El año pasado, encontré para mis niños unas divertidas tarjetas del Día de los Enamorados de la Guerra de las Galaxias. Las tarjetas tenían tiernas frases como, «Únete al lado del corazón» y «Eres mi única esperanza».
Este es el mes del amor, la época del año cuando expresamos nuestro amor por aquellos que apreciamos. Entregamos cartas de amor, chocolates en forma de corazón y otros regalos. Es interesante ver cómo un concepto como «el amor» puede reducirse a frases como, «sé mío», «verdadero amor» y «el único e incomparable». (Personalmente, ¡mi parte favorita es el chocolate!). Sin duda, es divertido y dulce intercambiar cartas y regalos el 14 de febrero; sin embargo, en general, la festividad es un recordatorio anual de que el amor en nuestra cultura es completamente opuesto al amor bíblico.
Mientras estudiaba para escribir mi próximo libro, pasé un tiempo leyendo 1 Juan. Escrito por el autor del Evangelio de Juan y de Apocalipsis, 1 Juan fue escrito para los creyentes con el fin de ayudarlos a examinar la genuinidad de su fe. Una de las tres pruebas que se mencionan en el libro es la del amor. Y al contrario de las frases plasmadas en dulces con mensajes románticos y rimas en tarjetas románticas, a Juan le tomó más que un par de palabras para describir el amor de Dios por nosotros, el amor que tenemos por Dios y el amor que debemos tener los unos por los otros.
Esto es amor: cuatro verdades sobre el amor en 1 Juan
El amor está enraizado en el Evangelio: «En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que Él nos amó a nosotros y envió a su Hijo como propiciación por nuestros pecados. Amados, si Dios así nos amó, también nosotros debemos amarnos unos a otros» (4:10-11). El amor comienza con el amor de Dios por nosotros. Como dice Efesios 1, «[…] en amor nos predestinó para adopción como hijos para sí mediante Jesucristo […]» (vv. 4-5). No amamos a Dios primero; más bien, Él nos amó cuando aún éramos pecadores, «pero Dios demuestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros» (Ro 5:8). Nosotros amamos a Dios porque Él nos amó primero (4:19). Nuestro amor por Dios y por otros está enraizado en el amor de Dios expresado por nosotros por medio de Jesucristo.
Dios es amor: «El que no ama no conoce a Dios, porque Dios es amor» (4:8). Para entender lo que es el amor, tenemos que mirar a Dios porque Él es amor. Juan continúa para describir el amor de Dios, «en esto se manifestó el amor de Dios en nosotros: en que Dios ha enviado a su Hijo unigénito al mundo para que vivamos por medio de Él» (4:9). Dios nos mostró lo que es su amor al darnos a su Hijo. «En esto conocemos el amor: en que Él puso su vida por nosotros […]» (3:16).
Si amamos a Dios, nos amaremos mutuamente: «Amados, amémonos unos a otros, porque el amor es de Dios, y todo el que ama es nacido de Dios y conoce a Dios» (4:7). El amor que tenemos por otros es un desbordamiento natural de nuestro amor por Dios. Es una prueba de fuego de nuestra fe. «Si nos amamos unos a otros, Dios permanece en nosotros y su amor se perfecciona en nosotros» (4:12). «Nosotros sabemos que hemos pasado de muerte a vida porque amamos a los hermanos» (3:14). Es más, es el amor que tenemos por otros que muestra al mundo que somos seguidores de Cristo. Como dijo Jesús en Juan 13:35, «en esto conocerán todos que son mis discípulos, si se tienen amor los unos a los otros».
El amor se revela a sí mismo en hechos, no en las palabras: «En esto conocemos el amor: en que él puso su vida por nosotros. También nosotros debemos poner nuestras vidas por los hermanos. Pero el que tiene bienes de este mundo, y ve a su hermano en necesidad y cierra su corazón contra él, ¿cómo puede morar el amor de Dios en él? Hijos, no amemos de palabra ni de lengua, sino de hecho y en verdad» (3:16-18). El amor es más que decir, «te amo»; se revela en la forma en que tratamos a otros. Cuando damos nuestra vida los unos por los otros, sacrificando tiempo, esfuerzo, dinero y nuestro propio ser, demostramos nuestro amor.
El libro de 1 Juan sería una larga carta para este Día de San Valentín, pues resume bien lo que es el amor. Mientras les entregamos dulces, cartas y otras confecciones en forma de corazón a nuestros cónyuges y a nuestros seres queridos, recordemos que el verdadero amor es más que la frase tipo estampada en un dulce. Es una vida de entrega por otro, como Cristo dio su vida por nosotros.