¿Cuándo fue la última vez que Dios respondió una de tus oraciones?
Y una segunda pregunta: ¿cómo reaccionaste cuando él respondió esa oración?
Tú y yo nunca deberíamos acostumbrarnos al milagro de que Dios nos responda cuando oramos. Ya es asombroso que él siquiera nos escuche, así que más aun lo es cuando nos responde. Sin duda, no merecemos que nos dedique tiempo, atención o recursos.
Tristemente, sin embargo, he notado que a veces espero con impaciencia o sintiendo que tengo el derecho a que mis oraciones sean respondidas. Pienso: “Dios me ha respondido antes, así que lo hará otra vez”; o al contrario, engañándome, creo: “recientemente he honrado a Dios; debería concederme esta petición”.
Y lo que es aun más impactante, cuando Dios no me responde a la velocidad ni de la forma que quiero, siento que me enfrío y albergo una amargura hacia él. Es casi como si mi alma murmurara en un tono muy bajo: “Cómo se atreve a no responderme…” ¡Qué realidad más oscura y peligrosa!
Es por esta razón que necesitamos recordar una y otra vez cómo presentar nuestras peticiones ante Dios. A lo largo de los Salmos, y en el Padre Nuestro, se nos dan seis razones por las que el Señor nos responde cuando oramos:
Su amor: “Respóndeme, Señor, por tu bondad y amor” (Salmo 69:16).
Su compasión: “Atiéndeme, Señor; respóndeme, pues pobre soy y estoy necesitado” (Salmo 86:1).
Su gracia: “…compadécete de mí y respóndeme” (Salmo 27:7).
Su fidelidad: “Por tu gran amor, oh Dios, respóndeme…” (Salmo 69:13).
Su gloria: “Padre nuestro que estás en el cielo, santificado sea tu nombre” (Mateo 6:9).
Su reino: “Venga tu reino, hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo” (Mateo 6:10).
No debes temer el rechazo de Dios cuando ores ni llegar a pensar que la oración es un ejercicio espiritual inútil. ¿Por qué? Porque él mismo es su propia razón para respondernos. La esperanza de la oración no está en los títulos de aquel que ora, sino en el carácter y el plan de aquel que está escuchando.
La razón de que Dios responda es él; él responde por causa de lo que está haciendo. Dios responde porque le encanta que acudamos a él, y le encanta entregarnos la gracia precisa para ese momento. Por lo tanto, aun cuando no tengas nada que ofrecer al Señor en tu favor, puedes ir a él con confianza.
En verdad él se deleita en escuchar y responder a sus hijos.
Dios te bendiga,
Paul Tripp
PREGUNTAS PARA REFLEXIONAR
- ¿Cuándo fue la última vez que Dios respondió una de tus oraciones?
- ¿Cómo reaccionaste cuando él respondió tu oración?
- ¿Cuándo fue la última vez que Dios no respondió tu oración como tú esperabas que lo hiciera?
- ¿Cómo reaccionaste y qué revela eso de tu corazón?