Dios los creó hombre y mujer
La Biblia es inequívoca sobre la pregunta de la relación sexual homosexual. Primero, que hombres duerman con hombres está prohibido en la ley judía (p. ej.: Lv 18:22; 20:13). Esto no necesariamente aplica para los cristianos. Muchas leyes del Antiguo Testamento se declaran como no vinculantes en el Nuevo Testamento (p. ej.: restricciones alimentarias). Pero la lógica del matrimonio con personas del sexo opuesto y la prohibición de las relaciones sexuales homosexuales se reafirman en múltiples ocasiones1.
Comencemos con el marco de trabajo de Jesús. A veces, Jesús es caricaturizado como un profeta del amor libre, despreocupado de la ética sexual. No obstante, su enseñanza sobre la moralidad sexual era consistentemente más estricta que la ley del Antiguo Testamento2. Por ejemplo, cuando los fariseos le preguntaron a Jesús si es que un hombre podía divorciarse de su mujer «por cualquier causa», Él respondió:
[…] ¿No han leído que Aquel que los creó, desde el principio los hizo varón y hembra, y dijo: «Por esta razón el hombre dejará a su padre y a su madre y se unirá a su mujer, y los dos serán una sola carne?». Así que ya no son dos, sino una sola carne. Por tanto, lo que Dios ha unido, ningún hombre lo separe (Mateo 19:4-6).
Jesús reafirma que Dios creó a los humanos hombres y mujeres, que el diseño del matrimonio es el de una sola carne y que tiene altas demandas: un hombre no podría divorciarse de su esposa salvo por infidelidad (Mt 19:9). Los oyentes de Jesús se espantaban por lo estricto de su enseñanza (Mt 19:10). Sin duda, Jesús rutinariamente escandalizaba a quienes lo rodeaban al asociarse con aquellos conocidos por su inmoralidad sexual. Sin embargo, lejos de expandir las opciones en cuanto a las relaciones sexuales, Jesús elevó la ley del Antiguo Testamento.
Nada nuevo bajo el sol
Estamos tentados a pensar que las posibilidades sexuales actuales no existían en el primer siglo. No obstante, las referencias repetidas a todo tipo de inmoralidad sexual en el Nuevo Testamento nos recuerdan que las restricciones judeocristianas sobre el sexo siempre fueron contraculturales. La antigua cultura griega permitía las relaciones sexuales entre hombres (normalmente entre hombres adultos y chicos adolescentes) y celebraba el deseo homoerótico.
En el mundo antiguo, la homosexualidad solía ser asimétrica. Pero esto también ocurría en el matrimonio heterosexual, que a menudo emparejaba a un hombre en sus treinta con una mujer en sus primeros años de la adolescencia. Y mientras muchas de estas relaciones eran explotadoras y promiscuas, existían modelos culturales para las relaciones homosexuales comprometidas. En el siglo iv a.C., se formó un ejército griego llamado el Batallón Sagrado de Tebas, que consistía en 150 parejas de amantes varones. La teoría era que el vínculo sexual agregado motivaría a los soldados a luchar los unos por los otros3.
La cultura romana era más restrictiva, ya que las relaciones sexuales entre ciudadanos hombres eran mal vistas. A pesar de ello, los hombres eran libres de dormir con esclavos hombres y prostitutos. No obstante, Louis Cromptom (siendo un hombre homosexual y pionero en estudios queer) argumenta en su libro, Homosexuality and Civilization, que la naturaleza explotadora de muchas de las relaciones sexuales gay en el mundo antiguo no abre la puerta para reinterpretar el Nuevo Testamento: «en ninguna parte Pablo, ni ningún otro escritor judío de ese periodo, insinúa la menor aceptación de las relaciones entre personas del mismo sexo bajo ninguna circunstancia. La idea de que los homosexuales podrían ser redimidos por la devoción mutua habría sido totalmente ajena para Pablo, para cualquier otro judío o para los primeros cristianos»4.
Cuando examinamos el Nuevo Testamento, encontramos prohibiciones explícitas de las relaciones sexuales homosexuales. Pero, asimismo, encontramos una debilidad sorpresiva en la afirmación de que Pablo, quien escribió la mayoría de los textos relevantes, era un crítico homofóbico. En una carta a su discípulo, Timoteo, Pablo reafirma las prohibiciones escriturales sobre el pecado sexual: heterosexuales y homosexuales. No obstante, él se rehúsa a adoptar una postura moral superior. Al reflexionar sobre cómo los falsos maestros estaban tergiversando la ley, Pablo escribe:
[…] que la ley no ha sido instituida para el justo, sino para los transgresores y rebeldes, para los impíos y pecadores, para los irreverentes y profanos, para los que matan a sus padres o a sus madres, para los asesinos, para los inmorales, homosexuales, secuestradores, mentirosos, los que juran en falso, y para cualquier otra cosa que es contraria a la sana doctrina (1 Timoteo 1:9-10).
