El sexo: no tienes que ir muy lejos o escuchar con mucha atención para notar que se muestra y se discute en todos lados. Si prestas atención a tus propios deseos e instintos, rápidamente recordarás que tú también eres un ser sexual.
Con todo esto girando a nuestro alrededor y dentro de nosotros, la iglesia de Jesucristo extrañamente se ha mantenido en silencio. Pareciera que abordamos el sexo con una timidez que no tiene un sentido personal, cultural ni bíblico.
Los pastores a menudo dudan demasiado si enseñar o predicar sobre el tema del sexo. ¿Cuántos padres cristianos proporcionan un lugar duradero, seguro, misericordioso y sin prejuicios para que sus hijos aprendan lo que significa ser seres que honran a Dios sexualmente?
Mientras tanto, el mundo a nuestro alrededor parece nunca dejar de hablar sobre él.
Puesto que el sexo es creación de la mano de Dios y existe bajo el control de su soberanía, debemos abordarlo con reverencia y admiración, no con vergüenza.
Y puesto que Dios también ha decidido que vivamos en un mundo donde las mentiras, las decepciones, las distorsiones y las tentaciones del sexo son muchas, debemos abordarlo con urgencia y no con timidez.
El hecho de que vivas en un mundo sexualmente adicto y que no seas inmune a esos deseos, no es un error divino. Tu exposición a las diversas dificultades de la vida en este mundo roto sexualmente, con todos sus engaños y tentaciones, no obstruye el plan de Dios; es su plan. Él, aquí y ahora, te tiene exactamente donde quiere tenerte.
No podemos permitirnos a nosotros mismos vivir como monásticos evangélicos, intentando escondernos del quebrantamiento sexual del mundo, como si separarnos del mundo fuera la clave para la verdadera rectitud. Tampoco podemos ser adormecidos o intimidados para quedarnos callados en un área crucial de la existencia humana donde el Creador ha hablado clara y poderosamente.
Y no debemos olvidar las verdades del Evangelio de Jesucristo que entregan libertad y que expone las mentiras. No somos impotentes ni tampoco estamos solos en nuestra lucha.
Es vital que recordemos que la gracia del Señor Jesucristo no solo aborda nuestra necesidad por perdón por el pasado o nuestra esperanza futura, sino que también todo lo que enfrentemos aquí y ahora. Este Evangelio es el que entrega el único diagnóstico confiable cuando se trata de sexo, y debido a que lo hace, el Evangelio también nos honra con la única cura verdaderamente efectiva.
El Evangelio tiene el poder para darnos sabiduría, para mantenernos protegidos y para hacernos valientes respecto al sexo, y así no estar dispuestos a ser marginados por la timidez y el miedo. El Evangelio nos honra con todo lo que necesitamos para celebrar y participar en la sexualidad humana de una manera que honra a Dios y que disfruta completamente las cosas buenas que él nos ha dado para que disfrutemos.
Si el sexo viene del Señor, le pertenece al Señor, se escribe sobre él en la Palabra del Señor y existe para la gloria del Señor, ¡entonces es mejor comenzar a hablar sobre él!
Preguntas para reflexionar
- ¿De qué área(s) de la sexualidad temes hablar? (Sobre tus propias luchas personales, sobre hablarlo con tus hijos, sobre ayudar a otros con sus luchas, etc.).
- ¿Cómo puede el Evangelio darte confianza para abordar la sexualidad?
- ¿Qué pasos puedes dar esta semana para abordar aquellas áreas de la sexualidad con la valentía y la sabiduría del Evangelio?