Él era un esposo y padre agotado y desanimado. En muchas palabras, dijo, «oro, leo mi Biblia y voy a la iglesia. Lucho con hacer lo que es correcto y las personas me dicen que confíe en el Señor. Pero Dios se queda ahí y permite que todo suceda. ¿¡Qué bien me ha traido ser un cristiano!?».
Una señora diferente, no relacionada con el hombre del caso anterior, estaba casada con un hombre difícil. Sus sueños de un matrimonio perfecto ya habían muerto hace tiempo. Yo intentaba ayudarla a entender su identidad en Cristo y el amor que Dios tuvo por ella, y finalmente ya no dio más. «¡Basta! ¡No me digas más que Dios me ama. Necesito un marido que me ame!».
Sin duda alguna, las personas en ambos casos estaban sufriendo por las realidades de la vida en un mundo roto y por el pecado de otros. Pero más que eso, estaban sufriendo las consecuencias de su pobre propia teología y sus deseos puestos en el lugar equivocado. En otras palabras:
En la medida que basemos nuestra esperanza en algo o en alguien que no sea el Señor, en esa medida, la esperanza del Evangelio no nos consolará ni nos satisfará.
En Juan 6, Jesús confronta con esa verdad a las multitudes que lo han estado siguiendo. En resumen, él dice, «ustedes están buscándome por motivos egoístas, con la esperanza de que satisfaga sus necesidades físicas. Están emocionados conmigo, pero por las razones incorrectas».
Seamos honestos con nosotros mismos. A veces, nosotros también seguimos al Rey por las razones incorrectas. Sí, estamos emocionados por la salvación y por la redención, pero nos emociona de igual forma experimentar las bendiciones físicas y la vida cómoda, directo de la manos de Dios.
¿Qué tiene que ver esto con las palabras? Recuerden, si «de la abundancia del corazón habla la boca», entonces lo que nos decimos a nosotros mismos, a otros y a Dios revelará lo que realmente deseamos del Señor.
Si pudieras escuchar una grabación de un audio de lo que dijiste la semana pasada o el mes pasado o el año pasado, ¿qué deseos descubrirías? ¿Qué teología se revelaría respecto a tu comprensión e interpretación de Dios?
¿Estás siguiendo al Rey Cristo porque esperabas que te entregara una buena vida? ¿Le estás pidiendo que solo te entregue bendiciones aquí y ahora?
La vida hoy puede ser buena. No es malo que te lluevan bendiciones físicas, tampoco es pecado desear comodidad. Sin embargo, nuestro Salvador es un Salvador, no un genio.
Abramos nuestros oídos y escuchemos cómo hablamos, en voz alta e internamente. Las preguntas para reflexionar que aparecerán a continuación fueron diseñadas para ayudarte. ¡Que lo que escuchemos nos convenza y nos moldee más a la imagen de Cristo!
Preguntas para reflexionar
- ¿Cuál es el mayor contenido de tus oraciones? ¿Pides primero que se satisfagan tus necesidades físicas o te centras en el cambio personal del corazón y una mayor obra del Reino?
- Cuando otros son bendecidos mientras tu tienes luchas, ¿qué revelan tus labios sobre el estado de tu corazón?
- ¿Cómo puedes usar las palabras esta semana para animar a tus amigos a encontrar su esperanza y satisfacción solo en Cristo?