Nota del editor: esta es la respuesta a una de las diferentes preguntas que los oyentes del pódcast Ask Pastor John le hacen al pastor John Piper.
Hemos abordado los desafíos de ser un cristiano solitario en el episodio 109 y 212. Se pueden encontrar muchos consejos útiles en ese par de episodios. Un oyente llamado Brian los escuchó y nos escribió una pregunta que complementa lo que se ha tratado previamente en esos dos episodios. Brian escribe esto: «Hola, pastor John. ¿Cuál dirías usted que es la diferencia entre ser un solitario que es cristiano y un solitario que falla en “amar a los hermanos” como dice Juan en 1 Juan 3:14? ¿Es eso lo mismo? ¿Ser una persona solitaria es lo mismo que ser una persona que no ama? ¿Cómo resolvería esto, pastor John?».
Bueno, como de costumbre, empecemos con una definición. No podemos hablar de lo que no sabemos que estamos hablando. Entonces, aquí está mi definición —solo voy a elegir una— de solitario. Una persona solitaria es una persona que se siente bastante cómoda estando sola. Se siente cómoda leyendo un libro por la noche sin nadie más en su apartamento. Se siente cómoda trabajando con madera en su garaje sin nadie más a su alrededor. Se siente cómoda trabajando en la cocina o en un trabajo manual o caminando por las montañas sin amigos cerca.
A eso me refiero con solitario. Ya sea por genética, por educación o por experiencias posteriores en la vida, una persona se siente ahora bastante cómoda estando sola. Entonces, la pregunta es: ¿ser una persona solitaria significa que eres una persona que carece de amor por otras personas?
Nuestras personalidades innatas
Durante mucho tiempo, me ha fascinado el hecho de que los seres humanos sean por naturaleza tan diferentes unos de otros, y lo que son propensos a hacer, cuál es su inclinación, es tan variado debido a su personalidad innata. Me ha fascinado el significado moral que esto tiene, ya que parece estar muy arraigado en nuestra personalidad y no parece cambiar, esencialmente, cuando nos convertimos en cristianos.
Permítanme dar una ilustración de la Biblia de lo que quiero decir y cómo esto me fascina. En Romanos 12:6-8, Pablo da algunas instrucciones sobre cómo usar tus dones espirituales, y es una lista inusual. Déjenme darles los tres más inusuales que me despiertan, me fascinan y me hacen reflexionar sobre ser una persona solitaria. Él dice: «Pero teniendo diferentes dones, según la gracia que nos ha sido dada, usémoslos: […] si el de servicio, en servir; […] el que da, con liberalidad; […] el que muestra misericordia, con alegría» (Ro 12:6-8).
Servicio, generosidad, misericordia. Ahora, lo que resulta sorprendente al mencionar esos dones espirituales es que se supone que todos los cristianos deben servir, se supone que todos los cristianos deben dar y se supone que todos los cristianos deben ser misericordiosos. Entonces, ¿qué está diciendo Pablo? Entiendo que Pablo quiere decir que aunque estos tres rasgos deberían caracterizar a todo cristiano, hay algunas personas que se inclinan hacia ellos de una manera inusual. Así es como son; eso es lo que hacen, es simplemente parte de ellos. El servicio simplemente se les da. Y lo mismo ocurre con el dar y la misericordia.
Entonces, aquí está la conclusión que extraigo: hay diferencias reales entre los seres humanos, incluidos los cristianos, en la forma en que naturalmente o con qué facilidad o disposición somos dados o no a comportamientos que son verdaderos deberes cristianos para todos.
Este hecho de que seamos menos dados a ciertas cosas buenas no es necesariamente pecaminoso. No significa que seamos pecadores, que estemos cometiendo pecado cuando no hacemos esas cosas buenas en el mismo grado o con la misma intensidad con la que otras personas las hacen. Podrías ser más solitario o podrías ser más gregario o más sociable y, en cualquier caso, no necesariamente estar pecando. Eso es lo que deduzco.
La verdad desde varios ángulos
Cuando me pregunto por qué Dios diseñó el mundo de esa manera, hay una parte interesante de la respuesta en la forma en que Jesús habló de sí mismo y de Juan el Bautista. Esto es lo que dijo:
¿A qué, entonces, compararé los hombres de esta generación, y a qué son semejantes? Son semejantes a los muchachos que se sientan en la plaza y se llaman unos a otros, y dicen: «Les tocamos la flauta, y no bailaron; entonamos endechas, y no lloraron» (Lucas 7:31-32).
