«Cuando te molestas porque no logras hacer algo que quieres, posiblemente se deba a que eso se ha transformado en un ídolo de tu corazón». Le dije esto a uno de mis hijos una tarde al ver su frustración cuando le quité su valiosísimo tiempo en la computadora. Luego, hablamos sobre cómo los ídolos no siempre son fáciles de reconocer y sobre cómo nuestras reacciones emocionales pueden ser a veces un indicador de lo que está sucediendo dentro de nuestro corazón.
Los ídolos específicos de la maternidad
John Piper dice que «Dios es más glorificado en nosotros cuando estamos más satisfechos en Él». Fuimos hechas para amar y adorar a Dios. Cuando Él no es el anhelo de nuestro corazón ni la fuente de nuestra satisfacción, buscamos llenarlo con algo más. En lugar de llenar el vacío con forma de Dios que tenemos en nuestro corazón disfrutándolo a Él, lo hacemos con el amor por otras cosas, con experiencias, con deseos y con las reacciones de otros.
A menudo, pensamos que un ídolo es un objeto hecho por el hombre ante el cual una persona se inclina y adora. Sin embargo, un ídolo es cualquier cosa que amemos más que a Dios. Consume nuestros pensamientos y energías. Es algo tan central para nuestras vidas que, si no lo tenemos, nos desesperamos.
Existen ídolos únicos para las madres, tal vez los reconozcas todos o a muchos de ellos:
- La validación: aquí se puede incluir la validación de amigos y familia, e incluso de extraños, que nos dicen lo bien portados o lo talentosos que son nuestros hijos. Cuando lo escuchamos, nuestro corazón explota de orgullo. No obstante, cuando no obtenemos las respuestas que buscamos o cuando recibimos lo opuesto, nos desanimamos y frustramos. También podemos buscar validación en nuestros hijos; su amor por nosotras puede ser un ídolo.
- Los hijos: nuestros hijos en sí mismos pueden convertirse en ídolos. Esta idolatría puede empezar con el deseo de tener hijos, que luego puede volverse un anhelo absorbente que se transforma en algo más importante que Dios en nuestras vidas. Una vez que ya tenemos hijos, también pueden convertirse en nuestros ídolos al ser la razón por la que vivimos y al tratar siempre de hacerlos felices. Podemos buscar nuestra plenitud en ellos y por medio de ellos. Cuando no responden como esperamos o nos fallan de alguna forma, terminamos deshechas.
- El éxito: queremos que nuestros hijos sean exitosos porque son el reflejo de nosotros. Podríamos presionarlos incesantemente para que sobresalgan en lo que hacen. Quizás tengamos en mente una imagen de cómo debe verse nuestra «familia perfecta»; pero, mientras no la tengamos, pensaremos que somos un fracaso. Si nuestros hijos tienen ciertas limitaciones, podría destruir nuestros sueños también.
- El control: tener el control de todos los detalles de la vida es un gran ídolo para muchas mamás. Desinfectamos las pequeñas manos de nuestros hijos, los mantenemos alejados de otros niños que están resfriados y tratamos de estar listas para el futuro en caso de que suceda algo inesperado. Pasamos el tiempo tratando de arreglar cada detalle de nuestra vida y la de nuestros hijos. Sin embargo, puesto que nada está bajo nuestro control, nos ponemos ansiosos, nos preocupamos y nos inquietamos cuando las cosas no funcionan como lo planeamos.
Estos no son los únicos ídolos que puede tener una madre. De hecho, las opciones para fabricar ídolos son infinitas. Como dijo memorablemente Juan Calvino, «nuestros corazones son fábricas de ídolos». La pregunta no es si estamos fabricando ídolos en nuestros corazones, sino cuáles son los ídolos que estamos fabricando.
Derribando nuestros ídolos
He estado trabajando con mis hijos para identificar ídolos. Para esto, les pido que recorten palabras o imágenes de cosas que las personas pueden amar más que a Dios. Luego, ellos los pegan en un corazón dentro de un dibujo de una persona que hice. Hemos hecho esta actividad un par de veces,porque para ellos es útil ver con cuántas cosas llenamos nuestros corazones aparte de Dios. Una vez mi hijo le dibujó una cara triste a la persona y dijo: «él está triste. Todas estas cosas que él ama no lo han hecho feliz».
Como madres, identificar nuestros ídolos puede requerir un gran esfuerzo de nuestra parte. Estos son como malezas que pueden enredarse en nuestro corazón, metiéndose profundamente en cada rincón y grieta. Pueden convertirse en algo tan importante para nuestro corazón que nos cuesta reconocerlos.
Tenemos que pedirle a Dios en oración que nos revele los ídolos de nuestro corazón y que nos ayude a verlos y a reconocerlos. Para esto, a veces ayuda estar pendientes de nuestras respuestas emocionales a las circunstancias que enfrentamos en la vida. ¿Cómo reaccionas cuando tus hijos te decepcionan? ¿Cómo respondemos cuando no obtenemos la validación que deseamos de otros? Cuando Dios nos muestra un ídolo, debemos reconocer humildemente nuestro pecado, arrepentirnos y alejarnos de él.
Apartarnos de nuestros ídolos no significa solamente alejarse, sino que también debemos dirigirnos hacia algo más. Ese «algo más» es la gran persona de Jesucristo. Como escribe Tim Keller en su libro Dioses falsos,
Jesús debe ser más hermoso para tu imaginación y más atractivo para tu corazón que tu ídolo. Es Él quien tomará el lugar de tus dioses falsos. Si arrancas de raíz a tu ídolo y fallas en «plantar» el amor de Cristo en su lugar, este ídolo volverá a crecer.
No podemos simplemente tratar de evitar a los ídolos o decidir resistirlos. Tenemos que enfocar nuestros corazones en la persona y obra de Jesucristo. Él debe ser la fuente de nuestra satisfacción. Nuestro objetivo debe ser desearlo por sobre todo lo demás. Queremos vivir, meditar y saturar nuestros corazones con la verdad del amor y la gracia de Dios por nosotros por medio de la sangre derramada de Cristo en nuestro lugar. Mientras más descansamos y confiamos en el Evangelio, más crece nuestro amor por Cristo hasta que se desborda inundando y quitando los ídolos de nuestro corazón.
¿La maternidad ha revelado ídolos de tu corazón? ¿Cómo puede el amor de Cristo arrancar esos ídolos de tu corazón?