¿Cómo definirían el ministerio?
Quizás lo definen como el liderazgo o la participación en un grupo pequeño a mitad de semana. Tal vez significa ofrecerse como voluntario después de la iglesia para dar de comer a quienes no tienen hogar. Probablemente, para ustedes sea renunciar a una semana de vacaciones pagadas y, en vez de descansar, se van de viaje misionero a otro país.
Es probable que un rol específico dé forma a su definición de ministerio (un rol en el equipo de alabanza, como líder del grupo de jóvenes, como pastor, como diácono, como anciano o como profesor de la Escuela Dominical).
Ninguna de estas definiciones se puede descartar. En cierta medida, todas ellas son hermosas definiciones del ministerio bíblico.
Sin embargo, estoy profundamente convencido (y profundamente preocupado) de que nuestra definición de ministerio es demasiado limitada.
En todos mis viajes a, literalmente, miles de iglesias alrededor del mundo, he descubierto que limitamos nuestra definición de ministerio a:
- Ministerio vocacional: el título que alguien tiene, ya sea pagado o voluntario.
- Ministerio local: una actividad específica agendada en un tiempo y en un lugar predeterminado.
La Biblia, por otro lado, presenta una definición mucho más completa del ministerio.
Si ustedes, pues, han resucitado con Cristo…
Colosenses 3:12-15 podría ser el llamado, y la definición, al ministerio más directo de la Biblia. Antes de que lean el pasaje, fíjense en lo siguiente: el apóstol Pablo no le está escribiendo a estudiantes de seminario ni a pastores ni a ancianos.
Al principio del capítulo, él comienza con esta frase: «si ustedes, pues, han sido resucitados con Cristo…». Se está refiriendo a todos nosotros, a cualquier cristiano, sin importar la vocación ni el lugar.
Así es como el estilo de vida de ministerio debería ser:
12 Entonces, ustedes como escogidos de Dios, santos y amados, revístanse de tierna compasión, bondad, humildad, mansedumbre y paciencia; 13 soportándose unos a otros y perdonándose unos a otros, si alguien tiene queja contra otro. Como Cristo los perdonó, así también háganlo ustedes. 14 Sobre todas estas cosas, vístanse de amor, que es el vínculo de la unidad. 15 Que la paz de Cristo reine en sus corazones, a la cual en verdad fueron llamados en un solo cuerpo; y sean agradecidos. (NBLH)
Revístanse
La palabra que usa la NBLH, al igual que la NVI, es «revístanse». Imaginen que todos los días tienen que vestirse para el trabajo del ministerio. Si son plomeros, profesores u oficiales de policía, necesitan usar un uniforme o al menos seguir un código de vestimenta.
De la misma manera, los cristianos necesitamos «revestirnos» para la vida del ministerio a la que Dios nos ha llamado. A continuación, les presento diez actitudes del corazón con las que necesitan revestirse cada día según Colosenses 3:12-15:
1. Compasión
La compasión no es solo tener consciencia de las necesidades de otra persona; más bien, es el deseo de hacer algo para satisfacer esas necesidades. Si somos hijos del «Padre de misericordias y Dios de toda consolación» (2Co 1:3), no tiene sentido recibir tan maravillosa compasión y responderle a otros con dureza y poca compasión.
2. Bondad
La bondad es la interacción, la conversación y el actuar generoso, tierno y cariñoso de una manera que es comprensiva y considerada. Incluso si están confrontando, exhortando o amonestando a alguien, el ministerio debe caracterizarse por la bondad de Cristo.
3. Humilidad
Ustedes y yo nos parecemos más a las personas que ministramos de lo que pensamos. No hemos alcanzado nada y necesitamos la gracia diaria que Dios nos llama a compartir con otros. El ministerio no debe realizarse con una actitud de superioridad moral, sino que con una actitud de disposición a acompañar a alguien en el camino.
4. Mansedumbre
Por definición cultural, ser manso es típicamente un insulto, pero según la Biblia, la mansedumbre es algo que se debe buscar (Mt 5:5). La mansedumbre nunca transa lo que es correcto; simplemente muestra el camino a otros con ternura y habla suave y apaciblemente. Recuerden lo que nos dice Proverbios 15:1, que las palabras hirientes crean problemas más que solucionarlos.
