Mi familia amaba el momento en el que nos sentábamos en la oscuridad frente a su luz.
Cada año, mis hijos me perseguían para saber cuándo iba a suceder; conversaban entre ellos sobre cuán grande sería. Subíamos a nuestros hijos al automóvil e íbamos al lugar donde siempre escogíamos nuestro árbol de Navidad. Después de considerar las opiniones de todos, decidíamos, amarrábamos el árbol al techo de nuestro automóvil y nos íbamos a casa. Esa noche lo decorábamos juntos como familia. Después de que el árbol finalmente estaba adornado en todo su esplendor, apagábamos todas las luces, maravillados mientras nuestro árbol brillaba intensamente en la oscuridad.
Amo esos momentos, porque creo que, como creyentes, debemos ser la comunidad que más celebra en la tierra. Sabemos que todas las cosas buenas que disfrutamos y que todo el amor de familia que experimentamos son dulces regalos inmerecidos de nuestro Padre celestial. Sin embargo, me preocupa que recordemos (y que ayudemos a nuestros hijos a recordar) que, si bien esta maravillosa temporada de celebración se trata de un árbol, no se trata del hermoso árbol que decoraste cuidadosamente en tu sala de estar.
Un tipo diferente de árbol
Desde el momento de su primer respiro, la vida de ese bebé en el establo estaba dirigiéndose hacia un árbol. No sería un árbol de belleza o de celebración, sino que uno de sacrificio y muerte. No estaría en la casa de alguien como parte de una tradición festiva, sino que estaría a las afueras de los muros de la ciudad en un monte de ejecución. Ese bebé no se pararía frente a su árbol ni sonreiría debido a su belleza, sino que sería torturado en él y clavado en él entre convictos. Ese árbol en el monte no era un símbolo de una festividad, sino que un instrumento de juicio. En ese aparente desesperanzado monte, ese árbol de muerte le dio vida y esperanza a la humanidad.
El tiempo de Adviento cuenta una historia que te dejará sin aliento. Es una historia sobre una ineludible necesidad, una gloriosa encarnación, una sustitutoria vida, un expiatorio sacrificio y una victoriosa resurrección. Solo Dios podría escribir tal historia y solo Dios podría completar la trama. Es una historia que tiene el propósito de maravillarnos, de humillarnos, de capturarnos, de rescatarnos, de transformarnos y de provocar que vivamos en maravilla y adoración. Esta historia entrega la única forma en que tu identidad y verdadera necesidad pueden adquirir sentido. Esta historia revela dónde se encuentra la esperanza y te señala hacia el significado y el propósito de tu existencia.
Una falsa historia de Adviento
No tengo problema con las historias de trineos, de muñecos de nieve, de regalos y de golosinas. Tampoco me opongo a cantar canciones navideñas. Lo que me preocupa es que, en cada Adviento, les cuentan una historia falsa a nuestros hijos.
Esta falsa interpretación de la historia de Navidad pone el placer humano al centro. Les dice a nuestros hijos que busquen vida en la creación en lugar de en el Creador. Les cuenta mentiras sobre quiénes son y sobre qué necesitan. Les presenta un mundo que no necesita un árbol de sacrificio, que no necesita un Cordero Mesías y que no necesita una resurrección que da vida.
Esta historia olvida que el mundo en el que nuestros hijos viven está miserablemente roto, que gime esperando la redención (Ro 8:22-23). Esta historia olvida contarles a nuestros hijos que ellos son un grave peligro para ellos mismos debido al pecado que vive en su interior. Y con seguridad, no les cuenta que fueron creados para rendir sus vidas intencionalmente a los grandes propósitos y planes de Dios para su gloria.
El Adviento es un regalo para los padres
El Adviento es un regalo para los padres cristianos porque les ofrece una oportunidad enfocada para hablar con sus hijos sobre las cosas que son profundamente más importantes en toda la vida. Todas las preguntas que este tiempo aborda serán hechas y respondidas por tus hijos de alguna manera.
- ¿De qué se trata este tiempo?
- ¿Por qué Jesús tuvo que venir?
- ¿Qué es lo que necesito?
- ¿Cómo se satisfarán esas necesidades?
- ¿Quién soy y de qué se trata mi vida?
- ¿Cómo se supone que debo vivir?
Estas y muchas preguntas más son respondidas por el milagro de la encarnación de Jesucristo. Es la historia que explica todas las otras historias, la única que lleva la promesa de vida y de esperanza verdadera para nuestros hijos.
Cuenten la historia una y otra vez
Por tanto, padres, este Adviento, comiencen a preparar a sus hijos desde pequeños y con constancia para los choques de historias en el que se ha convertido este tiempo. Cuéntenles la historia de Jesús una y otra vez. Cuénteles las malas noticias de por qué tuvo que venir, porque solo entonces entenderán y celebrarán lo que su venida logró por ellos. Cuéntenles que el mejor regalo jamás entregado fue el regalo de Jesús, porque nos entrega todo lo que necesitamos.
Hagan que su conversación de Adviento se trate de un árbol, pero no del que está en su sala de estar. Hablen sobre cómo el bebé que estuvo en el establo no vino a decorar un árbol, sino que a ser colgado en uno para darles salvación. Recuérdenles que en un mundo oscurecido por el pecado, ese árbol de sacrificio y salvación brilla como una luz de eterna esperanza que nunca jamás se apagará.