A pesar de su demostrable unidad, de vez en cuando es bueno recordar que la Biblia no es meramente un libro sino más bien una colección de ellos —de ahí que la llamemos Biblia, que significa, precisamente, «libros»—. Podemos leerla de tapa a tapa, pero destilar la verdadera narración requerirá más que una simple lectura lineal.
En su libro Guía del lector de la Biblia, el autor Christopher Wright intenta ayudarnos con este preciso proceso, y el resultado no sólo es una narración concisa, sencilla y coherente, sino también un manual reflexivo que arroja la cantidad de luz necesaria sobre los diversos temas que aborda (y, por lo tanto, es mucho más que simplemente un relato cronológico). Wright comunica el sentido más profundo de las cosas, y con ello, nos ayuda a no pasar por alto los ejes principales de la acción de Dios.
El libro, como señalé al pasar, se organiza siguiendo la cronología bíblica (el orden de los eventos más que el orden de los libros), pero es importante destacar que Wright provee también una buena introducción destacando el sentido, el valor y el poder de la Palabra. Desde las primerísimas páginas él busca conectarnos con el Dios de la Biblia, pero describe también el elemento humano que resulta igualmente determinante a la hora de interpretarla.
Otra de las características útiles de este manual es la inclusión de diversas ayudas como, por ejemplo, un diagrama inicial de la cronología bíblica, y repartidos a lo largo del libro, diversos recuadros que discuten resumidamente temas claves (el significado de la palabra «pacto», la ley y su aplicación, el reino de Dios, y muchos otros). El libro, sin embargo, está hecho para acompañar la lectura bíblica —no para reemplazarla—, y el final de cada capítulo incluye una lista de los pasajes más relevantes que, a juicio del autor, deberían leerse para comprender lo previamente explicado.
Si bien este libro tiene ya más de tres décadas, su relativamente reciente publicación en español llega en un muy buen momento. El protestantismo latino está siendo testigo de un interés creciente en la gran narración que unifica la Biblia, pero es importante que, tal como lo hace Wright, mantengamos siempre la vista en la Escritura misma y no en los resúmenes que, por muy útiles que sean, a veces se convierten en relatos sustitutos.
Este manual, en verdad, puede hacer mucho para darle impulso a la lectura bíblica de creyentes nuevos, y probablemente también guiará la lectura de aquellos que, sin ser tan nuevos, han leído la Biblia por años sin llegar aún a descubrir cómo cada libro hace su importante contribución (y no solamente aquellas partes que, a menudo, son preferidas sólo por ser más claras). Como regalo para un cristiano nuevo será excelente, pero yo, al menos, me aseguraré de conservar un ejemplar para mi propio provecho.