísmo que distorsione tus motivaciones. La buena noticia para ti es que Dios está en control, así que no tienes que controlar a los demás (Sal 115:3). Jesús es Señor, no nosotros ni nuestros amigos (Fil 2:11). Somos libres para servir a los miembros de la iglesia que se están yendo y para recordarles que Jesús es su tesoro y guía porque Él es nuestro tesoro y guía (Sal 73:25-26).
El Espíritu podría querer que animes a tu amigo a quedarse o podría tener la intención de que lo animes a que se vaya con tu bendición y apoyo entusiasta o quizás quiera que hagas algo entre esas alternativas.
Tres grandes preguntas
Los seguidores de Jesús están comprometidos con la edificación de la iglesia local, pero también están comprometidos a levantar posiblemente a miembros de la iglesia que se irán y a enviarlos con alegría, si es ahí donde Dios los está llevando. Nuestro compromiso con la iglesia local está arraigado dentro de nuestro compromiso con la iglesia universal y con la Gran Comisión a todos los grupos de personas. Cuando edificamos a nuestros hermanos y hermanas, avanzamos en la misión de Dios, incluso si eso significa edificar a nuestros hermanos a medida que dejan nuestra iglesia local.
Por lo tanto, ¿cómo los ayudamos? Una vez que sentimos una profunda confianza en la bondad de Dios a pesar de la posible partida de nuestro amigo, entonces debemos estar preparados para hacer tres tipos de preguntas que fortalecerán nuestro servicio a ellos.
1. ¿Por qué?
En primer lugar, podemos preguntarles el porqué a nuestros amigos. ¿Por qué se quieren ir? ¿Por qué creen que Dios quiere que cumplan la Gran Comisión en otra iglesia? ¿Por qué esa iglesia en particular? ¿Por qué hablar con miembros de otra iglesia ha fortalecido este sentido de dirección? Si no han hablado con miembros de otra iglesia antes de decidir, ¿por qué no lo han hecho? No estás preguntándoles esto para confundirlos, sino que para ver sus corazones.
Las preguntas de por qué ayudan a las personas a buscar sus motivaciones y a descubrir sus valores y tesoros más profundos. Quizás Dios es su más grande tesoro y la Palabra de Dios los está guiando. Tal vez se aferraron equivocadamente a un ídolo que los está alejando de la comunidad del Evangelio a la que Dios los ha llamado. La respuesta no siempre es obvia de inmediato, pero las buenas preguntas pueden clarificar si debes animarlos o advertirles.
Si piensas que tu amigo se está yendo debido a una decisión no sabia o pecaminosa, debes hablar la verdad en amor (Ef 4:15). Aunque no puedes controlarlos, puedes expresarles claramente tu preocupación, la razón por la que tienes esa preocupación y una pregunta para incitar la reflexión. Por ejemplo, podrías decir: «no estoy seguro de que estés buscando primero a Dios en esto. Tus razones para irte no tienen nada que ver con hacer discípulos hasta que puse el tema sobre la mesa, por eso pareciera que la Gran Comisión no es la fuerza impulsora detrás de tu partida. ¿Piensas que estás siendo guiado por la tarea de hacer discípulos o por alguna otra razón que margina al Reino de Dios, su gloria y su comisión?».
Ya sea que animes a tus amigos a irse o que levantes una razón para que pausen, no quieres que tomen a la ligera irse de la iglesia. La familia de la iglesia a la que se unirán tendrá uno de los efectos más profundos en su búsqueda de Dios y en la expansión de una pasión por su supremacía.
2. ¿Qué?
En segundo lugar, podemos preguntarles qué a nuestros amigos. ¿Qué lograron en nuestra iglesia? ¿Qué no lograron? ¿En qué áreas fueron fieles como miembros y en cuáles pueden mejorar?
Este conjunto de preguntas ayuda a nuestros hermanos y hermanas a evaluar su llamado ante Dios en el contexto relacional de la iglesia. Quieres celebrar las buenas obras que Dios completó en ellos (2Ts 1:11). Quieres identificar los fracasos y las lecciones aprendidas de las obras incumplidas (Pr 11:14; 12:1). En todo esto, quieres que tu hermano refleje y obtenga claridad sobre su fe y obediencia a Cristo en la iglesia. Este proceso podría ayudarlo a concluir y a estar confiado al irse o podría renovar su carga por la iglesia.
Hace un tiempo atrás, uno de los hermanos de nuestra iglesia se fue para estudiar en otro estado. Un grupo de nosotros reflexionó en todas las formas en que él nos ayudó a crecer y le agradecimos por su ministerio como un miembro fiel. En un contexto más privado, ambos reflexionamos sobre las maneras en las que él podría haber crecido más y en cómo él podría servir a su próxima iglesia con más eficacia.
3. ¿Cómo?
Finalmente, podemos preguntarles a nuestros amigos cómo. ¿Cómo pueden irse de la iglesia de la manera más edificante? O si ahora se dan cuenta de que necesitan quedarse, ¿cómo pueden reorientar su vida de iglesia para experimentar a Jesús y para lograr su propósito en ellos aquí?
Saber lo que se deja sin hacer puede ayudar a nuestros hermanos y hermanas a irse de buena manera y a exhortar a la iglesia a continuar construyendo la iglesia. Si deciden irse, tener razones claras, centradas y guiadas por Dios bendecirá a los líderes y a los miembros de la iglesia. Si Dios está llamando al hermano o a la hermana a que se quede, volver a enmarcar su participación en la iglesia previene el descontento persistente; al contrario, esto mueve a nuestro hermano a experimentar a Jesús mientras que también mueve a su iglesia hacia él.
Un hermano quería irse de la iglesia porque estaba agotado y tenía un par de amigos cercanos en la iglesia que está cerca. Después de discernir que sus razones para irse fueron provocadas por la preocupación, le advertí respecto a no tomar decisiones basadas en sus emociones y le sugerí que pasara entre tres y seis meses siendo un miembro fiel sin responsabilidades ministeriales. Él fue renovado y reenfocado. Decidió quedarse en nuestra iglesia y planificamos las cosas de manera diferente mientras avanzamos para que pudiera tener una rotación más factible y una mejor actitud respecto a comunicarme sus cargas como su pastor. Nuestra iglesia y su familia han sido fortalecidos significativamente por esta dulce providencia.
Pregunta con humildad
Por tanto, cuando tus amigos te digan que están pensando dejar tu iglesia, humilde y calmadamente entabla una conversación con ellos de una manera que les sirva como ellos sirven a nuestro Señor. Ayúdalos a pensar haciendo preguntas y dándoles espacio para pensar detenidamente sus respuestas. Si no lo haces, podrías estar manteniéndote al margen pasivamente mientras tus amigos toman una decisión que impedirá su crecimiento y desanimará a la iglesia.
Sin embargo, si provocas con calma que piensen en los propósitos de Dios en su decisión, los llevarás a Jesús, aumentarás su sabiduría y animarás a la familia de la iglesia.