Me encanta la Semana Santa.
Me encanta la música de celebración que cantamos en la iglesia. Me encantan los pasajes de la Escritura que leemos durante la adoración. Y por sobre todo, me encanta la imagen de la tumba vacía.
Estoy profundamente persuadido de que la tumba vacía del Señor Jesucristo revela tres atributos fundamentales del carácter de Dios.
1. FIEL
La tumba vacía revela que Dios es fiel. Siglos antes, después de que Adán y Eva desobedecieran, Dios prometió que aplastaría el mal de una vez y para siempre. Envió a su Hijo para derrotar el pecado y la muerte por medio de su crucifixión y resurrección.
Por miles de años, Dios no olvidó ni se apartó de su promesa. No se cansó ni se distrajo. Hizo una promesa, y controló los eventos de la historia (grandes y pequeños) para que, en el momento preciso, Jesucristo viniera y cumpliera lo prometido.
2. PODEROSO
La tumba vacía también revela que Dios es poderoso —poderoso en autoridad y en fuerza—.
¡Piensa en la autoridad que tendrías que tener para controlar todas las situaciones, ubicaciones y relaciones requeridas para garantizar que Jesús viniera en el momento preciso e hiciera lo que se había establecido que hiciera!
Además, ¿podría haber una demostración más clara de poder que tener dominio sobre la muerte? Mediante el asombroso poder de Dios, Jesús se quitó las ropas del sepulcro y salió de la tumba. Los que compiten levantando pesos pueden ser capaces de arrastrar un bus con sus dientes, pero todos morirán y no hay nada que puedan hacer para impedirlo.
3. DISPUESTO
La tumba vacía también revela la buena disposición de Dios. ¿Por qué llegaría hasta ese punto para ayudarnos? ¿Por qué le importaría fijarse en nosotros, y más aun, rescatarnos? ¿Por qué sacrificaría a su propio Hijo? Porque es un Dios dispuesto.
Tú y yo debemos reconocer que su buena disposición no estuvo motivada por lo que vio en nosotros sino por lo que se encuentra dentro de Él. Está dispuesto porque Él es la definición de misericordia. Está dispuesto porque Él es la fuente del amor. Está dispuesto porque está lleno de una gracia sublime, y está dispuesto porque es bueno, dulce, paciente y bondadoso.
Aun cuando nosotros no estemos dispuestos, estemos llenos de nosotros mismos, y queramos que las cosas se hagan a nuestra propia manera, Él sigue estando dispuesto. Se deleita en transformarnos mediante su gracia; se deleita en rescatarnos mediante su amor poderoso.
UN MOMENTO DE HONESTIDAD
Estas son verdades hermosas y cautivantes, pero necesitamos tener un momento de honestidad. El Domingo de Resurrección será muy fácil celebrar estas verdades, pero ¿qué sucederá cuando la celebración de la Pascua haya quedado atrás?
¿Qué sucede cuando alguien peca contra ti? No debes repartir golpes. ¿Qué sucede cuando el mundo caído te echa la puerta abajo? No tienes que escapar. ¿Qué sucede cuando las cosas que Dios considera pecaminosas empiezan a lucir sumamente atractivas? No debes rendirte.
¿Por qué? Porque Dios es fiel, poderoso, y está dispuesto. Verás, Jesús no fue levantado de la muerte sólo para sellar la eternidad que te espera. Eso es ciertamente un don incalculable en sí mismo, pero la resurrección implica cosas para tu presente.
En medio de tu debilidad y confusión, puedes ponerte de pie y decir: «No estoy solo; Dios está conmigo, y Él es fiel, poderoso, y dispuesto. Él puede hacer lo que yo no, y me da un nuevo espíritu para amar lo que Él ama».
Si eres un hijo de Dios, el Cristo resucitado vive hoy dentro de ti por medio de su Espíritu. Eres una persona nueva no sólo en lo que respecta a tu condición de justicia ante Dios, sino también en cuanto a tus capacidades y deseos. Jesús salió de la tumba para que puedas andar en una esperanza recta hasta que lo conozcas cara a cara.