Hace poco escribí sobre el gueto cristiano, sobre cómo me preocupaba que gran parte de nuestro tiempo lo pasamos dentro de los seguros límites del ministerio cristiano y de nuestras amistades. Si es que llegásemos a poner un pie en el mundo, ¿cómo podemos esperar ser luces de él? (Mt 5:14).
Por lo tanto, en las próximas semanas, te daré algunas estrategias prácticas para vivir como luz en medio de tu vecindario. La primera parece ser simple, pero ¡me he dado cuenta que la complico todo el tiempo! Si quieres ser luz en tu vecindario, tienes que ver a las personas como lo que son: personas.
Después del atentado del 11 de septiembre, tuve una conversación desgarradora con el gerente de un restaurante de una de las torres. “No puedo superar el dolor que me provoca saber que nunca vi a esa gente como personas. Ellos eran mis meseros, mis chefs, mis ayudantes de mozos, mis anfitriones y mis planificadores de eventos, pero no eran personas para mí”, me dijo.
“He asistido a funeral tras funeral de mis empleados. Me he sentado con sus padres, con sus cónyuges y con sus hijos. He escuchado sus historias y ahora estas personas son realmente personas para mí; sin embargo, ya no están”, me decía llorando.
Mientras lo escuchaba, me sentía tan culpable, porque hago lo mismo casi todos los días. Interactúo con mucha gente, pero no las veo como personas. Ella es una cajera; él es el estacionador de autos; ella es la señora de la tintorería; él es el vendedor de la ferretería.
En muchas ocasiones, olvido que ellos son personas reales. A mis ojos, sólo existen para llevar a cabo una tarea. Sin embargo, a los ojos de Dios, ellos tienen una historia, con dolor en su pasado; tienen un corazón con el deseo de ser amados; tienen miedos y preocupaciones; viven con esperanzas y sueños.
Si quieres vivir como luz en tu mundo, pídele a Dios que te dé los ojos, los oídos y el corazón para ver a la gente como personas. Luego trátalas como personas; hazles preguntas, y quédate lo suficiente para escuchar: “¿cómo estás hoy?” o “¿cómo te sientes?” o “¿cómo ha estado tu semana?” Quizás puedes ser lo suficientemente valiente para preguntar, “¿cómo puedo estar orando por ti?”.
Un día salí con un amigo a cenar y él le dijo al mesero, “nos gustaría orar antes de comer, ¿cómo podríamos orar por ti?” Lo encontramos desprevenido y balbuceó antes de irse, “no creo que necesite oración”. Sin embargo, volvió cinco minutos después y dijo, “hace poco me enteré que mi novia está embarazada y me aterra ser papá, ¿podrían orar por mí?”.
¡Qué oportunidad tan maravillosa de ser luz en el mundo de este hombre! ¿Y cómo comenzó todo? Porque mi amigo vio al mesero como persona —y no sólo como mesero— y luego lo trató como tal.
¿Qué hay de ti? En los lugares que frecuentas ve a la gente como personas, trátalas como personas y sé luz en la relación que se desarrolle.
Dios te bendiga
PREGUNTAS PARA REFLEXIONAR
- Piensa en al menos dos personas de tu vecindario con las que interactúas regularmente. ¿De qué maneras has descuidado verlas y tratarlas como personas?
- ¿Cuáles son algunas preguntas específicas que puedes hacer para que se sientan amados y cuidados?