A estas alturas, ya perdí la cuenta de cuántas veces he oído cristianos decir: «No podemos seguir dándonos el lujo de desconocer lo que es el Islam». También ha pasado mucho tiempo desde que lo oí por primera vez, y sin embargo, el común de los cristianos sigue sin saber de qué se trata esta creencia religiosa.
Hoy veremos un libro que aborda el tema, y aunque trata, sin duda, el aspecto más recordado de la fe musulmana (como lo sugiere su título, «El lado oscuro del Islam»), hace bastante más que eso: nos permite entender sus ideas centrales, y especialmente, cuáles son los puntos en que más contrasta con el cristianismo.
El libro es presentado como un diálogo, y lo mejor es que quienes participan de él conforman una dupla de lujo: por un lado, R.C. Sproul, reconocido teólogo cristiano, y por el otro, Abdul Saleeb (pseudónimo), ex-musulmán comprometido y actualmente un cristiano muy conocedor de su nueva fe. Con el conocimiento que Saleeb demuestra, difícilmente alguien podría decir con justicia que no sea una persona calificada para hablar del tema.
El libro comienza estableciendo la complejidad del Islam, y con esto se refiere a que no podemos tratarlo simplemente como una «religión sencilla que fomenta violencia». El mundo musulmán cuenta con logros en diversas áreas, y junto con ello, el Islam se trata de «una fe coherente y sistemática que presenta retos fuertes a la fe cristiana». ¿Cuáles son esos retos?
El libro los agrupa en cuatro aspectos: (1) la naturaleza y la autoridad de la Biblia, (2) la naturaleza de Dios, (3) la visión de la humanidad y (4) la visión de Cristo.
En cuanto a la Biblia, un dato interesante mencionado por Saleeb es que el Corán tiene en muy alta estima a las Escrituras (particularmente la Torá y el evangelio), pero considerando las grandes discrepancias que hay entre éstas y el Corán, añade la explicación que los musulmanes idearon para darles sentido: originalmente los textos bíblicos fueron verdadera palabra de Dios, pero con el tiempo, los judíos y los cristianos corrompieron sustancialmente el texto.
En el libro se afirma varias veces que los musulmanes acostumbran citar teólogos cristianos liberales para respaldar sus ideas (teólogos que, por ejemplo, cuestionan la preservación del texto original), pero en este capítulo Sproul interviene para desacreditar con buenos argumentos la postura de dichos teólogos y defender así la confiabilidad de la Biblia.
A continuación, el segundo gran tema se centra en Dios, y en él se analizan dos conceptos relacionados que los musulmanes rechazan: primero, que Dios pueda ser llamado «Padre», y segundo, que se trate de un Dios trino.
En cuanto a la paternidad de Dios, Saleeb enfatiza que para los musulmanes es prácticamente imposible no asociar la idea con el acto sexual. Sproul, en respuesta, define la visión bíblica, y lo interesante es que esto permite captar el gran atractivo que muchos ex-musulmanes declaran haber hallado en el cristianismo: una intimidad con Dios para la cual el Islam no provee camino alguno. Se explica, también, la importancia de concebir a Dios como un Ser trino, pero esta conclusión va también introducida por una extensa refutación de las críticas musulmanas al concepto: creer en un Dios trino no viola las leyes de la lógica ni la definición del monoteísmo.
Los capítulos siguientes (que guardan una estrecha interrelación) pueden ser especialmente útiles al momento de presentar el evangelio a los musulmanes. Describen la visión islámica del ser humano y de Jesús, pero más concretamente, explican la razón por la cual los musulmanes niegan la necesidad de un Salvador. Resumidamente, rechazan el concepto cristiano de que nuestro corazón nace contaminado por el pecado, y en consecuencia, sostienen que cada uno está capacitado para alcanzar la salvación sin necesidad de Jesús (al cual reconocen como un gran profeta, pero no como un ser divino que haya muerto crucificado). El Islam, por tanto, da una esperanza de salvación, pero a diferencia del cristianismo, no puede ofrecer seguridad. Ésta, aparentemente, estaría reservada sólo para algunos, lo cual nos lleva, necesariamente, al capítulo final del libro.
Saleeb, aquí, es quien toma las riendas, y su tema es la violencia que se suele practicar en nombre del Islam. El autor aclara que no todos los musulmanes son así, pero en lugar de usar esto para bajar el perfil a la imagen agresiva de los musulmanes radicales, señala que los escritos islámicos respaldan el uso de la violencia.
Resulta muy importante la aclaración que hace al comparar el Islam con el cristianismo. Mientras la violencia cristiana, dice, es una traición tanto a la Biblia como al ejemplo de Jesús, el uso de la violencia por parte de musulmanes es fiel tanto a los escritos islámicos como al modelo de Mahoma. Reconoce, desde luego, que la Biblia registra la destrucción de ciudades en tiempos de Josué, pero luego añade que, a diferencia de la Biblia, el Corán no restringe sus mandatos a un contexto específico. Admite, anteriormente, que en el Islam hay diversas corrientes de interpretación, pero cuando llega a esta clase de textos (los cuales cita), señala tajantemente: «Esos no son pasajes aislados que algunas personas están interpretando mal o citando fuera de su contexto. Tales versículos son frecuentes en todo el Corán, apoyando la idea de que Alá quiere que su pueblo combata y destruya a los enemigos del pueblo de Alá mediante el uso de la espada y otras formas de violencia».
El libro, sin embargo, no pretende generar antipatía hacia los musulmanes, sino por el contrario, informarnos mejor sobre sus creencias con miras a hacer posible el diálogo. En ese sentido, me parece que lo logra con éxito (especialmente tratándose de un texto breve), y es por tanto, un libro que recomiendo con entusiasmo.
Sólo quiero añadir, pensando en la edición que leí, que contiene algunos errores de impresión bastante notorios, y aunque contacté a la editorial para saber si eso estaba resuelto, al momento de escribir esta reseña todavía no recibía una respuesta. Espero que ya se haya solucionado, pero aun si no es el caso, hazte un favor y no te prives de un libro tan valioso como este.