La Palabra de Dios realmente nos muestra los misterios del universo. Nos hace de verdad más sabios de lo que jamás podríamos llegar a ser sin ella. Aun así, habiendo dicho esto, es lamentable que no aprovechemos de mejor manera esta sabiduría que Dios nos ha dado. Es triste que no alineemos nuestros pensamientos con los de él; que no nos exijamos ver la vida a través de los lentes de su revelación. Es lamentable que nos engañemos a nosotros mismos y pensemos que somos más sabios de lo que en verdad somos. Nuestra insensatez no nos irrita, ni estamos motivados para buscar ayuda en Dios. Uno de los lugares donde vemos esto con más claridad es en las luchas que enfrentamos en nuestras relaciones.
¿Por qué les recuerdo todo esto? En todas partes me encuentro con personas que están desanimadas y confundidas en cuanto a sus relaciones. Me gustaría que pienses en tus propias relaciones y las observes a través de tres perspectivas derivadas de la sabiduría bíblica. Estas son formas de pensar esenciales para crear y sustentar un estilo de vida relacional sano.
1. Debes vivir tus relaciones teniendo una forma de pensar centrada en la cosecha
Pablo captura esta mentalidad con palabras que nos son muy familiares: “no se engañen: de Dios nadie se burla. Cada uno cosecha lo que siembra” (Gá 6:7). Esta es una manera de pensar imprescindible si queremos hacer que la reconciliación sea un hábito en nuestras vidas. Fíjate en la ley de las consecuencias: existe una relación orgánica entre las semillas que plantas y el fruto que cosechas. En el mundo físico, nunca vas a plantar semillas de durazno para obtener manzanas. De la misma manera, existirá coherencia orgánica entre las semillas de palabras y de acciones que siembres en tus relaciones y la calidad de la cosecha que obtengas más tarde a medida que vivas y te relaciones con otros.
Cada día, cosechas plantas relacionales que vienen de semillas de palabras y de acciones que plantaste previamente. Día a día, siembras semillas de palabras y de acciones que cosecharás más adelante. Gran parte de las semillas que plantas son pequeñas, pero un millón de pequeñas semillas que crecen como árboles llegarán a ser un bosque que puede cambiar el entorno. Tus relaciones son constantemente sembradas con pequeños momentos de semillas de palabras y de acciones que crecen convirtiéndose en bosques de amor o de problemas.
2. Debes vivir tus relaciones con una forma de pensar centrada en la inversión
Todos somos cazadores de tesoros. Vivimos para ganar, mantener, guardar y disfrutar cosas que son valiosas para nosotros. Nuestro comportamiento en cualquier situación de la vida es nuestro intento por obtener lo que es valioso para nosotros en esa situación. Hay cosas en nuestra vida a las que les hemos dado importancia, y una vez que lo hacemos, ya no estamos dispuestos a vivir sin ellas (estos principios están especificados en Mateo 6:19-33). Todos lo hacemos; vivimos para tener y experimentar cosas sobre las que hemos puesto nuestro corazón. Siempre estamos viviendo motivados por algún tipo de tesoro.
Cada tesoro que se establece en tu corazón y que buscas activamente te dará algún tipo de ganancia. Un momento de discusión es una inversión en el tesoro de estar en lo correcto y de eso obtendrás un cierto tipo de ganancia relacional. Si discutes agresivamente con otra persona en una esquina, es poco probable que la ganancia de esa inversión sea el reconocimiento de esa persona hacia ti; tampoco lo será el deseo de tener conversaciones parecidas otra vez. Si inviertes en el tesoro de servicio voluntario, experimentarás la ganancia del reconocimiento, de respeto y de una amistad más profunda. Si para ti tener el control es más valioso que lo que es sentirse escuchado, amado y entendido para tu amigo o cónyuge, entonces vivirás con la ganancia de acuerdo a eso en la calidad de tu relación.
La inversión es inevitable; es algo que hacemos todos los días y es difícil escapar de las ganancias que traen consigo. Pregúntate a ti mismo: ¿qué cosas son valiosas para mí en este momento, cosas por las que me esfuerzo por vivir cada día y no estoy dispuesto a vivir sin ellas? ¿Cómo las ganancias de esas inversiones dan forma a mis relaciones?
3. Debes vivir tus relaciones con una forma de pensar centrada en la gracia
Cuando me casé, no entendía la gracia. Tenía una visión más moral de la Escritura, lo que provocó que basara en la ley todas mis relaciones. El enfoque de la Biblia no es una serie de principios prácticos para la vida. No, el tema central de la Biblia es una persona: Jesucristo. Si todo lo que ustedes y yo necesitamos es el conocimiento y el entendimiento de una cierta serie de principios revelados por Dios para poder vivir, no habría sido necesario que Jesús viniera.
Creo que existen muchos cristianos que tienen relaciones que no tienen a Cristo. Sin saber lo que han hecho, han construido relaciones basadas en la ley en vez de en la gracia, y debido a esto le piden a la ley que haga lo que sólo la gracia puede lograr.
El problema con esto es que no somos sólo personas en necesidad de sabiduría; también somos personas en necesidad de rescate —y necesitamos ser salvados de nosotros mismos—. Nuestro problema fundamental no es la ignorancia de lo que es correcto, sino el egoísmo de nuestro corazón que provoca que nos preocupemos más de lo que queremos que de lo que sabemos que es correcto. Las leyes, los principios y las perspectivas de la Escritura entregan el mejor estándar que haya existido con respecto a lo que nuestras relaciones deben buscar. Ellas pueden revelar nuestras equivocaciones y nuestros errores, pero no tienen ningún tipo de capacidad para librarnos de fallar. Para eso necesitamos la gracia diaria que sólo Jesús puede darnos.
Por lo tanto, no podemos simplemente exigir de otros los altos estándares relacionales de la Palabra de Dios, sino que también debemos a diario ofrecernos mutuamente la misma gracia que se nos ha dado para que podamos ser herramientas de ella en la vida de los demás. Nuestra confianza no está en la habilidad que tenemos de cumplir la ley de Dios, sino que en la gracia que da vida y que transforma el corazón, la cual fue dada por aquel que nos ha acercado hacia él y tiene el poder para acercarnos hacia otros. Cuando vivimos con esta confianza, no miramos las dificultades de nuestras relaciones como un problema que debe soportarse, sino como oportunidades para experimentar más profundamente la gracia rescatadora, transformadora, perdonadora, fortalecedora de Jesús, aquel que murió por nosotros y está siempre con nosotros.
Las tres formas de pensar: cada una es un pilar esencial para un estilo de vida bíblico y relacional saludable; cada una requiere de la honestidad de la humildad personal; y cada una nos anima a reconciliarnos los unos con los otros y con Dios una y otra y otra vez.