Ayer mi hija de cuatro años me hizo la gran pregunta. No, no esa pregunta. La escuché desde su silla de auto detrás de mí: «papá, ¿Santa viene a nuestra casa este año?».
Muchos padres cristianos de niños pequeños, como yo, se estremecen al escuchar estas palabras. Nos movemos por una profunda convicción como creyentes de mantener a Cristo como la pieza central de la Navidad. Pero tampoco podemos evitar sentir una inmensa presión de los medios, e incluso amigos y familiares, de no ser el «mata gozo» de nuestros hijos cuando se trata de San Nico. ¿Cómo lidiamos con Santa a la luz del Evangelio?
No soy necesariamente anti-Santa. Es completamente posible que existan familias temerosas de Dios que han encontrado maneras creativas de redimirlo en sus tradiciones navideñas con el fin de apuntar a Cristo. De lo que estoy en contra es de cualquier mensaje que socave la profundidad y dulzura sin igual del Evangelio de la gracia.
Hay que ser claros: Santa también está predicando un mensaje. Se anuncia cada año en televisión y en los libros infantiles. En la superficie parece ser inofensivo, pero debajo de sus mangas rojas y blancas hay una cosmovisión que compite y entra en conflicto fundamentalmente con la buena nueva de Jesús. Como padres cristianos, debemos someter toda cosmovisión que entra en nuestros hogares a un examen del Evangelio. En ese espíritu, permíteme señalar cuatro maneras en que las nuevas de Jesús brillan más que la de Santa esta Navidad.
El orgullo viene después de los regalos
Santa dice: «si te portas bien, serás recompensado».
Jesús dice: «no puedes portarte bien, pero porque yo sí pude, serás recompensado».
¿Quieres ver el orgullo florecer en los corazones de tus hijos? Tan sólo enséñales que el bien que viene en su vida es producto de su comportamiento. Si Jesús nos tratara como lo hace Santa, sólo buscaríamos ser morales y así poder obtener algo de Él. Un momento de obediencia sólo sería una ocasión para la adoración propia y la avaricia.
Afortunadamente, Jesús ofrece algo mejor. Él vivió perfectamente la vida que tú y yo no pudimos y nos entrega su registro justo como si fuera el nuestro. ¿Qué otro mejor regalo de Navidad hay para ofrecerles a nuestros hijos este año que ese? No sólo esto es infinitamente mejor noticia que la que Santa ofrece, sino que también produce en nuestros corazones una disposición humilde.
El saco vacío de la gracia de Santa
Santa dice: «si te portas mal, serás castigado con carbón».
Jesús dice: «sí, te portas mal, pero yo tomé el “carbón” de la ira de Dios por ti en la cruz».
Permíteme abordar una objeción aquí. Podrías estar pensando: «ningún padre decente le da carbón a su hijo en Navidad, no importa cuán mal se haya portado. ¿Acaso esa no es una imagen de gracia?». A esto digo que sí, es una imagen de gracia, sólo que no es la gracia del Evangelio. La gracia del Evangelio le costó su vida a Jesús a fin de asegurar nuestro perdón. La gracia de Santa perdona sin pago. Es lo mismo que decirle a un niño: «después de todo, realmente no importa lo que hagas. Siempre saldrás sin castigo al final».
La verdad es que nuestras acciones tienen consecuencias: consecuencias eternas. Y Dios, en su misericordia, envió a Jesús para tomar esas consecuencias sobre sí mismo para que pudiéramos recibir la recompensa de vida con Él. Cualquier cosmovisión que no tenga esta verdad en su centro compite con el Evangelio y no lo complementa.
No hay temor a la condenación
Santa dice: «estoy observándote constantemente para juzgar tu comportamiento».
Jesús dice: «gracias a mi perfecto comportamiento, nunca tendrás que preocuparte si estás en la lista de traviesos».
«Por tanto, ahora no hay condenación para los que están en Cristo Jesús […]» (Ro 8:1). Nuestro Salvador no lleva consigo una lista. Colosenses nos dice que Él dejó esa lista en el calvario, «habiendo cancelado el documento de deuda que consistía en decretos contra nosotros y que nos era adverso, y lo ha quitado de en medio, clavándolo en la cruz» (Col 2:14). Nunca tendremos que preocuparnos del escrutinio de un amo celestial exigente. A los ojos de nuestro Dios, nunca más nos encontraremos en la lista de traviesos.
¿Por qué obedecerá tu hijo?
Santa dice: «asegura mi favor en Navidad al ser obediente».
Jesús dice: «porque eres aceptado, ahora puedes obedecer desde la fe y la gratitud, no desde el temor al juicio».
En mi experiencia, nada sofoca lo que el apóstol Pablo llama «obediencia del corazón» (Ro 6:17) más que depender del temor al juicio como la base para la obediencia. Como dijo John Piper: «El poder de la promesa del pecado es quebrantada por el poder de Dios. Todo lo que Dios promete ser para nosotros en Jesús se contrapone a lo que el pecado promete ser para nosotros sin Él» (Gracia venidera).
El temor juega un rol (Lc 12:5), pero sólo la fe y la satisfacción en Dios vence finalmente el poder del pecado. En la economía de Dios, la aceptación siempre precede e inspira a la obediencia. Cuando le enseñamos a nuestros pequeños a obedecer simplemente para evitar el juicio, les damos una base inestable, débil y sin gozo sobre la cual pararse. Esto podría producir niños agradables, pero no produce niños nuevos.
La noticia más feliz de todas
Todo padre quiere que la Navidad sea un tiempo feliz para sus hijos. En esta Navidad, debemos luchar en nuestros hogares por una cosmovisión que produzca una felicidad suprema y perdurable —lo que David llama «plenitud de gozo» (Sal 16:11)—. El gozo que ofrece el mensaje de Santa es, en el mejor de los casos, de baja escala, de segundo nivel y débil. Es un gozo que es contingente a nuestro comportamiento, que asegura bendición basada en nuestras propias obras y que nos condena en nuestros fracasos morales.
Por lo tanto, a medida que mis hijos comienzan a entrar en la etapa de Santa, estamos comenzando nuevas tradiciones de nuestros años de niñez. Estamos iluminando nuestro living con el Evangelio y estamos quitando a todos los competidores. No estamos despreciando a Santa, simplemente estamos escogiendo la noticia más feliz para que nuestros hijos la escuchen. No mereces nada más que carbón, pero Dios te amó tanto que, a expensas propias, Él te dio el regalo más grande de todos: a Él mismo.
Jimmy Needham © 2015 Desiring God. Publicado originalmente en esta dirección. Usado con permiso.
Jimmy Needham
Jimmy Needham es cantante y compositor. Sirve como miembro del equipo de la iglesia Stonegate en Midlothian, Texas. Él y su esposa tienen dos hijas y un hijo. Para más información jimmyneedham.com.