Dos voces se disputan por tu pureza sexual. Si crees que la batalla se trata solo de imágenes y videos, no estás listo para pelear. Esta es una guerra de palabras.
Según Proverbios 2, a quien escuchamos (cada mañana, durante el día y tarde en la noche) determinará si cedemos a la tentación o la resistimos con la fuerza de Dios. La primera voz es la voz de Dios escrita en la Escritura:
Hijo mío, si recibes mis palabras
Y atesoras mis mandamientos dentro de ti,
Da oído a la sabiduría
Inclina tu corazón al entendimiento.
Porque si clamas a la inteligencia,
Alza tu voz al entendimiento;
Si la buscas como la plata
Y la procuras como a tesoros escondidos,
Entonces entenderás el temor del Señor
Y descubrirás el conocimiento de Dios (Pr 2:1–5)
Mientras algunos consejeros simplemente dicen: «aléjate de ella», la verdadera sabiduría dice: «persigue con más esfuerzo a Dios». ¿Cómo podrás ser liberado de «la mujer extraña… que lisonjea con sus palabras» (Pr 2:16)?: gracias a palabras más seguras. No solo necesitamos estrategia para la pureza sexual, sino que sin este inquebrantable hábito de la mente y del corazón, toda estrategia está destinada a fracasar.
La primera voz que escuchamos
Nota que el hombre sabio simplemente no anima a su hijo a leer la Biblia, sino que a escucharla, a buscarla, a clamarla y a procurarla.
Da oído cuidadosamente (2:2).
Busca persistentemente con tus ojos (2:4).
Clama desesperadamente con tu boca (2:3).
Procúrala incansablemente con tus manos (2:4).
Atesora en tu corazón estas palabras (2:1–2).
Escuchar la voz de Dios requiere más de nosotros que cualquier otro tipo de lectura. Requiere todo de nosotros. Leer la Biblia bien significa acoplar cada parte de ti con ella, meditando y orando hasta que las palabras de Dios sean gratas para ti (Pr 2:10). Nadie es salvado del pecado y de la tentación simplemente por la información. Necesitamos cirugía: palabras que sean lo suficientemente filosas para atravesar nuestra sordera, pronunciadas por el único lo suficientemente sabio y fuerte para nunca dañarnos.
Recíbela; atesórala; haz tus oídos atentos a ella; inclina tu corazón a ella; búscala como a la plata. ¿Acoplarte con la Palabra de Dios se siente así de activo para ti? Leer la Biblia es bueno, pero solo leerla no es suficiente para alimentar y purificar nuestras almas. Cuando damos más, esperamos más, oramos más, invertimos más en nuestra lectura, las Palabras de Dios comienzan a tener su completo efecto en nuestros corazones y vidas por su Espíritu.
No existen atajos para el cambio de vida
Si buscas la sabiduría de Dios como a la plata, «entonces entenderás el temor del Señor y descubrirás el conocimiento de Dios» (Pr 2:5).
Los entonces en la Escritura son terriblemente frustrantes para los necios que quieren la conclusión sin esfuerzo. El necio quiere que Dios le envíe pureza porque se la pidió. Somos propensos a irritarnos y a protestar cuando Dios promete darnos lo que le pedimos a través de la lucha continua. No se siente como un regalo si tenemos que esforzarnos.
Hasta que nos demos cuenta de que nuestro esfuerzo es un milagro: algo que nunca habría sucedido lejos de una intervención divina. Es supernatural esforzarse para disfrutar la Palabra de Dios: escuchar, buscar, clamar y procurar. Si buscas el conocimiento como a la plata, «entonces entenderás el temor del Señor y descubrirás el conocimiento de Dios» (Pr 2:5). No simplemente un conocimiento de él como conoces las leyes de conducción o la historia de tu país, sino que un conocimiento lleno de temor y afecto, un tipo de conocimiento relacional, emocional y espiritual. Tú lo conoces y eres una persona diferente por haberlo conocido.
La segunda voz
Si atesoras la Palabra de Dios, entonces temerás y entenderás y por lo tanto «te librará de la mujer extraña» (Pr 2:5, 16). Existen tres pasos distintos que dar en Proverbios 2. No pierdas la secuencia: si, entonces, por lo tanto. La meditación de la Biblia se convierte en un conocimiento temeroso y afectuoso de Dios y ese tipo de conocimiento nos libera del pecado sexual y de la tentación.
