«Las lágrimas no son moscas», fue el primer relato que leí del libro Lágrimas Valientes. El título, que a primera vista parecía un poco rebuscado, cobró su fiel significado en el primer párrafo. La autora Aixa de López, las describe poéticamente como:
Diminutos pedazos de vidrio roto del alma, que no se pueden contener y que buscan escapar para dar una voz de alarma de que algo demasiado grande se quebró por dentro. Y son un regalo de Dios. Las lágrimas no están diseñadas para ser tragadas ni escondidas. Tampoco para ser espantadas. Por más raro que suene, fueron hechas para el alivio mutuo, al secárnoslas unos a otros, por turnos, o al solamente sentarnos a no decir nada y llorar al mismo tiempo, solo porque nos queremos.
Es evidente que las lágrimas, el sufrimiento y el dolor no son ajenos a la vida del creyente, el mismo Señor Jesucristo advirtió a sus discípulos que en este mundo afrontarían aflicciones. El apóstol Pedro, en su primera carta, también exhortó a los cristianos a no sorprenderse de las pruebas que estaban soportando. Sufrimos en este mundo caído y ser edificados en su verdadero significado puede marcar la diferencia entre la desesperanza y un corazón sostenido en la promesa del regreso del Rey triunfante.
Lágrimas Valientes, es una colección de escritos que tiene como temática común el sufrimiento en la vida cristiana. Su estructura en breves relatos, con un lenguaje sencillo y cierto tinte poético, permite detenerse, emocionarse y meditar profundamente en la esperanza que el Evangelio entrega en medio del dolor y las aflicciones de este mundo roto. Cada historia es contada con el firme propósito de recordarle al lector que Cristo es la suprema esperanza donde puede hallar verdadera fortaleza, mirando lo que viene por delante:
Nuestra gloria es que llegará el día en el que lo veremos a los ojos, y sabremos que haber pasado todas esas penas ha sido una completa alegría. Adelante peregrinos, porque no vamos solos. Él nos lleva; ¡nuestro destino es seguro! Fuimos hechos para vivir en sus brazos y para allá vamos.
Aixa de López, es guatemalteca, diseñadora gráfica de profesión, pero el título que más ama es el de «pecadora arrepentida», porque tal como ella lo ha expresado, no es mi vergüenza, es mi salvación. Casada con el pastor Alex López desde el año 2000, es mamá de Ana Isabel, Juan Marcos, Evy y Darly Alejandra, dos por biología y dos por el milagro de la adopción. Desde el año 2011 escribe en su blog llamado Corazón a Papel, donde comparte con su audiencia sentimientos y experiencias que finalmente inspiraron la publicación de Lágrimas Valientes. Ella ha dicho de su libro: mi oración es que sea un bálsamo sobre las heridas que están escondidas y un despertador para los que quizás aún no han tenido que atravesar una pérdida o angustia profunda.
Lágrimas Valientes, es un libro para reflexionar, para regalar y por qué no decirlo, para leer entre lágrimas que necesitan salir y no ser espantadas como las moscas.