Luego Él explica en Lucas 7:33-35:
Porque ha venido Juan el Bautista, que no come pan, ni bebe vino, y ustedes dicen: «Tiene un demonio». Ha venido el Hijo del Hombre, que come y bebe, y dicen: «Miren, un hombre glotón y bebedor de vino, amigo de recaudadores de impuestos y de pecadores». Pero la sabiduría es justificada por todos sus hijos.
Así que, este es el punto: esta es una generación incrédula, y Dios ha expuesto su dureza de corazón mostrándoles que si una persona como Juan o una persona como Jesús les habla, de todos modos no creerían.
Juan es un tipo de persona —un verdadero hombre solitario, nada fiestero, que le gusta el desierto—, y él dijo la verdad, y no te gustó. No te gustó la forma en que lo dijo. Luego vino Jesús, muy diferente a Juan. Se presentó comiendo y bebiendo, era sociable, gregario, asistía a las fiestas, y tampoco te gustó su forma de hablar, lo que, en la sabiduría de Dios, demuestra que no puedes culpar al orador por tu incredulidad.
La sabiduría de Dios se ve al enviar todo tipo de personas diferentes a tu vida para mostrar que tu rechazo hacia ellos se debe realmente a tu rechazo al mensaje, no al mensajero, porque Él te ha enviado tantos tipos diferentes de personalidades. No recibirás el mensaje sin importar qué tipo de personalidad lo traiga.
Por lo tanto, estoy infiriendo que una de las razones por las que Dios ha diseñado el mundo con tipos solitarios y gregarios, entre muchos otros, es para asegurarse de que el mundo escuche la verdad de diferentes recipientes, diferentes voces, diferentes formas, diferentes personalidades con el fin de aclarar cuál es el verdadero problema.
Solitarios que aman y que no aman
Entonces, mi respuesta a la pregunta de si ser solitario significa ser no amoroso es esta: no necesariamente. Y diría exactamente lo mismo de ser una persona que se integra, que es gregaria o que es sociable. ¿Es una persona amorosa? No necesariamente. La gente puede necesitar a la gente por razones egocéntricas, y la gente puede amar la soledad por razones egocéntricas.
Por tanto, la pregunta final es: ¿qué hace la diferencia entre una persona solitaria que es egocéntrica y una persona solitaria que es amorosa? Yo diría solo dos cosas.
Resistir el miedo y la indiferencia
El solitario amoroso busca librarse de toda forma de miedo a los demás y de toda forma de indiferencia hacia el bien de los demás. Dondequiera que vea un motivo de temor, busca hacerlo morir por el Espíritu (Ro 8:13). Dondequiera que vea indiferencia en su corazón hacia el bien de los demás, busca hacerlo morir por el Espíritu, confiando en las promesas de Dios. Confía en la promesa de que Dios lo cuidará, de que Dios lo ayudará. No necesita ser gobernado por ningún motivo pecaminoso, como el temor al hombre o la indiferencia hacia el bien de las personas.
Una de las formas en que detectamos y hacemos morir las dimensiones pecaminosas de nuestra personalidad es ampliando regularmente nuestra zona de confort y actuando en contra de nuestra inclinación natural. Ahora bien, no me refiero a que dejemos de ser quienes somos o que vivamos constantemente en contra de ser solitarios o sociables, pero sí que nos pongamos a prueba de vez en cuando para saber si estamos meramente justificando una conducta pecaminosa con una inclinación natural. Esa es la primera prueba de cómo sabemos si somos una persona solitaria amorosa o una persona solitaria egoísta.
Aprovechar la soledad para amar
Aquí está la segunda cosa: lo que distingue a un solitario egocéntrico de un solitario amoroso es que el solitario amoroso reconoce sus inclinaciones naturales, y en lugar de tratar de ser una persona que no es, busca con todas sus fuerzas y por medio de toda oración, fe y creatividad, hacer de su personalidad solitaria un medio de amor.
Si a él le gusta estar en el garaje haciendo trabajos de carpintería solo, entonces déjalo soñar, orar y trabajar para encontrar formas de convertir su trabajo solitario de carpintería en un ministerio para el bien de los demás. Si a ella le gusta rebuscar sola en los archivos históricos de la biblioteca, déjala soñar con convertir su investigación solitaria en un ministerio para el bien de los demás. En otras palabras, no tienes que estar paralizado por la desesperanza de dejar de ser solitario para ser amoroso. Solo tienes que preocuparte realmente por convertir tu inclinación a ser solitario en amor.