La lectura bíblica sola no te guardará del pecado sexual. No conocerás al Señor sin escuchar realmente su voz. No encontrarás pureza sexual duradera y satisfactoria sin conocer la comunión temerosa y gozosa con Dios por medio de la Escritura. Si intentamos cumplir apenas con el estándar de obediencia sin intentar conocerlo, rápidamente perdemos nuestra capacidad para decir «no» constante y alegremente a la tentación.
La tentación es la segunda voz más importante en Proverbios 2.
Guerra de palabras
Cuando Proverbios describe a la mujer extraña, la llama «la desconocida que lisonjea con sus palabras» (Pr 2:6; ver también 7:5). Más adelante dice: «Los labios de la extraña destilan miel, y su lengua es más suave que el aceite» (Pr 5:3). Nuevamente, en Proverbios 22:14 dice: «Fosa profunda es la boca de las mujeres extrañas; el que es maldito del Señor caerá en ella». Proverbios menciona a la mujer extraña cinco veces; cuatro veces dice explícitamente cómo ella destruye a un hombre: con palabras.
No me sorprende que el plan de Dios para la pureza sexual comienza con escuchar lo que él dice. Cuando nos deleitamos en sus palabras y meditamos en ellas, hacemos guerra contra palabras dulces, suaves y letales. Incluso en una sociedad dominada por imágenes y videos, las palabras permanecen en el campo de batalla por la pureza sexual. Cada imagen ilícita susurra una mentira y hace una promesa que no puede cumplir. Al escuchar las palabras de Dios y al conocerlo con temor y afecto, estamos preparados para demostrar que las promesas del pecado sexual no son dignas de confianza y, por lo tanto, no son atractivas.
Dios, por otro lado, cumple cada promesa y cada advertencia, y él nos advierte que «la casa [de la mujer extraña] se inclina hacia la muerte y sus senderos hacia los muertos. Todos los que van a ella no vuelven, ni alcanzan las sendas de la vida» (Pr 2:18-19). Con la misma boca, él promete por medio del rey David: «Me darás a conocer la senda de la vida; en tu presencia hay plenitud de gozo; en tu diestra hay deleites para siempre» (Sal 16:11).
¿La boca de quién llena tu cabeza? En los momentos de tentación, las dos voces luchan por tu corazón. Una es suave, seductora y destructiva; la otra, soberana, confiable y gratificante. Una te atrae a la cama con muerte; la otra, te posiciona firme y misericordiosamente en el camino de la vida. Permite que su voz tenga los oídos de tu corazón, no solo en el momento, sino que en los muchos momentos antes de que llegue la tentación.
Cuándo puedes empezar a leer
Muchos de nosotros pensamos abrir nuestras Biblias el día después de caer en pecado (casi como una especie de penitencia protestante). Al no haber peleado contra la tentación del pecado, al menos intentamos mitigar la culpa. Sin embargo, Proverbios 2 nos enseña a abrir nuestras Biblias días, semanas, meses e incluso años antes de que llegue la tentación.
La lucha por la pureza sexual comienza al trazar las líneas de batalla en la Palabra de Dios cada mañana. Proverbios 2 dispone el mapa espiritual y la secuencia para nuestra guerra:
Lee la Biblia hasta que ames y obedezcas la Biblia.
Entonces, conocerás y temerás al Señor en lo profundo de tu corazón.
Por lo tanto, serás liberado de «la mujer extraña»: del pecado sexual y de la tentación.
Si te entregas a la Palabra de Dios antes de que lo hagas al pecado, «la sabiduría entrará en tu corazón, y el conocimiento será grato a tu alma; la discreción velará sobre ti, el entendimiento te protegerá, para librarte de la senda del mal, del hombre que habla cosas perversas» (Pr 2:10-12). El pecado sexual es más atractivo cuando la Palabra de Dios está perdida en la dulzura de nuestros oídos. ¿Cómo podemos atesorar lo que Dios dice y podemos permitir que nuestros ojos se maravillen?
A menos que la escuchemos atentamente, la busquemos persistentemente, clamemos en ella desesperadamente, la procuremos tenazmente y la leamos sin descanso, la Palabra de Dios no será lo suficientemente dulce a nuestros oídos para liberarnos del mal. A menos que la busquemos como a la plata, estamos destinados a caer de nuevo.
Marshall Segal © 2018 Desiring God. Publicado originalmente en esta dirección. Usado con permiso. | Traducción: María José Ojeda