5. Paciencia
Esperar es una de las cosas más difíciles a las que Dios nos llama en el ministerio. ¡Queremos plantar semillas en la mañana y cosechar frutos maduros en la tarde! Sin embargo, la obra de cambio de Dios, en nosotros y en otros, es un proceso. Cuando nos falta paciencia, hablamos precipitadamente y presionamos humanamente culpando y dando ultimatums. Aun cuando el comportamiento externo puede modificarse temporalmente, nunca resulta en el cambio bíblico del corazón.
6. Tolerancia
Tolerar o «soportarse unos a otros» es lo mismo que la paciencia… ¡pero bajo presión! El tiempo más difícil para ejercitar la paciencia es cuando somos provocados. Todo lo que yo quiero hacer en esos momentos es contraatacar, pero tenemos el ejemplo y el poder de Cristo: «quien cuando lo ultrajaban, no respondía ultrajando. Cuando padecía, no amenazaba, sino que se encomendaba a aquel que juzga con justicia» (1Pe 2:23). Fíjense en que la tolerancia de nuestro Salvador creció en el terreno de una confianza activa en la justicia del Padre.
7. Perdón
Cuando han pecado contra nosotros, debemos renunciar a nuestros sentimientos de enojo, de amargura y a nuestros deseos de venganza. Esto nos permite liberar a la persona de la culpa y de cualquier necesidad de pago. ¿Por qué hacemos esto? Porque Cristo nos perdonó primero —y no olviden la parábola del siervo despiadado (Mt 18:21-35)—.
8. Amor
Esta es la cualidad fundamental para el ministerio, la virtud que mantiene a todas las demás unidas. El amor significa disposición a sacrificar la posición, las posesiones, los deseos y las necesidades personales por el bien de otro. Es la disposición a esperar, a trabajar, a sufrir y a dar en beneficio de otro. Amar significa estar dispuesto a dar la vida por otro.
9. Paz
Paz no significa que sus vidas van a estar libres de conflicto o de luchas. Al contrario, el ministerio a menudo no es pacífico. Pero «la paz de Cristo» entrega descanso, contentamiento, seguridad y esperanza interior que proviene de una confianza activa en la presencia, en el poder, en el gobierno y en la gracia de Cristo. Cuando miran sus vidas desde el punto de vista de quién es Dios y de lo que está haciendo como Señor y Redentor, pueden estar en paz en medio del conflicto.
10. Agradecimiento
Vivimos en una época de derechos, pero si recordamos lo que dice el Evangelio sobre quiénes somos y sobre lo que realmente merecemos, ¡no debe ser difícil vivir agradecidos ni hablar desde un corazón que da gracias! El agradecimiento es un espíritu de gratitud por los dones de gracia que recibimos que no pudimos obtener ni ganar por nuestros propios méritos. Refleja una conciencia de la increíble misericordia que sigo recibiendo de la mano del Señor y, a su vez, yo doy esa misericordia a los demás, aunque ellos no la merezcan.
No estamos calificados para el ministerio
No sé si les pasa lo mismo que a mí, pero cuando leo esta lista, me siento culpable y abrumado. Reconozco cuánto fallé ayer, veo el llamado de hoy y ¡me doy cuenta que simplemente no estoy calificado! Ningún título de seminario ni los libros que haya escrito me preparan para esta vida de ministerio. Eso significa que ustedes y yo tenemos que clamar por misericordia y fuerza de Dios, pues solo él puede perdonarnos cuando fallamos y somos incapaces de vestirnos para el ministerio.
Hay algo más que es vital que entendamos: el apóstol Pablo no nos está dando una lista de quehaceres; más bien, nos está diciendo que nos «pongamos a Cristo».
Para ser efectivo en en el ministerio, tienen que tomar el carácter de Cristo; encarnar a Cristo en sus vidas de la misma forma en que él encarnó al Padre en la tierra. Lleven la gloria de Cristo con ustedes a medida que ministran.
El encuentro más importante en el ministerio no es que las personas se encuentren con ustedes, sino que con Jesús. Ustedes son llamados a simplemente producir ese encuentro.
Prepárense para producir ese encuentro al revestirse con Cristo y al armarse con las verdades de la Escritura.