Uno de los deleites de hacerles homeschooling a mis hijos tiene que ver con enseñarles partes de nuestro idioma que, al juntarlas, construyen una oración. Mis dos hijos memorizaron una lista de preposiciones en la primaria. Las preposiciones son palabras importantes porque nos ayudan a entender la relación que existe entre dos cosas. Sin ellas, muchas oraciones no tendrían sentido. Después de todo, ¿qué sería de «mis zapatos están bajo de la mesa» sin la palabra «bajo»?
Mi hijo menor disfrutaba cuando tenía que aprender las preposiciones especialmente cuando le tenía una actividad preparada. Su actividad favorita involucraba un área pequeña en nuestro cuarto que usamos para el homeschool. Él tenía que pararse «ante» una alfombra, «tras» la alfombra; tenía que poner su pie «sobre» la alfombra y «bajo» la alfombra. Lo mejor de todo era cuando le pedía que se enrollara «en» la alfombra (como un burrito).
La palabra «en» es una preposición usada a lo largo de las cartas de Pablo en el Nuevo Testamento. Esta palabra de dos letras es parte de una doctrina crucial para los creyentes. Una y otra vez, Pablo nos enseña que estamos «en Cristo». Estar «en Cristo» es una referencia a nuestra unidad con él. Cuando Dios el Hijo dejó los pasillos del cielo y se hizo humano en la encarnación, él se unió a nosotros en nuestra humanidad. Entonces, él vivió la vida perfecta que nosotros no pudimos vivir y murió la muerte que nosotros merecíamos. A través del don de la fe, estamos unidos a él en su vida y muerte por nosotros. Todo lo que Cristo hizo se transforma en nuestro.
En uno de mis libros, hablo sobre la unión que tenemos con Cristo, particularmente en términos de lo que significa para nosotros como creyentes estar unidos los unos con los otros por medio de Cristo. Hoy quiero compartir algunas maravillas de lo que significa que estemos «en Cristo».
*Comenzó en la eternidad pasada cuando Dios nos escogió en Cristo. «Porque Dios nos escogió en Cristo antes de la fundación del mundo, para que fuéramos santos y sin mancha delante de él» (Ef 1:4).
*En Cristo tenemos perdón. «En él tenemos redención mediante su sangre, el perdón de nuestros pecados según las riquezas de su gracia» (Ef 1:7).
*En Cristo somos santificados. «A los que han sido santificados en Cristo Jesús, llamados a ser santos, con todos los que en cualquier parte invocan el nombre de nuestro Señor Jesucristo, Señor de ellos y nuestro» (1Co 1:2).
*En Cristo se nos ha dado el Espíritu. «En él también ustedes, después de escuchar el mensaje de la verdad, el evangelio de su salvación, y habiendo creído, fueron sellados en él con el Espíritu Santo de la promesa, que nos es dado como garantía de nuestra herencia, con miras a la redención de la posesión adquirida de Dios, para alabanza de su gloria» (Ef 1:13-14).
*En Cristo somos nuevas criaturas. «De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron, ahora han sido hechas nuevas» (2Co 5:17).
*En Cristo somos amados. «Yo en ellos, y tú en mí, para que sean perfeccionados en unidad, para que el mundo sepa que tú me enviaste, y que los amaste tal como me has amado a mí» (Jn 17:23).
*En Cristo, estamos unidos con otros miembros del Cuerpo. «así nosotros, que somos muchos, somos un cuerpo en Cristo e individualmente miembros los unos de los otros» (Ro 12:5).
*En Cristo andamos con él. «Por tanto, de la manera que recibieron a Cristo Jesús el Señor, así anden en él firmemente arraigados y edificados en él y confirmados en su fe, tal como fueron instruidos, rebosando de gratitud» (Col 2:6-7).
*En Cristo hemos sido resucitados. «Y con él nos resucitó y con él nos sentó en los lugares celestiales en Cristo Jesús» (Ef 2:6).
*En Cristo tenemos paz. «Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará sus corazones y sus mentes en Cristo Jesús» (Fil 4:7).
*En Cristo tenemos todo lo que necesitamos. «Y mi Dios proveerá a todas sus necesidades, conforme a sus riquezas en gloria en Cristo Jesús» (Fil 4:19).
*En Cristo fuimos hechos para las buenas obras. «Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para hacer buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviéramos en ellas» (Ef 2:10).
Estar unidos a Cristo, estar «en Cristo», es la base para todos los beneficios que tenemos. Es fundamental para nuestra fe y para la vida cristiana. Como escribí en mi libro, Closer Than a Sister: How Union with Christ helps Friendships to Flourish [Más que una hermana: cómo la unión con Cristo ayuda a que las amistades florezcan] (enfocado para mujeres):
En Juan 15, Jesús describe nuestra unión o conexión con él como la de una vid. «Yo soy la vid verdadera, y mi Padre es el viñador. Todo sarmiento que en mí no da fruto, lo quita; y todo el que da fruto, lo poda para que dé más fruto. Ustedes ya están limpios por la palabra que les he hablado. Permanezcan en mí, y yo en ustedes. Como el sarmiento no puede dar fruto por sí mismo si no permanece en la vid, así tampoco ustedes si no permanecen en mí. Yo soy la vid, ustedes los sarmientos; el que permanece en mí y yo en él, ése da mucho fruto, porque separados de mí nada pueden hacer» (vv.1-5).
Solo en unión con Cristo podemos dar fruto. Solo en unión con Cristo podemos ser sus discípulos. Solo en unión con Cristo podemos obedecerlo. Solo en unión con Cristo podemos hacer cualquier cosa. Así como una rama recibe vida y sustento de la vid, nosotros también recibimos nuestra vida y salud espiritual de nuestra unión en Cristo. Crecemos y damos fruto por los nutrientes que él nos entrega. Nuestra unión con nuestro Salvador es nuestra vida y nuestro pulmón. Entonces, si no estamos unidos a Cristo, no somos salvos, no tenemos perdón ni redención. Si no estamos unidos a Cristo, la resurrección de la muerte no es nuestra. Lejos de la unión con Cristo, estamos perdidos y sin esperanza[1]. Cristo es todo; por lo tanto, la unión con él nos da todo.
Cuando entendemos esta unión, nos damos cuenta de su importancia para nuestra identidad, para nuestro crecimiento en la fe, para nuestra santificación, para nuestra vida diaria como creyentes. Tómate un tiempo hoy y detente en las promesas de nuestra unión con Cristo.
Este recurso fue publicado originalmente en esta dirección. | Traducción: María José Ojeda
[1] Ryken, Philip Graham (editor). The Communion of Saints: Living in Fellowship with the People of God [La comunión de los santos: viviendo en comunidad con el pueblo de Dios] (Phillipsburg, NJ: P&R Publishing, 2001), p. 18.