La inmoralidad sexual, incluyendo la inmoralidad homosexual, está entre los pecados del asesinato y la captura violenta de esclavos. La frase «homosexuales» también aparece en 1 Corintios 6:9, donde se traducen dos palabras griegas que parecen especificar parejas activas y pasivas5. Pablo repetidamente declara que nadie es santo según la ley. Un par de versículos más adelante en 1 Timoteo, él escribe: «Palabra fiel y digna de ser aceptada por todos: Cristo Jesús vino al mundo para salvar a los pecadores, entre los cuales yo soy el primero» (1Ti 1:15). Lejos de pensar que él es mejor que aquellos cuyo pecado enumera, Pablo se presenta como alguien peor: «blasfemo, perseguidor y agresor» de Jesús (1Ti 1:13), salvado sólo para demostrar que la persona menos merecedora puede ser redimida. ¡Es más, en este capítulo, Pablo se refiere a sí mismo como «el primero» de los pecadores dos veces (1Ti 1:15, 16)!
Cuando Pablo hace referencia a las relaciones sexuales entre personas del mismo sexo en su carta a la iglesia de Roma, lo hace a partir de una de descripción de idolatría. Esto tiene sentido en la lógica bíblica más amplia del matrimonio como una imagen de la relación de Dios con su pueblo y, en el contexto cultural más amplio, del rol del sexo en algunos rituales de culto paganos. Pablo describe que las personas abandonan la adoración a Dios y se lanzan a las relaciones sexuales.
Por esta razón Dios los entregó a pasiones degradantes; porque sus mujeres cambiaron la función natural por la que es contra la naturaleza. De la misma manera también los hombres, abandonando el uso natural de la mujer, se encendieron en su lujuria unos con otros, cometiendo hechos vergonzosos hombres con hombres, y recibiendo en sí mismos el castigo correspondiente a su extravío (Romanos 1:26-27).
Toda la Biblia es ofensiva
Estos versículos condenan las relaciones sexuales homosexuales para mujeres y para hombres. Son incuestionablemente ofensivas. Sin embargo, la realidad es que la Biblia es ofensiva de principio a fin.
Cuando el profesor de la Universidad Rice, Jim Tour, era estudiante, un amigo cristiano comenzó a contarle sobre Jesús. Jim no estaba convencido. Él pensaba que era un tipo bastante bueno, entonces toda la conversación de que el pecado lo separaba de Dios lo confundió. Pero cuando su amigo le mostró Mateo 5:27-28, donde Jesús afirma que cualquiera que mire a una mujer con lujuria comete adulterio en su corazón, Jim se dio cuenta de que su adicción a la pornografía lo ponía directamente en esa categoría y finalmente llegó a reconocer a Jesús como el Mesías que su crianza judía le había enseñado a esperar. Con o sin pornografía, si eres un hombre heterosexual, es poco probable que puedas declararte «inocente» ante la acusación de Jesús. Aún peor, Jesús dijo que si tu ojo derecho te hace desear sexualmente a alguien, es mejor sacártelos y entrar al Reino de Dios que permanecer en tu pecado (Mt 5:29). Nadie puede escuchar a Jesús y no escandalizarse, ofenderse ni ser quebrantado por su postura respecto al pecado sexual. No obstante, las palabras más ofensivas de Jesús golpean a las personas más escrupulosamente castas de su tiempo.
En una enorme diatriba contra los fariseos hiperreligiosos, Jesús los llama hipócritas, guías ciegos, sepulcros blanqueados, hijos de asesinos y serpientes: «¡Camada de víboras!», grita, «¿Cómo escaparán del juicio del infierno?» (Mt 23:33). No podemos leer la Biblia y no sentirnos ofendidos —incluso condenados— a menos que vayamos como pecadores quebrantados. Si vamos así, seremos tiernamente abrazados.
Este artículo es una adaptación del libro Confrontando el cristianismo: doce preguntas difíciles para la religión más grande del mundo.
Este artículo fue publicado originalmente en inglés y traducido con el permiso de Crossway.
- Ver el libro de Robert A. J. Gagnon, La Biblia y la práctica homosexualidad: textos y hermeneuticas (Oregon: Publicaciones Kerigma, 2023) para un tratamiento más detallado de las prohibiciones del sexo homosexual en la Escritura hebrea y cómo se relacionan con los textos del Nuevo Testamento.
- Por ejemplo: «Ustedes han oído que se dijo: “No cometerás adulterio”. Pero Yo les digo que todo el que mire a una mujer para codiciarla ya cometió adulterio con ella en su corazón» (Mt 5:27-28).
- Citado en el libro de Louis Crompton, Homosexuality and Civilization [Homosexualidad y civilización] (Cambridge, MA: Harvard University Press, 2003), 55.
- Citado en el libro de Crompton, Homosexuality and Civilization, 56. N. del T.: traducción propia.
- Ver Symposium [El banquete] de Platón, 189c–193e.